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martes, 23 abril, 2024
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Necesitamos idealistas con principios, no ambiciosos vulgares

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Por: Jorge Adán Hernández •

Independientemente de la ideología política que usted profese o del partido político al que pertenezca; si usted le apuesta a lograr un cambio positivo en nuestro país o en nuestro Estado, si lo que usted busca es que la sociedad progrese en todos sus sentidos, entonces debemos tener muy en claro una cosa; sin política no se puede impulsar ningún cambio, por pequeño que sea; entonces debemos hacer política para lograr los cambios que queremos; pero también tengamos en cuenta que lo que dijo el Presidente de la República es muy cierto, sin ideales y principios no se puede hacer política; por ende, la política debe de dejar de ser oficio de ambiciosos vulgares para que verdaderamente pueda ser un medio de cambio y transformación.

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“La política no te hace buena o mala persona, simplemente saca de ti lo que verdaderamente eres”. Pues bien, hay mucha razón en esa frase, ya que quienes participan en la política ponen a prueba todas sus pasiones; lidian casi a diario con sus ambiciones; el político en muchas ocasiones se ve en la presión de decidir si continua con su credibilidad y con lo poco que tiene en su bolsillo o se hace rico y pierde todo tipo de principios y credibilidad ¿Cuántos políticos conocemos que después de un cargo público terminan siendo dueños de gasolineras y constructoras?; hay quienes caen en la tentación de corromperse, no porque la política sea la mala y perversa, sino porque la persona que practica la política es la negativa, ya lleva en su sangre la perversidad, la marrullería y la doble moral y está predispuesta a corromperse.

Lamentablemente, en nuestro país, la política ha sido trinchera de personas ambiciosas, malvadas y sin principios, que han utilizado un doble discurso para llegar y conservar el poder; eso nos ha salido muy caro a todos los mexicanos y mexicanas, pues esos políticos son los que se enraizaron en el viejo régimen que aún se niega a desaparecer y son los culpables de que México haya caído en el estancamiento económico y social. Estamos hablando de la política tradicional; de esa política sin principios, que sustituye proyectos colectivos por ambiciones personales; esa forma de hacer política que rompe con los acuerdos con aliados y hace acuerdos en lo obscurito con adversarios; con el único fin de perpetuarse en el poder. Nuestra sociedad no se puede dar el lujo de mantener en la política a esos perfiles que practican la política tradicional tan dañina; México no aguantaría más con ambiciosos como los que practican la política tradicional, llevando sus riendas.

Uno de los propósitos fundamentales de La Cuarta Transformación, es cambiar la forma en que se hace la política en general; sin importar la procedencia partidaria, es decir que, no solo morena debe buscar cambiar esa forma en que se ha venido desarrollando la vida pública; sino que una nueva forma de hacer política debe de involucrar a todos los partidos y a todos los sectores de la sociedad. Aunque el reto es grande, es lo más conveniente para nuestro país y para las futuras generaciones. El viejo régimen que fue derrotado (solo en votos) el 1 de julio del 2018, normalizaba que quien participara en la política tenía derecho a sacar provecho personal; por lo tanto, quien obtuviera un cargo público, se podía hacer rico prácticamente de la noche a la mañana; era muy común ver a la política como un boleto de lotería. Por tales motivos, nuestras instituciones se llenaron de ambiciosos y no de idealistas; a eso hay que atribuirle el fracaso de todas las políticas sociales que disque se habían implementado. Para cambiar la forma de hacer política, debemos de primero cambiar a quien hace la política. Debemos erradicar creencias como la que dice que “un político pobre, es un pobre político”; que la política se llene ciudadanos y ciudadanas idealistas y libres, debe ser nuestro un anhelo colectivo.

Seguramente usted identifique a dos tres politiquillos tradicionales dentro de la cuarta transformación y se pregunte ¿Por qué AMLO los arropó? Pues bueno, solo recuerde usted, que el cura Miguel Hidalgo se alió con ambiciosos desertores de la corona española, para poder lograr un objetivo superior, que era darle empuje a la guerra de independencia y logro iniciar el movimiento que nos libró del imperio español. Recuerde como Villa, Zapata y Madero liberaban a los peores delincuentes de las cárceles para integrarlos a las filas revolucionarias; después la revolución mexicana y sus exigencias triunfaron. La historia de las causas justas y sus movimientos está llena de indeseables de traidores y de oportunistas, que sirvieron en solo en un principio; en la 4T no es distinto. Si AMLO hubiera tenido la certeza del triunfo arrasador que tendría, tenga por seguro que no hubiera hecho alianzas con chantajistas y oportunistas; pero como no es adivino, tuvo que tomar el riesgo para cuidar el proyecto colectivo.

Ahora a la ciudadanía no solo le toca identificar quienes son los políticos tradicionales doble discurso; sino que también tiene que eliminarlos de la vida política. No le hacen falta a la sociedad, no le hacen falta a La Cuarta Transformación. Ahora México necesita cambiar a los ambiciosos vulgares, por idealistas con principios.

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