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sábado, 20 abril, 2024
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Julia Melissa Rivas Hernández y Manuel Parra Aguilar. Dos poetas sonorenses

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Por: Armando Salgado •

La Gualdra 332 / Poesía / Entrevistas

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La poesía mexicana suele tener una variedad de concepciones y estilos de escritura muchas veces organizados por su zona geográfica y la riqueza cultural del país. No obstante hay excepciones. En esta ocasión dos poetas originarios de Sonora -Julia Melissa Rivas Hernández (1981) y Manuel Parra Aguilar (1982)- nos comparten su hacer poético desde situaciones cotidianas que han contrastado en momentos diferentes de sus vidas dentro y fuera del país. Esta mínima aproximación al noroeste de México y a algunas de sus voces es una puerta abierta para maravillarnos con cosas simples como el amor por la escritura y su interacción con ella.

 

 

Armando Salgado: Julia Melissa y Manuel, en su trayecto como poetas han tenido la oportunidad de contrastar literaturas. Ante estos escenarios, ¿qué representa la poesía mexicana?; en lo que respecta a la poesía escrita por sonorenses: ¿qué antecedentes tiene y qué horizontes perciben?

Julia Melissa Rivas Hernández: La poesía mexicana tiene buena reputación en otros países en los que hemos estado, y no es una sorpresa ya que contamos con representantes geniales. Sobre la poesía sonorense, aunque hay muchas mujeres que escriben poesía en el estado me gustaría ver sus publicaciones, saber que sus voces son oídas y que son importantes dentro de la literatura regional, además de observar cómo poco a poco éstas se comprometen con una seriedad profesional fuerte y necesaria como creadoras.

Manuel Parra Aguilar: Para mí la poesía mexicana es lo multicultural, como sucede en cualquier región o país. Incluso esto mismo sucede en Sonora. Hay poetas muy relevantes antes de Abigael Bohórquez, como Alfonso Iberri o Mosén Francisco de Ávila, o incluso contemporáneos a Abigael, como Alicia Muñoz Romero y Alonso Vidal. Miro hacia la actualidad en el estado y descubro que somos muchos los escritores que buscamos hacer nuestro camino, poetas jóvenes y otros no tan jóvenes que saben hacia dónde dirigir su poética, radiquen o no en Sonora. Tengo contacto con algunos de ellos, con los poetas sonorenses a quienes les he aprendido mucho.

 

AS: Julia Melissa, publicaste el libro Habitaciones (JUS, 2011), el cual recibió el Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal, en 2010; en él hay un registro claro, donde cada poema es una estampa que refleja la cotidianidad y su caos ordenado como las pertenencias de un hogar. A la fecha, ¿qué aspectos has modificado de tu poética?

JMRH: Como una primera mirada a mi poesía, desde Habitaciones hasta hoy, ha cambiado. Hoy me interesa ver lo extraordinario y lo ordinario con un mismo filtro, con una tranquilidad no pasiva sino pulcramente contemplativa, como justamente lo encontré al traducir algunos poemas de la eslovena Maruša Krese. Antes me interesaba enfocarme en las relaciones literarias con el arte plástico, lo cotidiano y lo sagrado. Esto se ve en Mercadeo, libro de poemas que escribí con la ayuda de una beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora (FECAS).

 

AS: Manuel, has publicado narrativa y poesía. En tu libro de poesía Breves (CECAN, 2017), nos compartes una poética directa que va desde lo verosímil hasta la remembranza irónica. ¿Qué etapas has experimentado en tu propia escritura?, ¿qué otros libros has publicado?

MPA: En Más le valiera morir (2009) traté de enfocarme en las cuestiones de identidad adquirida por los inmigrantes en Estados Unidos. En esto Pertenencias (2014) se acerca un poco pues en este segundo libro hago un homenaje a ciertos íconos de comidas, de alimentos, y del cine de Estados Unidos. No sigo un orden al tratar de decirte de qué van mis libros, trato de enfocarme en el tema de ellos. En el estudio (2011) hay un homenaje a ciertos cuadros de Paul Gauguin y a otros de mi esposa, Julia Melissa, que en el momento de la génesis del libro me enseñaba a pintar con óleo, aunque hasta hoy no he podido hacer un trazo firme.

Con Portuaria (2014) traté de incluir las menos imágenes visuales posibles, o si éstas aparecían, que fueran por medio de la evocación de la voz poética. En Portuaria rompí desmesuradamente los versos conforme al discurso de la voz poética, la cual se centra en su pasado, en su infancia, en un puerto, y cómo éste es más irreal que el propio recuerdo del mismo. En Manual del mecánico (2012) tomé el discurso automotriz, pero también el enfoque humano de algunos ingenieros automotrices. Breves (2017) es el resultado de una beca del FECAS, en la categoría de Apoyo para la Formación Artística, en donde pude realizar una residencia de investigación del poema infantil en Buenos Aires, Argentina, en 2012, aunque los esbozos de este libro son de 2008. Breves comienza con un tono lúdico, juguetón, absurdo, pero conforme avanza, el absurdo se torna irracional en los hablantes de los poemas, de modo que todo se torna un caos.

 

AS: Manuel, Melissa, es complejo medir los productos culturales en torno a los resultados cuando se es creador artístico; ¿qué es lo que realmente importa al momento de escribir poesía?, ¿un premio, una beca o cualquier distinción definen a un poeta?

MPA: Creo que el creador artístico, como lo mencionas, debe crear. De otra manera, puede que su oficio sea otro, no el de creador artístico. En México las instituciones son muy bondadosas en los concursos, de modo que hay muchos estímulos económicos y de publicación. Lo anterior comparado con otros países latinoamericanos, donde la única manera de dignificar el trabajo literario es con una palmadita en la espalda. El recibir este tipo de estímulos ayuda al autor a tener un poco más de tiempo para escribir u hacer otras cosas.

JMRH: Lo que realmente importa al escribir poesía es sencillo: ¡es hacer poesía! Si en el camino hacia ese proceso uno encuentra una forma de además pagar deudas, comprar necesidades, viajar y sentir la satisfacción de recibir un estímulo económico por aquello que tanto trabajo y esfuerzo cuesta ¡bienvenido sea! En México tenemos tantas becas y apoyos que es una suerte poder acceder a ellos para tener el placer de dejar un poco a parte el trabajo regular y dedicarse de lleno en la propia labor artística.

 

AS: Melissa, estudiaste artes, ¿de qué maneras podemos articular otras disciplinas con la escritura?, háblanos un poco más de los posibles vínculos entre las artes plásticas y nuestra cotidianidad.

JMRH: Estudié la carrera de artes en la Universidad de Sonora, he dado clases de pintura; disfruto de dibujar y pintar; trabajé como display (mercadeo visual) y asesora de imagen, gracias a ello, cosa que fue curiosa pues en el mundo de los escaparates encontré que lo estético se configuraba igual que en la plástica, los mismos principios de composición en una pintura se aplican para decorar un escaparate. Mi vínculo entre artes plásticas y poesía es lo espacial que se lee en Habitaciones; la exploración de lo estético en Mercadeo. Este último libro tuvo una construcción linda pues mientras lo elaboraba trabajaba en la tienda departamental Liverpool y tomaba notas sobre los artificios del marketing, sobre las personas que trabajan en ese espacio contenido y me gusta el resultado, quien vea vínculos ahí entre ambas disciplinas, ¡genial! La poesía y la plástica se encuentran en todo lugar que nos rodea si deseamos verlas. De aquella época de laborar en Liverpool me quedó el gusto por el marketing, me especializo en escribir sobre el digital y la forma en la que nos venden es tan poética que sin duda el CEO en marketing de Coca-Cola merece algún premio poético por ello.

 

AS: Manuel, en Hermosillo, Sonora, ¿impartiste algún taller literario?, ¿qué experiencias te han marcado en torno a estos espacios?

MPA: Recuerdo algunos cafés donde hay espacios disponibles para ofrecer talleres o charlas de literatura, también universidades y bibliotecas públicas donde he participado en un par de ocasiones. Es en estos últimos espacios donde en mayor medida he disfrutado el compartir algunas filias y, por qué no, algunas fobias poéticas. Pero sobre todo eso que mencionas: experiencia. Mi experiencia como lector de poesía, mi experiencia como creador… e incluso mi inexperiencia o impaciencia, mejor dicho, con algunos alumnos que me sacaban de quicio cuando repetía y repetía el mismo tema al no saberme explicar.

 

AS: Melissa, Manuel, ¿háblenos un poco de su vida diaria, qué cosas disfrutan, qué los motiva a seguir escribiendo, y viajando, con arte seguro en los bolsillos?

JMRH: Mi vida diaria no tiene mucha aventura: escribo y corrijo en mi trabajo de redactora web, cocino rico (amo el color en ello y la forma), veo BuzzFeed a montones, veo Instagram, aunque mi cuenta sigue a muchos poetas, algunos círculos y claro, a ilustradores y artistas que me emociona ver y leer. Sin duda me motiva esa especie de complicidad que hemos creado y de la que disfruto con mi esposo, esto es cursi pero es el compañero de viaje en todo sentido del que más disfruto y con quien me gustaría seguir en esta construcción de vida, compartimos una fe que me hace agradecer a Dios por eso.

MPA: Puede sonar algo bobo pero la verdad es que disfruto mucho viendo series. Últimamente me he aficionado mucho a las series que puedo ver hasta tres capítulos seguidos de una serie que me guste (y sólo uno de la serie que sí le guste a mi esposa pero a mí no tanto). Otro de los placeres culposos es encender mi computadora, entrar a YouTube y ver el nuevo video de FailArmy. Creo que algún día escribiré algo al respecto. También disfruto más cuando voy a un mall que el estar en un museo. Cuando Julia Melissa y yo viajamos me gusta imaginarme situaciones casi imposibles: que en la ciudad a la que lleguemos nos reciba un extraterrestre, que la cajera del supermercado me pague el vuelto con el billete de lotería premiado… Lo que no me agrada es el traslado. Cavafis decía que no era tanto las Ítacas sino el viaje. Prefiero las Ítacas a la experiencia del viaje. Y si en esa Ítaca hay un Starbucks o un Carl’s Jr, mejor.

 

 

Homenaje a Lance Burton

[Pertenencias, 2014]

Por Manuel Parra Aguilar

 

 

Ésta es mi huella sobre las montañas hambrientas de Nevada.

La nieve cae

Y yo oigo la marcha de las montañas hambrientas de Nevada.

Mi mano se acostumbra

A señalar

El paisaje silencioso que avanza detrás de los árboles.

Con intención,

Me oculto en el bosque para seguir la marcha de las montañas hambrientas de Nevada.

La nieve guarda mi corazón en la montaña.

 

 

 

 

Elizabeth Siddall conoce a Alfred Tennyson

[Inédito]

Por Julia Melissa Rivas Hernández

 

Tan esencial como el alimento

Lizzie desprende el papel de la barra de mantequilla

Y antes de comer la tostada y de la cuppa tea

Descubre que su vida ha sido otra

Y que no hay marcha atrás

Entre manos sostiene una nutritiva verdad de sílabas y vocablos

—No, la vida nunca ha sido ésta

—No, la vida nunca será más ésta

 

 

 

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