En casa de Ignacio, capataz de la finca cafetalera en el altiplano guatemalteco, la indígena kaqchikel María, quien fue forzada a desposar al capataz, desgrana el maíz seco mientras se escucha el retumbar del volcán, gradualmente con más fuerza, seguido de un golpe seco. Pese a los gritos admonitorios del marido y los chillidos de Blanca, su cerdita, la maya continúa su labor, incesantemente, como se lee en el guión: Poco a poco, una lluvia de ceniza cae sobre ella. María no deja de trabajar.
La idea finalmente no prosperó. Durante el rodaje acabó transformándose, a decir del guionista y realizador nacido en Guatemala en 1977, y la metáfora de las mujeres-volcanes se fue haciendo más y más fuerte: Retumban, pero no pueden hacer erupción
(el título alude precisamente a un volcán en femenino). Además, recuerda que la directora de arte fue especialmente clara al advertirle que el presupuesto no resultaba suficiente como para crear una lluvia de ceniza, añade Bustamante entre risas.