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jueves, 25 abril, 2024
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Las huelgas han sido y son un factor clave de la lucha de clases

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Por: Óscar Alzaga •

Siendo presidente Lázaro Cárdenas, el 12 de junio de 1935 Plutarco Elías Calles, ex-presidente, declaró a todos los medios que: “Hace seis meses que la nación está sacudida por huelgas constantes, muchas de ellas enteramente injustificadas. Las organizaciones obreras están ofreciendo en numerosos casos ejemplos de ingratitud. Las huelgas dañan mucho menos al capital que al gobierno; porque le cierran las fuentes de trabajo de la prosperidad.” Se refería a las huelgas de enero a junio de 1935. Así el “Jefe Máximo” Calles atacaba de nuevo a Cárdenas, como lo hizo en abril de 1935, por el mismo motivo, en abierta postura -pro-patronal- en contra de las huelgas, pese a la crisis de 1929-33 que tanto daño hizo a los trabajadores de México y el mundo.

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Sin advertir Calles ni la patronal, que la lucha obrera era de más altos objetivos, que los coyunturales, como se creyó. Y muchos analistas posteriormente así también lo vieron. En efecto, el número de huelgas en 1935 fue de 642 y 145 mil huelguistas, el más alto caso de huelgas desde 1920. Pero en 1936 subió a 674 huelgas, en 1937 a 576 huelgas, en el sexenio cardenista fue un total de 2,871 huelgas, el sexenio de más luchas obreras del siglo XX y la historia. Eso en cuanto a la cantidad, más importante fue la calidad de esas huelgas en los sectores claves de la economía. Calles solo fue la postura visible de la patronal nacional e internacional en el país, por ser el “Jefe” de la Revolución, la campaña anti-obrera fue brutal.

Lo que pocos analistas advierten es que en ese sexenio la fuerza de trabajo sindicalizada creció al triple, de 300 mil trabajadores a 900 mil con cifras cerradas (Ver Guadalupe Rivera Marín, El Mercado de Trabajo. FCE. 1955, pp.84 y 85); que en ese sexenio se firmaron los contratos colectivos de trabajo (CCT) más avanzados de su época, en ferroviarios, electricistas, telefonistas, mineros, siderúrgicos y otros; que el mismo 12 de junio los primeros en llamar a protestar contra Calles fueron los grandes sindicatos y centrales del país y a los 4 días forman el Comité Nacional de Defensa Proletaria, ya en 1933 las ferroviarios formaron el sindicato nacional más grande, a la vez que ayudaron a los mineros hacer el suyo en 1934 y el Sindicato Nacional de Telefonistas y a los petroleros a formar el suyo en 1935 (Marcelo Rodea, Historia del Movimiento Obrero Ferrocarrilero. Ed. M. Rodea. 1944) y otros más. La solidaridad ferroviaria fue clave en la fuerza unificada que tomó el Comité y en la creación en 1936 de la CTM.

Tenía razón Calles el día 12, cuando acusa a “Navarrete y Lombardo Toledano (de) que dirigen el desbarajuste”, al líder ferrocarrilero y al de la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM). Esas luchas sindicales y los CCT cambiaron las relaciones de trabajo añejas, que duraban casi 400 años, de “mando y obediencia” o sumisión total al patrón, por el diálogo social o “relación bilateral” obrero-patronal. (Silvio Zavala, Fuentes para la Historia del Trabajo en Nueva España. 5 tomos, FCE. 1939 y del mismo autor, Ordenanzas del Trabajo, siglos XVI y XVII, Ed. Elede. 1947).

Pero lo más trascendente: las grandes obras cardenistas fueron precedidas y acompañadas por las huelgas y luchas obreras. Hubiera sido imposible la reforma agraria más importante de la historia y de Latinoamérica, si no la hubiera iniciado la huelga de los 25 mil jornaleros de la Comarca Lagunera y las luchas campesinas de Yucatán y Michoacán de 1936.

La expropiación de la industria petrolera hubiera sido imposible sin las luchas obreras: en 1934 la huelga de los 6 sindicatos de la empresa inglesa El Águila y las luchas sindicales en el norte en La Huasteca; en 1935 con la unificación de 19 sindicatos y CCT en uno solo para todos los petroleros; en 1936 unifican su fuerza y objetivos al demandar la firma de un solo CCT; en 1937 ir a la huelga por su derecho y al demandar el conflicto de naturaleza económica, para revelar la real capacidad económica de las dos empresas petroleras más poderosas del mundo: la yanqui Standar Oil y la inglesa-holandesa Royal Dutch; sin la movilización y apoyo de la CTM y el pueblo, sin el laudo de la Junta Federal y sin la resolución de la Suprema Corte, con proyecto del maestro Mario de la Cueva, todos en materia laboral. El General Cárdenas culmina la lucha en un conflicto internacional, teniendo en contra a esas empresas y a sus gobiernos.

Algo similar ocurre con la nacionalización del Ferrocarril, crea la CFE y el Politécnico, impulsa la más profunda y amplia reforma educativa socialista, ésta lograda no solo por la lucha sindical de los maestros, la llevaron a los lugares más atrasados del país, enfrentando caciques, autoridades y curas retrógrados.

En síntesis, lo que nadie puede ignorar es la lucha de clases en sus mejores niveles, como fue en el cardenismo, y solo ver en 1935 “El conflicto Calles-Cárdenas” o a las luchas obreras, como “las masas cardenistas” obedientes al presidente. Porque esa visión simplifica lo complejo y extraordinario de la participación, iniciativa y organización proletaria, su independencia y solidaridad sindical, al margen del gobierno.

Es común que se ignore o minimice la participación obrera y sindical, por ejemplo, Enrique Semo (La Jornada, 4 de enero de 2020) afirma que de la Constitución de 1917 a 1919 cuando se crea el Partido Comunista, la Constitución en sus elementos sociales, “por el momento (en) ninguno de ellos había sido aplicado”. Dejando de lado la huelga general de 1918 en Monterrey que exigía la jornada de 8 horas y el salario mínimo (Edna Ovalle, en Las 100 luchas obreras más importantes del siglo XX. 5 edición. 2014) y la CROM que exigía en 1918 las leyes reglamentarias y la creación de las Juntas. O lo que afirma Adolfo Gilly en su libro (El cardenismo. Una utopía mexicana, Ed. Era. 2017): “Lo que aquí se narrará no ocurrió en las plazas sino en los lugares donde el poder se ejerce.” Creo que en ambos casos se menosprecia el papel de los trabajadores y sus luchas, trascendentes en la lucha de clases de la nación. ■

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