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jueves, 25 abril, 2024
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La política de Jóvenes y el nuevo gobierno: ¿modelo (aún) conservador?

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Por: Marco Torres •

La reproducción de males en el país, en gran parte, se debe a una causa común: la reproducción de una sociedad con poca Cohesión Social. México se ha convertido en una sociedad de exclusas. Espacios sociales que no tienen intersecciones: verdaderos mundos paralelos. Sin intersecciones o sin lugares comunes o de encuentro. En la reproducción de la desigualdad que ya es fragmentación y segmentación, hay espacios de privación y de privilegio. Lo público, por el contrario, se define por 3 rasgos: (1) lo común a todos, (2) lo que es de libre acceso y (3) aquello que se publicita. Pues bien, no sólo hay inhibición de ese libre acceso con formas privativas sólo a capas de ingresos altos, sino que han desaparecido espacios comunes de aquellos que son desiguales. Los desiguales no se encuentran. Los espacios de encuentro son vitales: por ejemplo, las escuelas se han convertido en lugares para adquirir capital social. Entre escuelas diferentes pueden tener distribución de contenidos cognitivos similares, pero en ciertas escuelas se contactan muchos alumnos de origen medio con hijos de las élites, lo cual trae ventajas de contacto social que se traducen en empleo o en emprendimientos ventajosos.

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Uno de los programas que pretenden atender este problema, es el llamado “Jóvenes construyendo el futuro”. Los lineamientos de ese programa tienen el objetivo de empujar el primer empleo de los jóvenes, capacitación y su alejamiento de actividades delictivas. Al acercarnos al programa observamos que es atractivo, sin embargo, surgen algunas dudas: servirá para atemperar la pobreza de los jóvenes, ¿pero también servirá para disminuir la desigualdad? Me parece que tiene el mismo problema de las estructuras escolares, que generan una inclusión desigual. Al igual que el programa de Universidades Benito Juárez, crearán escuelas pobres para los pobres. Lo cual implica que sí producirán cierta inclusión de derechos sociales, pero en forma desigual. Total: las brechas o la estructura de las exclusas no veo cómo puedan ser eliminadas.

Ahora mismo la cobertura en educación superior es de 30 %, y de esta población llega a tener ocupación en su área profesional la mitad. El 66% de los jóvenes tienen un tipo de trabajo precario. ¿Cómo estos programas cambiarán esa estructura de exclusión? Para lograr revertir dicha estructura social se tendría que sincronizar estrategias en diferentes campos del desarrollo. Especialmente los campos educativos con el económico-productivo, bajo un modelo de desarrollo que busque la equidad. Conectar la creación de emprendimientos económicos con los estudiantes y egresados de las universidades. Por tanto, becar a los jóvenes para que permanezcan en las aulas está bien, pero junto a ello, dicha permanencia debe ser en oferta educativa que esté amarrada a una expectativa económica segura. De lo contrario, se pueden incluir a los jóvenes al estudio que al pasar de 4 años se convertirá en desempleo. Es decir, la innovación no debe ser sólo educativa, sino debe ser ‘económico-educativa’, un solo acto de innovación que incluya en un solo momento ambas dimensiones. Y además, con procesos de integración de cadenas de valor y cohesión territorial.

Esto es, los proyectos no deben estar pensados en empresas aisladas, sino en verdaderos sistemas de productos y servicios. No emprender empresas, sino sistemas de emprendimiento. La planeación se convierte así en construcción de sincronización y acoplamiento de sistemas económicos y educativos con perspectiva de generación (con prioridad en jóvenes, para romper el circulo de reproducción del mal). El asunto es que en los programas de desarrollo del nuevo gobierno veo algunos programas virtuosos (como el arriba mencionado) pero sin constituir sistema. Y sin visión sistémica, los problemas complejos como la desigualdad no tienen solución.

En suma, el problema que tenemos encima con las jóvenes generaciones es de fragmentación e inclusión desigual, y es lo que en los programas de gobierno no se ve satisfecho. Además de otros requisitos que tienen las políticas contra la desigualdad: ver no sólo el polo de la pobreza, sino el de la riqueza. Las políticas tradicionales se proponen generalmente disminuir la pobreza, pero no moderar la riqueza extrema; pero sin esto último la desigualdad no será menor. Faltan elementos para fundar la esperanza en un México más equitativo: es un modelo de gobierno aún conservador. ■

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