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jueves, 25 abril, 2024
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El disfrute de la lectura y un futuro promisorio (3)

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Las recientes y muy esperadas lluvias dejan mucho para pensar en muchos aspectos. Por una parte, regresan la fertilidad de las tierras de cultivo, los verdes proliferan por todas partes y las manifestaciones de vida se dejan sentir en el campo y en las ciudades. La precipitación pluvial abundante permite a los ingeniosos y creativos tomar ventaja de este regalo de la naturaleza. En el campo las represas domésticas y ollas de agua se saturan, varias obras ayudan a incrementar la cantidad de agua disponible para aumentar las posibilidades de contar con agua una vez que haya terminado la temporada de lluvia.

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Hay muchas formas de conseguir agua a través de los designios de funcionamiento de la naturaleza. En el campo, donde la ley permite hacer un acopio de ella, puede notarse el esfuerzo de algunos campesinos, que no todos, por “ahorrar” algo de las aguas de lluvia, más que nada porque en territorios áridos o semi áridos como la mayoría del territorio del estado; el agua, tan escasa, es vital para la supervivencia de humanos, más que nada, y cada vez más difícil para la fauna local y algunas especies vegetales que laborosamente mantienen su presencia en este plano, más que nada por la proliferación de los humanos y por los oficios tan peligrosos que desempeñan como la sobre explotación de tierra y agua por parte de las industrias de extracción que parecen haber sido sembrados por el diablo en estas tierras donde muy raramente se manifiesta Dios. La otra carga innecesaria parecen ser las embotelladoras y la agroindustria de gran nivel y las prácticas de mono cultivo derivadas de la explotación poco adecuada de la tierra en la búsqueda del supuesto desarrollo en la región.

La supervivencia de los humanos se da desde vaivenes egoístas, donde esta especie se sigue creyendo inteligente y hasta parida por los dioses, lo que sea que eso signifique. Nada más falso ante los resultados que hoy mantienen al planeta a borde del colapso y de su estabilidad ambiental. Lo que se llama civilización se da en formas que si bien es cierto que han permitido muchos avances en sectores que ayudan a mejorar la calidad y la duración de la vida humana y las formas de vida que consume; por desgracia no se ha dado para mejorar las condiciones de al menos la mitad de la población mundial cuyo número es cada vez más peligroso, sobre todo para las comunidades más vulnerables, pero más que nada, para todas las formas de vida silvestre que han de ver a los humanos como los demonios que las diferentes religiones del mundo presentan como los engendros del infierno.

En fin, no es momento de lamentaciones. Es momento de hacer funcionar formas efectivas en el manejo colectivo del agua. Ya es tiempo de detener esa actitud un tanto negativa, argumentada desde sustentos divorciados de aptitudes creativas que caracteriza al ciudadano de estos tiempos. Todos exigen alta calidad en el su manejo, desde su accesibilidad, tratamiento, potabilización y desalojo con o sin tratamientos hacia las vertientes o cuerpos de agua. El problema es que el ciudadano común y corriente de los asentamientos de cualquier tamaño, hace muy poco para administrar el agua en el hogar en forma sostenible y con una visión colectiva en la que todos estén comprometidos. Así se podría tener agua para muchas décadas.

Y la bronca no es solo del gobierno, sino de los gobernados. Si la ciudadanía toma en sus manos el cuidado del agua desde el manejo consciente y desde su propio hogar, los que lo administran tendrán mejores opciones para su distribución, deshecho y tratamiento final.

El destino está andando y las predicciones apocalípticas se ven cada vez más cercanas. Si es verdad que nos parieron los dioses y somos las especies de los privilegiados hay que comenzar a demostrarlo, cada vez más cada uno, es más que suficiente.

Hay que reinventarse, pero para eso hay que replantear la sabiduría aplicada y darle un nuevo semblante al destino de la humanidad y el planeta. El problema es que antes hay que pensar mucho que es lo que es más conveniente en dicha búsqueda; habrá que escribir y reescribir la historia del futuro cuantas veces sea necesario; pero sobre todo, hay que leer mucho. No es fácil. Pero hoy día solo se podrá prevenir el desastre a través del encuentro con el conocimiento.
Ni modo.

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