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jueves, 25 abril, 2024
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Teodoro González de León (1926-2016). Las formas de la vida

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Por: Mauricio Flores •

La Gualdra 320 / Libros

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Llevo noventa años aprendiendo la manera de vivir, la forma de ser. No he aprendido disciplinas, las he convertido en formas de vida. La lectura es una forma de vida, el dibujo, la pintura, las escultura son formas de vida. Visitar ciudades es una forma de vida. Escuchar música y la arquitectura son formas de vida. No tener ninguna religión es mi forma de vida.

Teodoro González de León

 

 

El perfil de una ciudad se alcanza en el tiempo.

El de ésta, la gran ciudad golpeada con la recurrencia del sacudimiento, mucho tiene de historias lejanas —pero también de próximas.

De entre las segundas, aún desconcertados por emergencias y dolores, es imposible ignorar el sello inteligente y hermoso de uno de los grandes arquitectos del México y el mundo contemporáneos: Teodoro González de León (1926-2016).

“Alce usted la vista, qué ve”. “Un pantalón estructura de concreto, doble edificio que se une en las alturas”.[i]

“Mire más allá, qué distingue”. “La inmensidad volcánica vuelta urbe de conocimiento”.[ii]

Ambas construcciones, como las sedes del Fondo de Cultura Económica, la Universidad Pedagógica Nacional, el Colegio de México, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, el Edificio Virreyes, Reforma 222 y muchas más (103 edificios, 72 en el área metropolitana de la capital, 25 en los estados de la República y seis en el extranjero), sin contar demasiadas readecuaciones arquitectónicas y funcionales, diseñadas todas por González de León.

 

Lecciones

Que las consideraciones acerca de que “la arquitectura dura más que los hombres que la realizan y que lo más importante es aprender a insertar las formas arquitectónicas en su contexto, en la ciudad, en paisaje”, puede quedar firmado por el propio creador en cualquiera de los textos que integran el volumen Lecciones. Escritos reunidos 1966-2016, recién editado por El Colegio Nacional.

Casi un centenar de lecciones que empiezan con Le Corbusier[iii] y concluyen con el sismo del 85,[iv] y que se proyectan en el lector cual “metáforas de formas, de espacios, de volúmenes, de recorridos arquitectónicos, de materiales constructivos”, dixit José María Larios, compilador del bello volumen.

Palabras, sustento de la otra creatividad de González de León, la arquitectónica, aunque sin dejar de lado otra gran virtud del mismo, el ejercicio de consideraciones, íntimas y personales, acerca de amigos y personas que acompañaron su carrera, parte dos del libro en cuestión.

De este espacio, manifestación que se muestra autobiográfica, aquí unos ejemplos. Homenajes que en su momento tributara a veintidós protagonistas de nuestra cultura el mismo González de León, y que los caprichos de la vida los transforman en homenaje a él.

 

Manuel Larrosa: Larrosa nos da esas visiones densas como fruto de su madurez, como resultado de un largo proceso, que no es el de investigador, sino el del arquitecto. Es por eso que sus páginas tienen la vibración del creador. Manuel Larrosa fue desde los sesenta un arquitecto con voz propia que, ahora confieso, me producía una secreta envidia.

 

José Emilio Pacheco: José Emilio Pacheco se sentía culpable de la corrupción, de la pérdida de nuestros bosques, de nuestros ríos, convertidos en drenajes, de las casas que se derribaban. En algún lugar dejó escrito: “Soy culpable porque no hago nada para que los cosas sean de otra manera”. No le convencía mi argumento que nuestra verdadera responsabilidad social consiste en hacer lo mejor posible lo que sabes hacer. Era, es, un poeta, un narrador, un cronista, un maestro inmenso. Decía: “Estoy en contra de la competencia” y “el escritor compite consigo mismo”. Hacía magistralmente lo que sabía hacer.

 

Octavio Paz: Comprendía de manera profunda la arquitectura y tengo la impresión que prefería los espacios que provocan calma y silencio a los que exaltan y congregan. Por eso habló tan bien de Luis Barragán. En su poesía constantemente se nombra al espacio, aunque siento que no es un espacio arquitectónico del que habla, sino un espacio de la intimidad humana, más metafísico. Pero sí aparece el espacio urbano. Octavio se formó como peatón nocturno en esta Ciudad de México. Por eso el espacio urbano ronda en su obra.

 

Alejandro Rossi: Descubrí en Alejandro un interlocutor ajeno, de fuera, de otra área, con el que hablaba de arquitectura y de la ciudad. Repito ajeno, ¿con la mirada de un filósofo?, no sé, más bien con la curiosidad de un sabio que buscaba ser exacto. Hablábamos de arquitectura como reunión de las artes en su escenario, en el paisaje de la ciudad.

 

Francisco Toledo: Toledo es un artista profundamente educado; conoce la plástica de todas las culturas, se nutre de ellas. No es un artista local, en el sentido limitado, sino, como decía Octavio Paz, cuando lo universal, a través del subconsciente revela lo ocal. Es universal en sentido doble, abarca todas las técnicas y formas de expresión —grabado, cera, dibujo, pintura, tejidos, cerámica, escultura, jardines, tumbas, patios— y, además, es un promotor social. No es fácil seguirle el paso.

 

Gabriel Zaid: Gabriel Zaid cree profundamente en la lectura como manera de ser, como formación, y en la conversación, que es otra forma de lectura y formación, que afortunadamente compartimos él y yo.

Cierro este breve testimonio con la misma frase que termina un largo ensayo suyo sobre libros: “Leer no sirve para nada, es un vicio, una felicidad”.

 

 

 

****

 

* @mauflos

Teodoro González de León, Lecciones. Escritos Reunidos, El Colegio Nacional, México, 2107, 472 pp.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-320

 

[i] Torre Arcos Bosques Corporativo.

[ii] Ciudad Universitaria.

[iii] Dice González de León: La obra de Le Corbusier es en sí inimitable, personal, irrepetible. Su legado teórico y su pasión por el oficio nos impulsan, en cambio, a emularlo como servidores de la sociedad. Y eso es lo único que se puede imitar de Le Corbusier.

[iv] El gran sismo del 85 “sí dañó la ciudad”, advierte González de León, aunque “su desarrollo no se transformó”, como sucedió con ciudades japonesas que, tras grandes terremotos, renovaron áreas y levantaron nuevos edificios. “Es lo que algunos esperábamos”.

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