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jueves, 25 abril, 2024
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■ Alba de Papel Epigrama en el telar

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

En el discurso de la cultura, muchas veces se reprocha que el papel de la burocracia es obstaculizar, ya sea para conseguir capital político, o bien por una grave omisión, asociada al desconocimiento de la importancia que tiene el patrimonio cultural intangible (en este caso, el arte popular), no sólo como continente de una identidad y una relación de pertenencia a la comunidad, sino como una estrategia para fomentar el desarrollo económico y social.

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Impulsada con visión por el diputado de la LVI Legislatura, profesor Javier Macías Rosales, originario de Villa García – el único municipio artesanal de los 58 que conforman el Estado de Zacatecas, hoy convertido quizá en un gran dormitorio, dado que su gente se va a trabajar a Aguascalientes y el oficio en telar de pedal, es posible que se esté perdiendo-, en diciembre de 1999 se publica el decreto de creación del Instituto de Desarrollo Artesanal, omitiéndose por años, su marco legal y sus alcances como organismo público descentralizado.

A pesar del esfuerzo que representó su creación, durante los siguientes seis años, fue una ley soterrada, enterrada viva y el IDEAZ fue convertido en el traspatio de desarrollo económico como una oficina más, sin significado ni destino político.

Quien esto escribe, gestora cultural empírica especializada en la difusión artística, lectura, culturas populares y desarrollo comunitario, con un marcado interés en las políticas públicas a nivel municipal, en 2005 tomó el reto temerario de hacer valer su estructura jurídica, por encima de la cerrazón prevaleciente, nunca de quien fuera la gobernante en turno, sino de funcionarios de menor talante.

Lo que había, era un constreñido espacio de 6X6, un presupuesto menor para pagar casi en exclusividad la nómina de cinco personas y un exiguo fondo para mantener algunos viajes de comercialización y talleres de bisutería, sin mobiliario y un apilamiento de cajas, eso era el IDEAZ, casi inexistente, ejemplo del abandono y la inercia institucional, que en muchos sentidos, limitó y agredió su responsabilidad como facilitador de herramientas para el cambio social.

Otro desafío, fue el rumor constante y conspirador, de que a excepción del Centro Platero y los textiles de Villa García y Guadalupe, la artesanía y el arte popular se habían perdido en Zacatecas, con el agravante de los pocos artesanos que se anunciaban como tales, históricamente habían sido objeto de manipulación y trato demagógico, hecho que en algunos momentos, afectó el enorme reto de rescatar y dignificar del arte popular zacatecano.

2005 fue un año complicado, no bastaba el apoyo gubernamental -que ha sido el más fuerte y más sólido hasta 2010-, en toda la historia institucional del IDEAZ (Hoy Subsecretaría), hasta encontrar y coincidir con la entonces diputada federal Aurora Cervantes, cuya gestión financiera hacia el interior de la Cámara, sentó un precedente nacional a favor del arte popular.

Una gran cantidad de alianzas con grandes especialistas, permitieron la elaboración de un diagnóstico preliminar para formalizar un esquema de investigación con un grupo de egresados en historia, diseño artesanal e ingeniería industrial de la BUAZ, la Escuela Nacional de Artesanías del INBA y la UAM Unidad Azcapotzalco, así se formaron equipos inter y transdisciplinarios en las áreas de la narrativa y creación popular.

Investigación, Capacitación, Difusión y Comercialización fueron los pilares de un trabajo que dinamizó una actividad que se creía extraviada y mostró – por los grandes esfuerzos de los grupos profesionales que se formaron- y de los grandes maestros artesanos que se localizaron, un nuevo escenario de oportunidad y de reto para trabajar a favor de un sector desposeído e incrédulo, siempre sobreviviente de su labor creadora como expresión colectiva.

El nacimiento de la Casa de Artesanías de Zacatecas Capital, la creación y permanencia de las expo-ventas locales, regionales y nacionales, la Casa de Artesanías de Jerez y el Instituto Municipal de Desarrollo Artesanal de Fresnillo, aunado a una histórica serie de publicaciones entre monografías, estudios y ensayos sobre el arte popular zacatecano, que a la fecha, no tiene comparativo con la producción editorial de otros estados.

Un padrón de 100 artesanos se incrementó a 2000 para un sistema estatal de información incipiente y una fuerte convocatoria de concursos para los artistas populares, impulsaron una estrategia determinante para su crecimiento, bajo un esquema conveniente de convenios internacionales con el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Mundial del Trabajo y Muñoz-Galí, A.C. de origen español para la creación de un programa de diseño inspirado en piezas de los museos estatales.

Un trabajo en suma, impulsado por un gran equipo, fortalecido por especialistas como María Teresa Pomar – que sigue siendo el ángel de cuanto existe en el Estado-, Ana María Gómez Gabriel, Marta Turok, Fernando Shultz y Ofelia Murrieta, entre otros. El legado con equipos para talleres, acervos para iniciar una biblioteca especializada y una muestra nacional de arte popular, así como vehículos, y se reitera como legado, fue el Centro de Investigación y Experimentación del Arte Popular en la Casa Grande Tacoaleche, que se logró incluir dentro de la Red del Centro de las Artes de México, el único con esta vocación, que no alcanzó a inaugurarse en 2010, cuyo rumbo sigue indefinido a la fecha.

El período 2011 – 2016 constituyó un punto ciego y estático que no vale la pena analizar, salvo por el traspié de su conversión a Subsecretaría, dependiente de la Secretaría de Economía, con ello, una automática desaparición de autonomía y capacidad de gestión.

Ante el nuevo impulso que esta Subsecretaría ha realizado en los últimos tres años, para recuperar y dar continuidad a ciertos programas e innovar en otros, con mayor apertura, compromiso y voluntad política, convendría llevar a la discusión responsable, la legítima aspiración a que retorne a su origen como instituto, como organismo público descentralizado y para lograrlo, se cambie su marco legal, de otro modo, conforme el escenario nacional, podría también interpretarse que formara parte del Instituto Zacatecano de Cultura, así como hoy, lamentablemente Fonart depende de la Secretaría de Cultura, en la mayor incertidumbre.

Lo viable y con apego a derecho, es que vuelva a ser el IDEAZ, con renovado espíritu y coraje para seguir adelante, tomando lo bueno y mejorando aquello que no fue, así debiera ser la vida institucional en sus niveles de gobierno.

Con gratitud a los maestros artesanos de Zacatecas, y con reconocimiento a quienes los promueven y dignifican, sin mayor propósito que hacer bien su trabajo.

A los maestros Javier Buendía, José Gómez Ontiveros, Bricia Favela Astrain, Ramón Murillo Salas, Carmelita Incháurregui, Aurelio García Colmenares, Juan Solís Castillo, J. Encarnación Ruelas y Rodrigo Roque por sus grandes enseñanzas y amor por su arte. ■

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