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jueves, 28 marzo, 2024
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■ Historia y poder Doctores valientes en la historia de Zacatecas

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

A la entrada de las legiones de religiosos al estado de Zacatecas, llegaron con ellos los doctores y enfermeras que a la vista tenían grandes retos ante el desastre humano de las codicias.

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Superado el orgullo de que una zacatecana fuese la fundadora de la cruz roja nacional, que los hospitales públicos estuviese siempre abarrotados de pobres y menesterosos llenos de enfermedades, los doctores hicieron más que historia, trataron de cumplir a cabalidad su misión de curar, corregir, restituir la salud y en aras de la humildad, salir airosos muchas veces.

Otras no.

Vi documentos en los archivos zacatecanos que pararían de su asiento a más de un mirón: aparte de cotejar tesis en licenciaturas y doctorados en derecho, medicina y de la historia, pude comprobar, además de documentos de primera mano, cómo el egoísmo y la vileza de las relaciones feudales y del capital, arremetieron en el sufrimiento de cientos de miles de niños, mujeres, ancianos y de todas clases y de toda laya, ergo, una población desprotegida, y aun así, atendida como dios y las limosnas daban a entender.

¡¿Paros de doctores?? Protestas de enfermeras? ¡¿Cobros excesivos? ¿Contaminados ellos y ellas mismas? Imaginemos los saldos de las hambrunas, de las epidemias que fueron el azote iracundo matando a miles y en variadas épocas, imaginemos los resultados funestos de las intervenciones armadas extranjeras en donde los fusilamientos, los azotes y las mutilaciones eran cosa diaria, entonces, los doctores eran llamados a atender, curar, resignar, paliar el dolor.

En 1914 a la entrada del portentoso ejercito villista a la ciudad de Zacatecas y sus trenes con altísima tecnología médica, no bastó ante la hecatombe de tantos y tantos heridos en un mar de fusilados y victimas de estruendosas venganzas, para atenuar el escenario desastroso que estaba frente a sus ojos.

Doctores fueron muchos y muy valientes, los que atendieron a las prostitutas sifilíticas y sus horrendos olores, el drama humano de ser víctimas de una pobreza ancestral y de un egoísmo hipócrita y rampante de las clases pudientes ante la falta de medicamentos, estímulos y reconocimientos.

Hoy el cuerpo médico es notable en Zacatecas. Entre crisis, aplausos, disyuntivas, labores y el reto de ser siempre mejores y efectivos, fuera de prejuicios, crisis abundantes y la atención selectiva o popular. ■

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