En un artículo de opinión, publicado en el periódico La Jornada el 14 de Septiembre de 2019, el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Hugo Aboites, declara que si la reforma educativa peñanietista generó la rebelión magisterial, fue por el despido sistemático de los trabajadores de la educación. Y supone: “ahora la lucha se está definiendo en torno al rescate de la bilateralidad; es decir, del reconocimiento de la maestra y maestro como profesionales y actores principales –junto con los estudiantes– capaces de participar en la determinación de las condiciones en que desarrollan su trabajo educativo”. Pero, ¿Cuáles son los fundamentos de esa bilateralidad? Queda claro que la sugerencia del investigador hace referencia a la capacidad que presentan los actores del proceso, planteando sus particulares grados de libertad en la definición de su quehacer, pero ¿no se presenta un debate similar al del término Democracia?
Mientras que la entrega de despensas representa un mal, arraigado en la conciencia del potencial votante, contrario a un proceso democrático, el otorgamiento indiscriminado de privilegios personales representa otro mal, éste, a erradicar del Sistema Educativo Mexicano (SEM). Pocos días antes de la jornada electoral de Julio de2018, se percibía una gran inquietud por parte de “eminentes” especímenes, representantes de la sumisión magisterial, subordinados a los designios de directivos caprichosos simpatizantes de las más bajas intenciones del charrismo sindical y principalmente tendientes a favorecer al Partido de las “instituciones revolucionarias”. La preocupación prioritaria era la de verse afectados por las evaluaciones, faltas de transparencia y aplicadas bajo examinaciones carentes del seguimiento puntual de un proceso que en teoría debe de llevarse a cabo de manera individual, atendiendo a cada uno de los juzgados y consistente en una recolección permanente de información sobre el progreso evolutivo en la adquisición de valores y conocimientos; o al menos eso se entiende por evaluación, a grandes rasgos.
Hugo Aboites se ha desenvuelto en el nivel superior del SEM. El hecho de que sus posturas coincidan con la organización magisterial de amplia aceptación en los estados del sur del país, con la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), al menos en este respecto, me parece que demuestra cierto desconocimiento sobre las reglas no escritas y las relaciones que se observan entre la corriente pseudosindical denominada Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE) y los gobiernos estatales en los que no hay presencia significativa de la CNTE. Una relación bilateral en estos estados, Zacatecas incluido, resultaría, como a través de la historia se ha demostrado, contraproducente en lo referente a los fines que pretende la Educación, vista como una herramienta de transformación, positiva en este caso, de la realidad social. Implicaría un retroceso frente al hecho de obstaculizar en un pequeño porcentaje los vicios emanados de la corriente magisterial más corrupta que ha permeado en América Latina, el SNTE.
Prueba de lo anteriormente expuesto es el incremento indiscriminado y no informado de las cuotas “sindicales”, cercano al 47%, impuesto por la dirigencia de la sección 34 a los trabajadores de la educación, de la quincena 16 a la 17. En algunos casos, a quienes aportaban 41 pesos con 52 centavos, ahora les quitan 60 pesos con 68 centavos, por un beneficio del que se carece… la representación sindical. Imaginemos que a nivel nacional la bilateralidad marcha generando buenos dividendos en cuanto a las condiciones laborales y el diseño conjunto de estrategias aplicables al desempeño laboral, pero en los estados de escasa representación de la CNTE se carecerá de mecanismos que obstaculicen el abuso indiscriminado e indolente de los supuestos defensores de los derechos del magisterio (SNTE). Inclusive en la época de auge, cuando la gran mayoría de los trabajadores de la educación del estado se autodefinían como simpatizantes, cuando no militantes de la Coordinadora, se presentaron ilegalidades escandalosas en cuanto al otorgamiento de plazas, incremento de horas y privilegios en los horarios de las jornadas laborales, en beneficio de quienes más incondicionales se mostraban hacia el segundo patrón, el SNTE.
Bien por la CNTE por seguir tenazmente el intento de democratización en la toma de decisiones del magisterio nacional, no obstante que muchas de las ideas propuestas desde esta organización, de que muchos de los logros generados por la movilización en la lucha social, han sido refrendados por el charrismo sindical como frutos propios. Entiendo que es necesaria una representación cercana a las decisiones de carácter federal concernientes a la autodeterminación de las condiciones laborales de un gremio, pero también deduzco que, en función de la observación del comportamiento magisterial, las divergencias resultarían alarmantes respecto a la concepción de esa bilateralidad. Resultaría alguna aberración como la que se concibe alrededor del término excelencia: habrá algunos para quienes el excelente maestro sea el que más dispuesto está para pertenecer a un club de danza o para aportar “grandes ideas” para divertir a alumnos y madres y padres de familia, sin contemplar el fin de la educación, ejemplos del morbo individual antepuesto a los intereses sociales de la educación.
Aún en el inminente caso de la llegada al poder de un partido político diferente al actual, en Zacatecas, de un gobierno emanado del poder popular, representado por MORENA (las estadísticas no permiten mentir), me parece complicado interpretar una relación bilateral en la toma de decisiones en los destinos del proceso educativo, una vez que se han minimizado los excesos emanados de anteriores “representaciones sindicales” tomados de manera bilateral con ejecutivos estatales de diferente origen político. ■
