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viernes, 19 abril, 2024
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Adiós, y…

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Por: JOSÉ DE JESÚS SAMPEDRO •

La Gualdra 348 / José Manuel Enciso González. In Memoriam

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Previo esto casi siempre a la Navidad, casi siempre recibía una postal-tarjeta de don José Manuel Enciso González: sobria, me deseaba sólo o “paz”, “bienestar”, “ventura”… A nombre suyo, decía, es decir: a nombre todo de la familia. La ilustraba un colorido o un sepia dibujo: de alguna escena, una calle, de algún objeto, un personaje… Y al contemplarla luego, al verla, casi siempre también celebraba íntimamente yo aquella obvia prueba de una vida ciudadanamente generosa, fructífera, reflejada entre las infinitas líneas de una obra gráfica poseedora de un estilo (preciso: de una específica manera de percibir y de intuir el directo entorno) al servicio extremo de la figura, de los complementarios o alternos planos y pigmentos y volúmenes y contrastes de la figura. (Entre paréntesis, recuerdo aquí a otro contemporáneo nuestro: a don José Guerrero Guerrero, notable acuarelista y director de la Biblioteca Pública propia de comienzos de la década de los 1970 en la ciudad de Zacatecas). En síntesis, una figurativa obra posible entonces gracias a una exacta memoria y a talento innato. Y a un culto (y profundo y profuso) y disciplinado trazo… Cierto: un día, conversando un tanto al garete, debajo de un violáceo y rojo crepúsculo que invadía apenas el sutil espacio de la Alameda, don José Manuel Enciso González me dijo que mientras más sencillo más complejo era el trazo. Y el violáceo y rojo crepúsculo aun mejor trazaba los arbustos, los árboles. “Un perpetuo instante éste”, pensé… Instantáneamente ahora petrificado.

 

 

 

 

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