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viernes, 19 abril, 2024
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Comentarios Libres Una mujer luchadora social cubana

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Por: SOCORRO MARTÍNEZ ORTIZ •

Por estos días tan aciagos que se viven en nuestro país, derivados de causas diversas no atribuibles al gobierno de la 4T, ´porque la existencia de ellos data de varias décadas anteriores a la fecha: reivindicación de derechos; igualdad jurídica e inclusión de ciertos sectores de la población y muchos otros que se comentan incansablemente en este espacio, han derivado en una espiral de violencia extrema que mucho lastiman a la sociedad en su conjunto, como resultado de la agresión durante las marchas de personas y grupos que realizan protestas alusivas a esos reclamos, transmitidas pos los medios, independientemente de que sean o no, justas sus peticiones.

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No obstante a través de la historia y en muchos lugares del planeta, la lucha de la mujer ha estado presente. Es el caso de la cubana Ana Betancourt de Mora .

Fue la primera mujer en el contexto americano durante el siglo XIX, en solicitar ante un acto celebrado en ocasión de la Asamblea de Guáimaro, los derechos civiles de la mujer cubana cuando apenas se iniciaba la Guerra de los Años. Su obra fue reconocida por la Revolución Socialista en el Histórico II Congreso de la FMC, celebrado en 1974 al crearse la “Orden Ana Betancourt”, otorgada a personas de alto relieve nacional e internacional que se destacaron en la lucha “revolucionaria y política, el trabajo científico, la creación artística y la producción y el empeño por lograr una paz justa para los pueblos”.

Su trayectoria revolucionaria es ampliamente conocida. Fue la patriota consecuente con sus ideales por la independencia cubana. Supo resistir con estoicismo y firmeza los avatares de la guerra, la prisión y el destierro. En breve tiempo después de su matrimonio con Ignacio Mora, escribía y hablaba francés correctamente y dominaba bastante bien ya en el destierro, el inglés que le sirvió en Jamaica para ejercer la honrosa misión de maestra y luego abrirse paso como obrera al trabajar en el taller de un “avaro Israel”, en la ciudad de New York.

Durante la celebración de la Asamblea de Guáimaro, su figura se presentó en forma distinta y extraordinaria al solicitar, no sólo la liberación de los esclavos, sino también, la liberación de la mujer al pedir y reclamar derechos civiles que en aquel entonces y aún en muchas partes del mundo, se le negaban a la mujer como parte de la sociedad humana.

Pueden contarse infinidad de anécdotas sobre Ana Betancourt. Al iniciarse la epopeya de 1868, comprendió que las mujeres debían superarse culturalmente para poder asimilar, las cuestiones filosóficas que en aquellos momentos se debatían, a pesar de los prejuicios y tabúes existentes. Ella misma escribió que en su tiempo era “pecaminoso” que las mujeres aprendieran a leer y a escribir y mucho menos adentrarse por el camino de la política.

Cuando regresó a Cuba después del Pacto del Zanjón, no pudo resistir la ausencia de su esposo, muerto en los campos de batalla, ni de sus amigos, se le obligó a regresar de nuevo al destierro, pues era perseguida por los espías colonialistas. Al zarpar el vapor, arrojó su pasaporte, jurando que no volvería a su amada tierra, hasta que esta no fuera libre definitivamente.

A fines del siglo XIX desde Madrid mantiene contacto con numerosos patriotas cubanos. Inicia con su sobrino Gonzalo de Quezada, un interesante intercambio epistolar. El 24 de enero de 1895, al enterarse del fracaso de la expedición Fernandina, le expresa a su sobrino entre otras cosas: “re mandé un número del Heraldo, para que leyeras y te dieras cuenta de que en Florida habían encontrado un contrabando de armas y de pertreches que, según decían, iba para Cuba. ¿Será cierto? ¿Se habrá perdido?”.

Posteriormente, se celebró el Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas en este evento,, condecoraron a varias mujeres cubanas tan ilustres como Ana.

Otra mujer también con espíritu de lucha, fue la doctora Sara Salgué. En 1968 estuvo en la Unión Soviética, Trabajó intensamente en la confección del Atlas de Cuba y la opinión de todos los científicos de la Academia Soviética fue magnífica por eu buena obra y desempeño de la doctora. Manejó mucho la idea de la importancia de que la mujer se desarrollara en Cuba en todos los sentidos.

En cuanto a evaluación y programaciones desde el ángulo meramente profesional, la doctora Sara siempre estaba al pendiente de su cumplimiento. Siempre atenta a cuándo se llevaban a cabo los Consejos de Dirección. Ella fue puntual en las reuniones del Comité Científico, y las evaluaciones que realizó,, siempre fueron muy buenas y muy críticas, muy marxistas y objetivas Luchó por el triunfo y la comprensión del papel tan importante que tiene la geografía de Cuba. Tanto en el Instituto como la Academia de Ciencias, fue respetada, muy admirada y reconocida, porque los científicos eran orgullo de Cuba.

Acostumbrados a la violencia de nuestro México al finalizar la segunda década del siglo XXI, no observamos que en otras épocas y países diferentes, también se ha luchado por la reivindicación de los derechos de la mujer. ¿?

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