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viernes, 19 abril, 2024
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Giro de 180 grados

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Aunque en la vorágine no se nota, el país ha cambiado en poco tiempo. Hasta hace unos años, el poder mediático era casi absoluto, contundente, de tal forma que la sentencia de culpabilidad de uno de los dos grandes emporios televisivos eran fatales y dejaban sin el menor atisbo de inocencia.

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Aparecer en un video recibiendo dinero exhibido en el programa de Brozo le valió la muerte política a René Bejarano sin importar que haya sido exonerado por un juez. La gente hoy no recuerda de qué delito se le acusó, ni para qué se usó realmente el dinero que recibió del empresario Carlos Ahumada, pero en automático se asocia su nombre con actos de corrupción aunque de acuerdo a la resolución judicial no lo hubo.

A Israel Vallarta y Florence Cassez les ocurrió algo similar, cuando aparecieron en el programa de Carlos Loret de Mola como responsables de un secuestro.

En vivo y a todo color, Televisa transmitió el supuesto y surrealista operativo en el que se liberaba a una mujer y a su hijo de un secuestro, mientras que agentes federales bajo las órdenes de Genaro García Luna torturaban en plena televisión a un detenido obligándolo a confesar en televisión abierta el crimen de que se le acusaba.

A Cassez, su estrategia judicial, su nacionalidad francesa y probablemente su físico le libraron de la cárcel después de unos años de reclusión cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación no pudo hacerse de la vista gorda de la evidente violación del proceso.

Vallarta no corrió la misma suerte, y permanece en cárcel desde hace 14 años sin siquiera tener sentencia.

Desde entonces hasta ahora han pasado muchas cosas, la empresa en la que se le dio por culpable ha perdido gran poder político y su presidente renunció. El periodista que convirtió su noticiero en un espacio de ficción ya también salió de la empresa, el sistema de justicia penal ya prohíbe absolutamente la difusión de la imagen de los presuntos culpables, e incluso quien comandó el operativo ya se encuentra, igual que Vallarta, tras las rejas.

Mientras esto ocurría, otros periodistas desnudaban a quien comandaba estos operativos. Anabel Hernández, y otros periodistas como Jesus Esquivel y Dolía Estevez, entre otros, en menor o mayor medida publicaron los entretelones de la delincuencia organizada, no solo en su nivel amarillo y atractivo en el que abundan historias trágicas de sicarios, de campesinos que cumplen sueños que harían soñar a los asistentes de ferias de emprendedores o de mujeres aguerridas que dominan con sensualidad y habilidad un mundo donde predominan los hombres. Al contrario estos y algunos otros periodistas han revelado los lazos de esos grupos delictivos con los políticos y jefes policiacos más altos.

No eran los únicos, hoy que Genaro García Luna cae en desgracia vuelven a circular los videos de Gerardo Fernández Noroña arremetiendo con quien entonces era llamado el “súper policía”. En comparecencias ante el Congreso, en actos oficiales el legislador una y otra vez le recuerda lo publicado por los periodistas, le llama asesino, y le advierte que terminaría en la cárcel.

En aquellos cercanos tiempos la sentencia, y a veces siquiera la insinuación de unos medios de comunicación era suficiente para la condena de algunas figuras. En tanto, la investigación y la documentación de otros medios de comunicación eran insuficientes para que siquiera se abrieran procesos judiciales.

No obstante los tiempos han cambiado para unos y para otros. Los que estaban acostumbrados a que su palabra fuera considerada ley, hoy tienen que lidiar con que sus dichos sean cuestionados, analizados y a veces contra dichos. Los otros ahora son reconsiderados y ven consecuencias legales de algunos de sus trabajos, como es el caso de Ana Lilia Perez y todo lo que escribió sobre el huachicoleo.

Este es un buen tiempo para que los que antes podían ser divididos en unos y otros, hagan más y mejores investigaciones. No solo por las consecuencias que ahora empiezan a verse, sino sobre todo porque la pluralidad de los medios de comunicación, y la diversificación que permiten las redes sociales hoy permite llegar a más audiencia, y a la vez, a ésta le da acceso a más fuentes de información que puede ser contrastadas.

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