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viernes, 19 abril, 2024
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La realidad de la pobreza en México: se mueve, pero no cambia

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Por: La Jornada Zacatecas •

La pobreza sigue y sigue: persiste. Todas las mediciones por décadas terminan en la misma conclusión: estancamiento. Del 2003 al 2013, o del 2008 al 2018, la resultante es la insistente y misma realidad. La realidad se mueve, pero no cambia. Todas las mediciones giran alrededor de 53 millones de personas por debajo de la línea de pobreza. Años que baja un poco, luego vuelve a crecer, baja y sube, pero se mantiene. Los movimientos son oscilatorios con una tendencia absolutamente congelada. Lo mismo ocurre con las regiones. El país se divide en norte y sur. Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Veracruz continúan en la mayor pobreza nacional, mientras Nuevo León o Sonora tienen crecimientos económicos cercanos a países desarrollados.

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La pobreza es un meta-dato: informa de manera sintética el comportamiento de muchos aspectos del desarrollo humano: rezago educativo, acceso a servicios de salud, seguridad social, tipo de alimentación, calidad de la vivienda y de los servicios básicos. Es decir, la pobreza no mide sólo ingresos en las familias, sino condiciones para la calidad de vida. Es justo lo que se denomina con ‘pobreza multidimensional’. Así, la persistencia de la pobreza significa que la calidad de vida de los mexicanos está estancada en el lodazal de la insatisfacción. Los avances en la llamada ‘pobreza extrema’ son un poco tramposos, como el propio concepto de ‘pobreza extrema’. Es un subconjunto de pobreza alimentaria. ¿Acaso el hecho de que haya personas que no tengan el recurso suficiente para adquirir la canasta alimentaria básica no es ya ‘extremo’? Pues en la pobreza extrema se suman los pobres alimentarios que, además, tienen 3 o más carencias de derechos básicos. Esto es, los mexicanos que viven en la plena calamidad.

Para superar la desastrosa realidad que persiste en nuestro país se requiere romper el círculo intergeneracional de la pobreza. Círculo maldito. Y para eso, se ocupa organizar las condiciones de vida de las nuevas generaciones. Ingresos, salud y educación vinculada al mercado de trabajo, son los ejes de una estrategia exitosa para romper el círculo del que hablamos. Ahora (se dice) se ha superado el neoliberalismo, esperamos-no-esperar-los resultados del mercado, sino asegurar consecuencias efectivas por la acción decidida del Estado. Una de las medidas es fortalecer el mercado interno por vía del gasto público, pero justo la política de austeridad disminuye ese tipo de gasto. También es la coordinación entre educación superior y detonación de economías locales para crear empleos calificados (no precarios), pero la guerra contra las universidades estatales y la falta de un programa de desarrollo regional, impide tener expectativas en este aspecto. El programa de Jóvenes Construyendo el Futuro es la estrella del Gobierno Federal para la creación de empleos en las nuevas generaciones. El objetivo es muy bueno, pero la operación está hecha un asco: cerraron la operación del programa de este año sin previo aviso o justificación alguna. Todo parece indicar que las pocas apreciaciones señalaban que estaba operando fuera de objetivos: negocios que no existían, empresas ‘de cuadros políticos’ o jóvenes que sí trabajaban y nunca resolvieron su desajuste administrativo y, por tanto, jóvenes que trabajaban, pero terminaron sin apoyo de la beca. Un caos. La intención del programa es buena, pero deben mejorar mucho los procesos de implementación. La solución es la evaluación porque es el mecanismo para la mejora de procesos, pero se ataca al organismo que elabora las metodologías de la evaluación. En suma, por lo que podemos ver, la pobreza seguirá persistente en nuestro país.

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