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jueves, 28 marzo, 2024
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Ante la corrupción ¿Y ahora qué?

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Héctor Aguilar Camín coordina a un interesante y prestigioso grupo de intelectuales en el libro ¿Y ahora qué? México ante el 2018. En la presentación, el historiador quintanarroense logra un diagnóstico ya reiterado por varios en esta antesala de la elección más grande de nuestra historia: “El país que irá a elecciones en 2018 es inferior al que soñaron estos años sus gobiernos y sus ciudadanos, y al que ambos hubieran podido construir equivocándose menos”. Continúa: “el problema primero de México es la corrupción y la consiguiente debilidad de su Estado de derecho. El segundo es la gobernabilidad democrática y la baja calidad de los gobiernos. El tercero es la seguridad pública. El cuarto, la falta de crecimiento económico, la persistencia y el aumento de la pobreza y la desigualdad. El quinto, la ausencia de un Estado de bienestar digno de ese nombre. El sexto, la indefinición del lugar de Méxicoen el mundo, frente a sus vecinos incómodos, Estados Unidos y Centroamérica, y frente a los desafíos de la nueva civilización”.
El primer capítulo del libro se titula Corrupción. La sombra de las instituciones, a cargo de María Amparo Casar. En él se resalta el complejo fenómeno de la corrupción y la problemática de abordarlo, combatirlo y sobre todo, abatirlo a niveles aceptables en una sociedad tan acostumbrada a ella como indignada por el abuso denunciado en fechas recientes. También aborda la ineficacia de nuestros contrapesos democráticos, nuestras instituciones de rendición de cuentas o accountability horizontal, así como las graves consecuencias que la propia corrupción conlleva, tanto en materia social (desigualdad) como en el Estado de Derecho (impunidad e inseguridad). Ello lleva a Casar a concluir en sus tres propuestas base, mismas que han sido adoptadas por la Coalición Por México Al Frente y sus candidatos: “Uno. Simplificar los procesos más opacos y sujetarlos a controles digitales que garanticen la transparencia. Dos. Impedir el uso de dinero en efectivo en todas las transacciones gubernamentales y de la economía formal.Optimizar la detección de transferencias ilícitas que impliquen cuentas de funcionarios públicos. Y tres. Instituir la “muerte civil” de funcionarios públicos y empresas privadas que hayan sido condenadas por actos de corrupción, mediante un registro público”.
Creo que francamente son propuestas basadas en análisis meramente teóricos, sin un asomo de la realidad de nuestro país y que caen por su propio peso, cuando menos en los últimos dos casos ¿en verdad cree Casar que en México contamos con las capacidades de impedir el uso de efectivo en toda transacción formal? Su propuesta no solo lleva a descalificar su conocimiento de la realidad mexicana, sino a un agravante más de la desigualdad ¿cuántos mexicanos no cuentan si quiera con tarjeta de débito por no decir de crédito? En mi familia no contamos con una tarjeta de débito hasta mi entrada a la Universidad, por ejemplo; conozco casos por montones, tanto en las cabeceras municipales como en las comunidades donde las tarjetas de débito no son un instrumento con el que se cuente. La tercera propuesta, la de instituir la muerte civil, cae ante el peso de los argumentos de la propia María Amparo Casar en un artículo de reciente aparición en Excélsior (El fuero, lo popular y lo irresponsable), pues las mismas consideraciones que podemos expresar para el fuero, los podríamos usar para una medida tan drástica y de permanencia como lo es esta propuesta. Escribe la académica en el artículo antes citado: La justicia en México no es ni pronta ni expedita como marca la Constitución. Si cualquier juicio lleva literalmente años, los juicios contra los servidores públicos son todavía más lentos. Con un sistema de justicia como el vigente en el que la PGR se usa con fines políticos, esta institución tendrá un arma todavía más poderosa para facilitar la condena de los enemigos o para proteger a los amigos. Fin de la cita.
Hay un serio problema de comprensión que aqueja a nuestro centralismo intelectual: su ausencia total de experiencia en la realidad de un país que no se asemeja en nada a Santa Fe, San Ángel e incluso Coyoacán en la Ciudad de México. Este país es muchos países. También a nuestra academia le urge ponerse al día sobre el México que habita y vive más allá de los claustros universitarios y cubículos. Sin comprender la desigualdad material, tangible y evidente del país que queremos transformar, no haremos sino dar tumbos y caer en nuestras propias obviedades.
Nota. Citas de UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA, NEXOS. ¿Y ahora qué? México ante el 2018 (SpanishEdition) PenguinRandomHouse Grupo Editorial México. Edición de Kindle. ■

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@CarlosETorres_

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