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miércoles, 24 abril, 2024
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Úrsula viendo formar lectores

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 317 / Promoción de la lectura

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Una de las características de Cien años de soledad, reflexionada a menudo por Úrsula, es que pareciera que todo es cíclico, que todo se repite como una espiral que se expande conforme pasa el tiempo. Algo similar pensé cuando leí a Alberto Maguel en las siguientes líneas:

 

Como hemos visto, en el siglo XV la puntuación seguía siendo errática, y las mayúsculas se usaban de manera incoherente. Muchas palabras se abreviaban, a veces porque el estudiante se apresuraba a tomar notas, pero como manera habitual de escribir una palabra –tal vez para ahorrar papel-, de modo que el lector no sólo tenía que ser capaz de leer por fonética sino también reconocer lo que significaba la abreviatura. Por último, tampoco la ortografía era uniforme; la misma palabra podía aparecer escrita de diferentes maneras.

 

Miro en esa descripción la manera como muchas personas escriben en redes sociales. Pareciera que sólo cambió el formato y el instrumento. Pasamos del papel, la pluma y la tinta a la pantalla táctil, o teclado, y los dedos. ¿Estamos ante una regresión en la historia de la escritura?, ¿volvemos, lastimosamente, al pasado?, ¿alguna ocasión hemos avanzado como sociedad? Sí y no. Sí, como práctica social y no como práctica escolar. Sergio Pérez Cortés, en su libro La travesía de la escritura, narra algunas escenas escolares de la época clásica romana:

 

En ningún momento, la escritura estaba asociada a la composición personal, porque la norma antigua prescribía que la educación debía estar orientada por los principios de imitación y memorización de los modelos tradicionales. Dominaban la copia y el dictado, porque éstas son formas de repetición y memorización.

 

¿Recuerdas aquellos ejercicios de primaria en la materia de español?, ¿aquellas sesiones tormentosas de dictados sin sentido? Pues, siguiendo con Pérez Cortés, “Cuando los autores romanos rememoraban sus años escolares, los que le venía a la mente eran esas sesiones fastidiosas y los castigos salvajes recibidos de sus profesores”. Al menos los “castigos salvajes” ya no son pan de cada día (una mala broma del destino cambió los roles).

Cuando hablo de leer la realidad para formar lectores, intento hacer énfasis en la necesidad de conocer las necesidades y contextos de aquellas personas con quienes deseamos trabajar. Pero también de qué sucede con la sociedad en torno a la palabra. Leyendo el primer capítulo de “La travesía de la palabra” parece que estamos en Macondo y que Úrsula mira cómo no aprendemos que alfabetizar no es formar lectores.

Porque episodios como los descritos también se presentan en la formación de lectores. Es sintomático que cuando un grupo escolar presenta determinados problemas al leer, está reproduciendo lo que el docente en turno les transmitió con la enseñanza de la comprensión lectora, del conocimiento y goce de la literatura, de su relación con los libros, de su manera, frecuencia y gusto por leer. Dime cómo lees y te diré cómo leen tus alumnos. Una máxima que puede aplicarse casi a ojos cerrados.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_20gualdra-317

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