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jueves, 28 marzo, 2024
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La llegada de una moda educativa a Zacatecas al despuntar el México independiente

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

La adopción del sistema de enseñanza mutua o método lancasteriano representó una forma de economizar recursos en materia de los sueldos de los preceptores. Un solo maestro en una aula grande con sus muros tapizados con carteles y dispuesta (“arreglada”) de mesas y bancas del tamaño de las que hay en los templos religiosos podía enseñar hasta doscientos niños. Lo de mutua responde a que el maestro para el repaso de las lecciones se auxiliaba de los alumnos más aventajados del grupo conocidos como monitores y de los inspectores de clase. El ciclo de las primeras letras llevando este método abarcaba ocho clases equivalentes a los actuales grados en los que los alumnos aprendían los ramos de escritura, lectura, aritmética o “cuentas” y moral dividida en cristiana y civil.

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En 1826 surgió la idea de uniformar la enseñanza en todo el estado, es decir, que en todas las escuelas se enseñara con un mismo método y con los  mismos ramos y libros.  Para tal efecto, se nombró una Comisión integrada por los diputados Juan José Vélez como Presidente; Ramón Velasco y Francisco Romo. Dicha comisión buscaría revisar un plan de estudios que  para todo el sistema educativo había presentado el Colegio de San Luis Gonzaga. Tras ser evaluado el proyecto, en acatamiento al artículo 82 de la constitución, se acordó su publicación “para que en el término de sesenta días se le hagan las observaciones prevenidas por la ley”.1  Finalmente, el dictamen del proyecto del plan de estudios sería aprobado el 29 de mayo de 1828. Este Plan entró en vigencia hasta la aprobación de la ley del 9 de junio de 1831, pero, ¿qué aspectos de interés para la educación pública y relacionados con el método de enseñanza contenía dicho documento? El propósito de su elaboración, discusión y aprobación con el carácter de ley,  fue el de uniformar la enseñanza en todo el estado. Entre las consideraciones que se hicieron previas a su aprobación, se partía del contexto social y educativo que privaba en el territorio zacatecano. La comisión encargada de revisar del proyecto hablaba del “pernicioso estado” en que se encontraba la enseñanza. Esta era una razón más que suficiente  para “darle otra dirección conforme al espíritu de filosofía y de método, únicamente capaz de arreglar los estudios y de preparar el ingenio de las grandes producciones que restan todavía por hacer”.2

El plan de estudios en cuestión abarcaba tres niveles de enseñanza: elemental o de primera enseñanza, secundaria y superior o tercera clase de enseñanza. Por razones obvias, las escuelas de primeras letras formaron parte del  nivel elemental o “primera clase de enseñanza”.

Al iniciar Francisco García su gestión como gobernador del Estado, la educación, o para ser más precisos, el sistema de educación formal, se encontraba en crisis, sin una orientación filosófica ni método preciso. Ilustrar, sinónimo de educar en la época a la población era una necesidad más que imperiosa.3 De la ilustración de la sociedad comenzando por la juventud (término que incluía a la niñez) dependía el buen gobierno que se daría los ciudadanos y la vigilancia que harían de las instituciones. Se partía de la certeza de que “la falta de luces, acarreara la esclavitud del pueblo”. En cambio la educación o ilustración del pueblo, tenía como bondad la existencia de un Estado libre y la formación de ciudadanos  conocedores de sus derechos. Para los diputados que discutieron y aprobaron el plan, la diferencia entre los hombres instruidos e ilustrados y los ignorantes era la dignidad que  adquieren los sujetos civilizados que conocen sus derechos y los reclaman cada vez que  se atenta contra éstos.4

Sobre la uniformidad de la enseñanza el plan y el método que del mismo se derivaba comenzaban por escoger “el mejor libro elemental sobre determinada instrucción, éste debe enseñarse en todas las escuelas respectivas del Estado. De otra manera, en unas se enseñan verdades, en otros errores, y en todas sería arbitrario el método de los preceptores”.5  Tal era la idea que se tenía sobre dicha uniformidad.

Los diputados veían en la aplicación del método mutuo los cimientos sobre los que se levantaría “el nuevo edificio de la enseñanza”.

Como primera enseñanza se consideraba a la “general e indispensable que debe darse a la infancia para que según el Art. 14 de nuestra constitución lleguen a ser ciudadanos”.6  Este tipo de enseñanza se impartiría en teoría y de acuerdo con las buenas intenciones del plan, “en todos los pueblos, en escuelas que se llamaran municipales”.7  Su establecimiento se haría en pueblos, haciendas y rancherías en la medida en que los fondos municipales lo permitieran. En dichas escuelas se enseñaría a   “leer y escribir correctamente, las reglas de la aritmética, y un catecismo religioso, moral y político”.8

Con la aprobación y aplicación del Plan de Estudios de 1829, al uniformarse la enseñanza por medio de la creación de  escuelas lancasterianas en los municipios (incluidas las haciendas) comienza a hacerse efectiva la universalización de la instrucción de la que hablaba Gaspar Melchor de Jovellanos, que no era otra cosa que llevar la educación elemental a los niños y jóvenes de todos los pueblos en edad de recibirla

Del método antiguo al método lancasteriano: continuidades y   rupturas.

En el tiempo del que hablamos, la instrucción  en las escuelas de primeras letras se impartía por medio de dos métodos de enseñanza: el  tradicional conocido también como “antiguo”, que se venía aplicando durante todo el periodo colonial; y el lancasteriano cuya aplicación cobró vigencia después de la consumación de la independencia.  Además de los procedimientos y formas muy concretas para instruir o trasmitir los conocimientos, los métodos referidos tuvieron semejanzas lo mismo que  divergencias en aspectos como la disciplina, el verbalismo por parte de los maestros, el memorismo como la mejor forma de medir o evaluar el grado de conocimientos alcanzado por los alumnos, los nuevos ramos (materias) de conocimiento, libros y utensilios (mobiliario y material didáctico incluidos)  que los mismos requerían; así como  la disposición o arreglo del local que servía como salón de clases.

La forma como se distribuía el espacio y la asignación de lugares de los discípulos, así como  la utilización del tiempo son elementos que  se utilizaron de manera diferente entre ambos métodos. Por ejemplo, nos dice Foucault que en el método tradicional la atención del maestro era uno por uno. Mientras se ocupaba con un alumno, el resto del grupo permanecía ocioso y sin poder ser vigilado.9 Esta situación cambiaría con la llegada del sistema de Enseñanza Mutua cuando al dividir al grupo en semicírculos y clases, los alumnos integrantes de cada semicírculo con los monitores o instructores al frente  auxiliados de los carteles, se pudo trabajar simultáneamente con diferentes ejercicios, y con todos los alumnos el grupo por numeroso que éste fuera. Con el nuevo método, la organización del trabajo se dio sobre la base de una economía de tiempo más productivo, sin dejar nunca de vigilar y castigar, pues no se debe perder de vista que el método funcionaba basándose en premios (estímulos) y castigos. Otro de sus principios fue el de la emulación.

Un rasgo que compartieron en común ambos métodos fue el de la memorización. El horario de clases  se dividía en dos sesiones: una matutina y la otra vespertina. Las planas de escritura y las lecciones de religión y gramática se repetían por las tardes.

Referencias documentales.

 

1 “Dictamen de la Comisión de Gobernación sobre el proyecto de plan de estudios para uniformar la enseñanza en el estado de Zacatecas”,  AHEZ. Gaceta del Estado Libre de Zacatecas,  varios números, 5-15, pp. 149 a 162, de marzo de 1829.

2 Ibíd. p., 150

3 En las memorias de 1827  y 1829 el gobierno del estado atribuía como causas del abandono educativo a la falta de recursos de los municipios. Consideraba que mientras no se auxiliara con fondos del erario “las escuelas no saldrán del fango en que yacen”. Véase Gaceta del estado libre de Zacatecas, año 2, N° 197, martes 6 de julio de 1830, p. 876.

4 “Dictamen de la Comisión de gobernación sobre el dictamen del Plan de estudios…” op. cit. p. 153.

5 Ibíd., p. 150.

6 Ibíd. p. 158, 12 de marzo de 1828. El mencionado artículo establecía en su fracción sexta, “Y del año cuarenta en adelante por no saber leer y escribir, entendiéndose esto con los nacidos desde el año de 1810”, lo que significa que si al cumplir los treinta años las personas no sabían leer y escribir, perdían su calidad de ciudadanos, según lo establecía el artículo en cuestión.

7 Ibid. p. 158.

8 Loc. cit.

9 Foucalt, op. cit., p. 151.

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