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jueves, 28 marzo, 2024
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El arte es también una cadena de producción: Manuel Velázquez

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Por: MALIYEL BEVERIDO •

La Gualdra 370 / Entrevistas / Arte

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Acostumbramos ver al creador como un personaje solitario, cuando en realidad siempre ha sido, según Manuel Velázquez, una persona que realiza diferentes actividades y se relaciona de diversas maneras con la sociedad, no solamente a través de la creación. Cuando enumero “artista, promotor, crítico, funcionario, empresario, maestro… ¿me faltó algo?”, Manuel Velázquez sonríe y apunta que para él el artista es un personaje múltiple que tiene que desempeñar muchos roles y aunque quizás ha sido así en toda la historia, ahora eso le parece más evidente a través de las redes sociales. Opina que una las actividades sustantivas del artista es la creación, pero también es sustantiva la difusión de su obra, por eso es necesario socializar: “Siempre les digo a mis alumnos: Miguel Ángel en algún momento tuvo que conocer al Papa y tener alguna relación con un círculo específico para poder hacer la Capilla Sixtina”; por otro lado, está la parte administrativa, el artista en su taller administra recursos materiales y humanos.

Por la manera en la que él lleva la actividad artística y por su convicción de que el arte se desarrolla en parte en la producción, pero también en la distribución y en el consumo, Manuel Velázquez ha asumido los distintos roles mencionados. Oriundo de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, es miembro del SNCA, ha sido por muchos años docente en la Universidad Veracruzana; en el Instituto Veracruzano de la Cultura fundó el Jardín de las Esculturas y fue Subdirector de Planeación, Seguimiento y Evaluación.

Maliyel Beverido: En honor a la verdad, no todos los artistas abren ese abanico, ¿qué tendría que hacer quien no tiene esos talentos, esa formación o esa inclinación a la diversificación?

Manuel Velázquez: Para eso existen los agentes. Hay que relacionarse con un curador, con un gestor, con un administrador que lleve los asuntos de su taller. En muchas ocasiones han sido los mecenas, las galerías, los amigos o las parejas de los artistas quienes se encargan de eso. Sabemos que Olga Tamayo administraba, difundía y organizaba la obra de Tamayo, y que él no lo hacía por dedicarse a la creación. Todavía hay ese esquema, pero precisamente por la época, la profesionalización del artista en diversos ámbitos es cada vez más demandada. El ambiente ahora es mucho más competitivo, hay que generar acciones para vender y vivir del propio trabajo, y eso requiere un profesional mayormente capacitado en otras cosas. Hablaba también de las redes sociales; se necesita que el artista se autopromocione, o que genere ciertas actividades que le den visibilidad. Si no lo hace uno hay que ver quién y pagarle o llegar a un acuerdo, un intercambio.

MB: Has buscado esta diversificación de manera muy consciente ¿cuál ha sido tu formación?

MV: En un primer momento estudié en la Escuela de Artes Plásticas de Chiapas, donde se impartían dibujo y pintura solamente; una formación académica, con modelo y realista. Podías salirte un poquito del esquema, pero el maestro siempre te jalaba. La diversificación empieza cuando llego a la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana, porque descubro nuevas técnicas: la serigrafía, el grabado, la litografía. Egresé de la licenciatura con la opción serigrafía, técnica que por sus propias características me permitía entrar al mercado laboral: podía imprimir playeras, carteles… en aquel entonces no existía la impresión digital. A la par de eso hice mi servicio social en la galería de la propia facultad, me involucré en –no existía la palabra curador- la selección de obra, el traslado, el embalaje, el montaje de exposiciones. Eso me permitió relacionarme con artistas ya consolidados; me di cuenta de cómo gestionaban ellos su obra. Me sorprendía llegar a un taller y ver que tenían una secretaria, una pequeña sala de exposición, un taller de producción; empecé a conocer mucho del ámbito profesional.

Luego, todavía dentro de la facultad, hubo un festival infantil al que me invitaron a dar unas clases para niños y adolescentes; ahí comprendí mucho de lo

que era la educación artística. Posteriormente, regresé a Chiapas, a la escuela donde me había iniciado, por casualidad entro como maestro y como director, y ahí ya empiezo a ser académico-administrador… Esas casualidades son cosas que te van formando.

MB: Desde de tu experiencia como mediador ¿cómo ves el desarrollo artístico de la periferia? ¿Sigue siendo CDMX la medida del éxito?

MV: Depende de en qué pensemos que consiste el éxito y en dónde quiera estar ubicado cada quien. La experiencia me permitió conocer que existen diferentes circuitos de obra; he expuesto en diferentes partes del mundo y lo que he descubierto es que la periferia en otros países es muy similar a la que vivimos en México: hay grandes centros culturales y hay artistas que se mueven en circuitos distintos, su producción es diferente y se relacionan con otros artistas que también están en otras periferias. Si el éxito lo evaluamos como exponer en los grandes museos, acceder a los grandes capitales y a las grandes galerías, siento que sí hay que estar en los centros, vivir allá, estar presente para poder tener esa visibilidad; depende de lo que cada quien quiera. La periferia me permite tener una oposición a lo que veo como un arte hegemónico que se distribuye en las grandes galerías, pero que no es exactamente el que me interesa. De una manera inteligente creo que hay que jugar en ambas bandas: tener un pie en el centro, porque eso te da visibilidad; pero tener un pie en la provincia, porque eso te permite generar una producción distinta, no que sea más libre, pero sí con menos necesidad de alinearte a un sistema.

MB: ¿Qué hay de la diferencia entre creación y producción?

MV: La producción artística involucra creación, imaginación y originalidad, hasta cierto punto, pero el artista es un productor. Discutía con mis alumnos sobre qué pasa con un artista que tiene una gran obra, ¿qué hace luego? Yo decía que es como una losa que tienes encima ¿no? ¿Cómo superar lo ya hecho? A veces simplemente estás produciendo: tienes un acierto y esa obra sale con mayor éxito en el mercado, pero tú tienes que seguir produciendo, y a lo mejor lo que sigue no

es igual de relevante que lo anterior, pero tu labor es de producir. Sí pienso que hay un momento creativo donde le pegas y tienes éxito, pero hay otros en que simplemente cultivas una disciplina, un hacer.

MB: Recién ingresaste al SNCA ¿qué cambia eso para ti?

MV: Es un reconocimiento importante, a nivel nacional es algo que te da visibilidad, y que celebro porque me da también una solvencia económica; además, pocas veces se otorga a quienes vivimos en provincia. Cuando tuve la beca de Jóvenes Creadores del FONCA, recuerdo que éramos sólo tres personas las que íbamos de fuera -en 1994-. Los sistemas de selección han cambiado; sin embargo, todavía la mayoría de los beneficiarios vive en la Ciudad de México. Necesitamos sentir que a lo que le hemos apostado al final nos da visibilidad, pero también te da cierta tranquilidad para producir. Mi forma de producir es muy cara porque muchas de las cosas no las hago yo; yo hago un dibujo, una maqueta, pero finalmente lo terminan resolviendo un carpintero, mis asistentes…

MB: Tienes gente que ejecuta tus ideas…

MV: Sí, y ahí trataría de redondear con otra parte en la que he insistido mucho, que la actividad artística también implica desarrollo económico: yo le pago al carpintero, a mis asistentes; entonces mi taller no solamente me nutre a mí, también a otras personas.

MB: Finalmente, ¿qué nos puedes contar de tu proyecto?

MV: Es un proyecto en el rubro de escultura, siendo yo pintor. Se trata de una serie de estructuras muy similares a las de la construcción. Busco más bien obras que generen ambientes; lo que estoy trabajando no es una pieza que te llevas a tu casa, sino más bien que tiene que ver con el espacio expositivo, con cómo se relacionan las obras con el espacio que las contiene; les llamo obras escénicas.

Me llamó mucho la atención que en una exposición en el Museo de Antropología de Xalapa, en 2017, la gente se acostaba o se metía dentro de las piezas; me di cuenta que eran muy corporales, hechas no sólo para la vista sino

también para que la gente lo viva con su cuerpo. Fue una experiencia muy interesante, y al formular el proyecto para el SNCA lo pude conceptualizar y proponer.

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