Cuando hoy día alguien se refiere a algún evento de características vulgares, de falta de clase, de civilidad y con mucho exabrupto ruidoso y de mal gusto, lo llama peyorativamente “Cena de negros” (o peor aún, de morenos por la sensibilidad de algunos por el calificativo negro, para referirse a los seres humanos de piel abetunada), haciendo alusión a aquellos casi inexistentes momentos de descanso y extroversión a los esclavos que aprovechaban esas posibilidades para desatar todas sus angustias derivadas de las frustraciones acumuladas desde sus capturas en tierras nativas en las costas de la desconocida África.
En el país se acaba de vivir una experiencia similar con las huestes del partido político en el poder, es decir el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), en el intento de conseguir los consejeros que dieran forma a la estructura del partido para las próximas actividades que tenga que enfrentar, como el cambio de dirigencia nacional y las regionales; sobre todo los preparativos para las próximas elecciones de gobernadores y presidencias municipales.
Fue evidente la falta de organización interna de las diferentes organizaciones políticas al interior de Morena – ¿por qué hacen recordar, aunque sea inconscientemente, a las obsoletas e inconscientes tribus perredistas? -, padrones rasurados y manejados tendenciosamente. Los mismos interesados anduvieron dando unos palos de ciego que movieron a risa, todos se empezaron a organizar a las doce y cuarto, salvo aquellos que pertenecen a cierta familia de los planos campiranos de Zacatecas. Ahí, sospechosamente, se repitieron todas las malas artes de los recientemente superados arcaicos tiempos prianales: descalificaciones fundadas con cara de infundadas y respuestas viscerales de que vas a ver con mi papá, aduciendo la mayoría que todos son hijos de Andrés Manuel. Y vaya paternidad. Pero más que nada, vaya hijez tan irresponsable. Flaco favor le hacen al jovenazo de nuestro presidente.
La mosca en la sopa vino siendo el reventón que hicieron algunos porros a las asambleas electorales para evitar un feliz desenlace. Las fotos y videos de las malas artes de los reventadores aborígenes cristalizan y materializan los monumentos a la paupérrima formación política de los reconocidos grillos y chapulines que graciosamente saltan y saltan eufóricos y jocundos en nuestra entidad, que ha estado acumulando puntos negros en el espectro político nacional. Cuando debiera ser al contrario dada la representatividad acumulativa de los grillazos paisanos en las cámaras y los puestos de confianza en la nave nacional. Debieran recibir los sobrevaluados líderes paisas unas clasecitas de formación política olvidando sus orígenes chapulinescos y de izquierda tardía que tanto degradan la presencia política de los próceres de la grilla zacatecana.
Ahora, con el asunto de lo que ocurrió en el occidente mexicano, es tiempo de reflexionar: o somos o no somos, o la tomas o la derramas, o cualquier reflexión que quieran hacer los morenazos de la política: mientras todos quieran llevar agua a su molino, pues estaremos jodidos todos ustedes. No puede haber un movimiento de regeneración nacional si nadie le pone letras mayúsculas a su accionar POLÍTICO. La ciudadanía esta harta de lo mismo, hasta los simpatizantes de los mensajes políticos primitivos del pasado. Es tiempo de reflexionar y decidir la clase de país que se pretende. Si no, seguiremos haciéndole al Tío Lolo y así nos lucirá el pelo. Pero cuando la irrefrenable caída hacia la nada arroje el destino del país al precipicio sin fin, que nadie alce su voz de miserable para preguntarse ¿por qué yo?
Habrá que esperar a que los morenos de la política nacional empiecen a comportarse como visionarios de un Proyecto Alternativo de País y no como una horda de negros libertos divirtiéndose sin control en una bacanal de seres perdidos.
Al tiempo.
