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viernes, 19 abril, 2024
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Transparencia y datos personales: una tarea compuesta

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

La transparencia, como la pluralidad diría Woldenberg, llegó para quedarse. Es una de las conquistas más sólidas y claras de la alternancia democrática en México. El término hoy está identificado por los ciudadanos como una herramienta para apropiarse de lo público; los esfuerzos que distintos sectores de la sociedad civil, además, han reforzado el entramado jurídico e institucional de este derecho humano, hasta perfeccionarlo, convirtiéndolo en uno de los más avanzados en cuanto a instrumentos de ejercicio en nuestro país. Ha representado también un reto histórico para la administración pública en todos sus ámbitos y niveles. La cultura patrimonialista abundante en nuestra burocracia y expuesta por Octavio Paz en el Ogro filantrópico, no ha sido sencilla de desandar, sin embargo, la fructífera alianza entre gobierno, sociedad y academia ha logrado avances considerables que hace apenas algunos años, hubieran sido impensables.
Este reto ha venido acompañado de una transición jurídica sin precedentes en México, lo que ha abonado exitosamente a que hoy el acceso a la información cuente con sustentos constitucionales sólidos, pero también con una evolución en el ámbito del derecho administrativo que lo ha llevado a resaltar otros pendientes en la asignatura y otras materias relacionadas.
Quizá una de las que más tiene permanente relación –y en los casos prácticos- aparente conflicto, es el de los datos personales, pues si bien, ambas son derechos constitucionales (una contenida en el artículo 6 y la otra en el 16, de la Constitución Federal), corresponden a dos esferas distintas de los derechos humanos. El derecho de acceso a la información es uno que corresponde a toda sociedad, en beneficio de la misma, aunque su ejercicio deriva en una acción personal, sin ningún otro requisito que el de seguir los canales institucionales para tal efecto. En cambio el derecho a la protección de datos personales, es uno que se encuentra en la esfera de lo personalísimo (la “esfera de lo indecidible”, en palabras del jurista italiano Luigi Ferrajoli), cuyo ejercicio es exclusivamente recocido al titular de la información, y cuya garantía deriva en una acción social, que parte de lo individual.
Por tal motivo parecieran mantenerse en choque permanente, sin embargo son más bien complementarios, pues ambos obedecen a una razón final: los derechos humanos y la seguridad jurídica. De tal forma que mientras el derecho de acceso a la información fortalece nuestras facultades democráticas como sociedad, el de protección de datos garantiza la vigencia del Estado de Derecho; entendiendo que sin éste la democracia es prácticamente imposible, y sin ella a su vez, el Estado de Derecho carece de legitimidad. Ambos pues son herramientas constitucionales que permiten que en una sola órbita, graviten dos razonamientos de interés común.
Tanto la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como los propios órganos garantes con autonomía constitucional de tales derechos, han hecho sanos e interesantes pronunciamientos, sin embargo la evolución de esta controversia está naciendo en nuestro país y esperan aún interesantes debates que, tanto en el ámbito del control constitucional, como de la administración pública, darán mejor percepción del título de esta participación editorial, el de que más allá de oponerse y chocar, estos derechos se complementan y fortalecen mutuamente.
Pd. El Comité de Selección del Sistema Estatal Anticorrupción, que debiera elegir a los integrantes del Comité de Participación Ciudadana que encabezará el SEA, cometió un error que a todos nos costará, especialmente al naciente Sistema, careció de prudencia, llevó un conflicto a medios, antes de resolverlo con diálogo, acuerdo y consenso interno, evitando así suspicacias y daño a su propia credibilidad. Ojalá ensayen mejores posturas, respuestas que más allá del conflicto y el descrédito que hoy rodean a la vida pública, abonen a su fortalecimiento: el Sistema Estatal Anticorrupción es parte importante de un esfuerzo por rescatar la política, no por desprestigiarla más. ■

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@CarlosETorres_
www.deliberemos.blogspot.mx

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