La Universidad Autónoma de Zacatecas, volvió a ser tema prioritario en la agenda pública por la lamentable y preocupante situación financiera por la que atraviesa. Antes de cualquier otro análisis merece la pena detenerse en el total respaldo que debe tener una institución con la historia, representatividad e importancia como lo es nuestra Universidad, alma máter miles de zacatecanos, como del que esto suscribe. Sin cortapisas hay que reiterar: los ciudadanos debemos tener una plena disposición para rescatar a la escuela que nos ha dado la oportunidad de cambiar nuestra perspectiva en la vida, y en cuyas aulas hemos podido acrecentar nuestro espíritu a través del conocimiento.
Sin embargo, ello no debe dejar fuera la inherente necesidad de transformar y modernizar a nuestra Universidad en todas sus Unidades Académicas. Hoy más que nunca, gracias a interesantes reportajes de investigación como los que ha desarrollado La Jornada Zacatecas y el portal Animal Político, en coordinación con la organización Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad, nos hemos enterado como la que debería ser fuente de integridad pública y ética política, ha caído también en los vicios que azotan hoy al Estado mexicano en su conjunto.
Lamentablemente la respuesta al escándalo producido por lo que en dichos reportajes se dio a conocer fue menor; aún no parece haber sanciones del tamaño que merece la acusación, ni respuestas institucionales sólidas que prevengan, detecten y castiguen de manera puntual tales actos. No basta con destituciones, habrá que ir al fondo del asunto y encontrar soluciones que dejen claro el compromiso de la Universidad y sus autoridades, contra la corrupción e impunidad (justamente).
Si bien, a partir de la entrada en vigor de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública, y de la propia normatividad en la materia, la UAZ, junto a otros tantos entes públicos, hoy son sujetos de obligaciones para que la ciudadanía tenga garantizados el derecho de acceso a la información, es un deber ético y social de instituciones como de la que hablamos, generar una apertura que ponga muestra sobre la alta potencialidad que tiene la transparencia como herramienta de combate a actos ilícitos y abuso del poder.
En este sentido nuestra alma máter, bien puede llamar a la solidaridad social con reformas que vayan de la mano con la demanda ciudadana: la apertura institucional y la agenda TAI (Transparencia, Anticorrupción e Impunidad), con una Comisión Mixta Anticorrupción en su propio seno que convoque, tanto a su personal académico, de un prestigio y calidad innegables, como a sus órganos de representación sindical y a la ciudadanía misma, a través de mecanismos que permitan la participación colectiva en un asunto que no solo es de interés común, sino de viabilidad para el futuro de Zacatecas .
La Universidad bien puede ser un ejemplo de cómo, con una reforma interna que integre nuevos elementos de administración pública y buen gobierno, como lo son la transparencia, la participación, corresponsabilidad y colaboración, se puede salir de esta crisis fortalecida no solo en términos financieros, sino también en un sentido en el que comparte crisis con las demás instituciones: credibilidad, legitimidad y capacidad de convocatoria para la unidad.
Con absoluto respeto por los liderazgos universitarios, es el momento de mostrar creatividad política en su sentido más amplio y bondadoso: el de estadista, tomar el timón en la tormenta y dirigir hacia puertos que más allá de ser islas de momento, nos permitan superar a futuro circunstancias como las que hoy tristemente presenciamos, mientras esperamos la hora de aportarle a nuestra escuela un poco de lo mucho que nos permitió. ■
@CarlosETorres_
