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jueves, 28 marzo, 2024
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Eusebio Ruvalcaba (1951-2017). Con el alma en la mano

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Por: Mauricio Flores •

La Gualdra 349 / Op. Cit. / Libros

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Los escritores que se toman en serio ven su nombre escrito en la

historia de la literatura. A partir de ahí la literatura los estará

educando. Ya no con como son. Sino como la leyenda que quieren

ser.

E. R.

 

¿Cuántas historias habrá imaginado en vida Eusebio Ruvalcaba? ¿Cuántas se estarán tejiendo en su mente, convertida ahora en humo, música intangible, un año después de su muerte?

Mucho me temo que para los aconteceres de estos días Eusebio estaría ya marcando distancia. Incomodándose ante el alabo, que no mal agradecimiento; indignándose ante la superficialidad, que no pesadez.

Por eso, verdad de Perogrullo, habrá que volver a sus letras, muchas. Sin dejar de registrar los distintos afanes por ofrecerle reconocimientos diversos.

De entre las primeras comenzaron a circular dos libros, uno póstumo, especie de novela gráfica llamada Adrenalina, con ilustraciones de Celestino; y la reimpresión de La tumba del alacrán (cuento), ambos bajo el sello de Lectorum.

Adrenalina cuenta las pasiones de iniciación de un joven confundido entre la realidad y el sueño. Prosa directa y sin inhibición, bien acompañada de las ilustraciones del artista plástico catalán, es la que descubrirá el lector en la novela, y que Ruvalcaba dejara en forma de guion a los editores, semanas antes de su muerte.

(Y cómo no, un texto salpicado de guiños a la permanente enamorada del autor, la música. Puesto como lo afirmó en otro espacio: “el arte de escribir tiene que ver con el gozo de escribir”).

La tumba… reúne una treintena de narraciones cortas, quizás el terreno literario donde mejor se proyectó la riqueza escritural del autor. Son, lo dice bien el presentador anónimo, relatos provenientes de un maestro de la narración. Un escritor que logra “que un relato breve esté cargado de emociones, recuerdos y añoranzas”.

Como en Adrenalina, nos encontramos con relatos “crudos y desgarradores” donde no está exento el humor negro. Relatos cínicos, sí, “todos contados con el alma en la mano, tan es así que en muchos nos sentimos identificados, y quizás incómodos”.

Con el alma en la mano, como anduvo siempre la vida literaria y la vida vida de Eusebio Ruvalcaba.

 

Dos hombres

Los tengo enfrente de mí. Sentados en una mesa de tantas. Estamos en El Gallito. Se ve que son compañeros de oficina. Vestidos exactamente igual. De corbata. Camisa blanca. Traje oscuro. Pero uno se adivina el jefe. Algo tiene. O así es conocido aquí. Porque el mesero te roma la orden a él antes que al otro. Apunta en su comanda. Beben agua de fruta. Pese a la promoción de 2X1 en bebidas nacionales. Les traen una sopa —¿de médula, de tortilla?—que comen con desesperación. Sobre todo el subalterno. Porque uno es el jefe y el otro el subalterno. No les quito la vista de encima. Piden el siguiente platillo. No cruzan una sola palabra. Se percatan de mi mirada. Pero no se incomodan. En lo mínimo. Cada uno está jugando con su celular. Jugando o revisando correos. Ignoro o que hace la gente con su celular. Ni siquiera pienso en eso. De pronto piden la cuenta. Más bien es el subalterno el quien la pide. Se la llevan. La paga de inmediato. El jefe se retira. Le dice un par de palabras a subalterno. Saca un billete para la propina. Y se pierde tras el umbral de la entrada. Entonces el subalterno ordena un trago. Se lo taren. Quizás un vodka. Quizás un ron blanco. Él mismo se lo prepara. Un poco de agua mineral. Un poco de refresco de cola. Se lo lleva a la boca. Cierra los ojos. Pero no se detiene ante la acometida del alcohol. No baja el vaso hasta que concluye el contenido. Se prepara la otra. Que disfruta con sobriedad. Da un buen sorbo y deja el vaso en la mesa. Pasa los dedos por el canto. Exhala con parsimonia. Disfruta el ritmo con que lo hace. Hasta donde estoy, escucho su respiración mesurada y cultivada. Disfrutable. Levanta la mano y ordena la siguiente. Que son dos. Se la sirven como es costumbre. Una en el vaso. La otra en un caballito enorme. Se la prepara. Y la bebe. Ahora sí. Con la sapiencia del bebedor consumado.

Eusebio Ruvalcaba

 

 

Abren librería

En honor a Eusebio Ruvalcaba, se inauguró la semana pasada la librería homónima en la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) de Oriente, la cual tendrá un acervo de 21 mil ejemplares, con siete mil títulos diferentes, y atenderá a la población de Iztapalapa y de los municipios de Nezahualcóyotl, Los Reyes La Paz, Chimalhuacán, Ixtapaluca y Chalco, del Estado de México. La librería se abrió en confluencia del Fondo de Cultura Económica y la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México. También fue estrenada una Estación de Lectura del FCE, en la Ludoteca de este recinto, que servirá para reforzar las actividades de fomento a la lectura que realiza el centro cultural. Todo en reconocimiento a la obra literaria del autor, que distribuyó entre la creación y la enseñanza.

 

 

***

Eusebio Ruvalcaba, Adrenalina, con ilustraciones de Celestino, Lectorum, México, 2018, 168 pp.

——La tumba del alacrán, Lectorum, México, 2017, 118 pp.

* @mauflos

 

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