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jueves, 28 marzo, 2024
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Gobierno abierto y corporativo: un nuevo paradigma para la toma de decisiones

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Puede tomarse como un cliché, pero lo cierto es que en la actualidad, la toma de decisiones en el sector público (y también el privado) se ha vuelto mucho más observada, merece y recibe más opiniones, críticas y aportaciones que nunca, y por lo tanto, ha derivado en que cada vez sea más proclive a generar conflictos, por lo que se corre el riesgo de que, ante una potencial democratización de las decisiones, caigamos en un retroceso de cerrazón, opacidad y tentaciones autoritarias, a la hora de abrir al Estado, y, lo más importante, sus decisiones.

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Podríamos establecer sin mucha ciencia de por medio que hay dos momentos en los que se desarrolla el proceso decisivo en las instituciones: al interior y al momento de exteriorizar las decisiones. El primero es, como es de suponerse, el episodio en el que los directivos, técnicos y demás involucrados en una decisión pública, deliberan, debaten, se informan y valoran los alcances, objetivos, herramientas, actores, metas e impactos sobre la política pública, acción y omisión que repercutirá en la esfera pública. El segundo es cuando dicha decisión se hace de conocimiento público, voluntaria o involuntariamente, entonces inicia otro proceso, mucho más plural de conflicto: el de las expresiones de respaldo, oposiciones, resistencias, críticas y demás.

La costumbre suponía en estos momentos esquemas más o menos cerrados, con un margen muy limitado de participación plural. En el primer momento las decisiones públicas generalmente estaban dotadas de una vocación política, alimentada apenas o limitada, en el mejor de los casos, por consideraciones de tipo técnico, la burocracia especializada contribuía a la robustecer la figura política. En cuanto al segundo momento, el momento en que la decisión se volvía pública, el proceso de legitimización solía limitarse a la búsqueda de acuerdos políticos en búsqueda de no alterar la gobernabilidad ni los equilibrios dados en el sistema, y una vez logrado esto, se le confiaba a una comunicación social unidireccional el resto.

Hoy los tiempos han cambiado en todos los momentos y sentidos de la toma de decisiones: la sistematización de la información vuelve más sencillo acceder a elementos para los decisores, pero también significa que es mucho más difícil mantener la discreción sobre la dirección que está tomando un proceso deliberativo interno. Agreguemos que las instituciones se han vuelto mucho más diversas y democráticas de lo que eran hace algunas décadas. Los márgenes de maniobra, opinión y la posibilidad de diferenciarse se han ampliado y con ello también, las resistencias internas, las estrategias de incidencia a la hora de la toma de decisiones. Por si esto fuera poco, los actores no solo han cambiado, se han multiplicado conforme la sociedad se ha vuelto plural y los grupos han dejado de ser mayorías para convertirse en un conglomerado de minorías donde no siempre es fácil encontrar coincidencias o consensos que permitan la elaboración de escenarios con un grado de certidumbre amplio. Frente a esta complejidad el concepto de gobierno corporativo resultado idóneo. Cómo lo decía Carlos Ruiz en El Financiero, hace algunos días: En el fondo, estos son los elementos de un buen gobierno: escuchar a los demás, incorporar sus intereses, tomar en cuentas sus opiniones y manejarse con decisiones colegiadas (Gobierno corporativo ¿de qué se trata?). Cabe agregar, para dar un sentido más amplio a la práctica del gobierno corporativo, el contenido de los Principio de Gobierno Corporativo de la OCDE y del G20: reconocen los intereses de los empleados y de otros actores interesados, así como su contribución al éxito de la empresa en el largo plazo. También se toman en cuenta en los Principios otros factores que influyen en el proceso de toma de decisiones de una empresa, como el medio ambiente, la ética empresarial o las prácticas anticorrupción.

Respecto del segundo momento, en el que los escenarios se vuelven una realidad y el control de la decisión y, sobre todo, de su implementación puede salirse del control de las instituciones y el Estado en general, el paradigma de Gobierno Abierto, puede contribuir a que las decisiones tengan un momento intermedio de desarrollo, entre la etapa interna y la pública, al permitir la participación (en aras de incidencia, más que de definición) y con ello robustecer su potencial al momento de implementación. A su vez, una vez hecha pública la decisión, el Gobierno Abierto y sus instrumentos pueden convertirse en vías idóneas para la legitimidad de las políticas, acciones u omisiones determinadas. Aunque debe quedar claro: en una sociedad tan compleja, tan numerosa, dispersa y desigual, no todos podemos decidir, pero sí, cada vez más, incidir y contribuir con ello a mejores decisiones.

Como lo dice Joan Subirats en Decisiones públicas: Análisis y estudios de los procesos de decisión en políticas públicas: hablamos de decisiones públicas en entornos plurales y en sistemas democráticos. Y eso, hoy día, quiere decir complejidad, pluralidad de visiones, heterogeneidad de intereses y debate y deliberación pública para la búsqueda de soluciones posibles. No hay soluciones simples para situaciones complejas. Pero, al mismo tiempo, situaciones complejas no siempre implican bloqueos decisionales, puro incrementalismo o mediocridad a la hora de afrontar problemas colectivos*. ■

@CarlosETorres_

*Dente, Bruno; Subirats Humet, Joan. Decisiones públicas: Análisis y estudio de los procesos de decisión en políticas públicas (Spanish Edition) (Posición en Kindle71-72). Grupo Planeta. Edición de Kindle.

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