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jueves, 28 marzo, 2024
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Estados Unidos ha definido sus objetivos en la renegociación del TLCAN ¿y México?

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Por: SAMUEL ORTIZ VELÁSQUEZ •

La Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR por sus siglas en inglés) dio a conocer los objetivos que estarán presentes en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que iniciará en agosto de 2017. El documento es el resultado de las consultas y audiencias públicas iniciadas en mayo del presente año.

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Del listado de objetivos el más relevante apunta a mejorar el balance comercial de Estados Unidos (EEUU), mediante la reducción del déficit comercial con México y Canadá, ello está vinculado con la preocupación de la administración Trump por reactivar el empleo industrial. Para atender el objetivo, no se hace referencia a medidas arancelarias, pero sí a algunos temas que pudieran tener implicaciones negativas en la Inversión Extranjera Directa (IED) y el comercio regional de México concretamente en la industria automotriz-autopartes. Destacan los siguientes objetivos:

Actualizar y reforzar las reglas de origen para asegurar que los beneficios del tratado se dirijan a productos genuinamente elaborados en el territorio TLCAN.

Preservar la capacidad de EEUU para hacer cumplir rigurosamente sus leyes comerciales, incluidos los derechos antidumping, derechos compensatorios y salvaguardar las leyes. Para ello se propone eliminar:

El capítulo 19 del TLCAN referente a mecanismo de controversias en materia de antidumping y cuotas compensatorias.

La exclusión de las salvaguardias globales del TLCAN para que no restrinja la capacidad de los EEUU de aplicar medidas en investigaciones futuras.

La necesidad de crear un mecanismo para evitar la manipulación cambiaria para impedir un ajuste efectivo de la balanza de pagos u obtener una ventaja competitiva injusta.

Es importante recordar que EEUU ha elevado sustancialmente su déficit comercial (DC) desde 1994, en 2016 v.gr., fue de más de 737,000 mdd. China ha sido la principal causa del DC, de hecho, a pesar de que el DC de EEUU con la región TLCAN se duplico desde la segunda mitad de la década de los noventa, su participación relativa se ha reducido de 24% en 1996 a 10.22% en 2016. En el mismo lapso, China elevó su participación de menos del 20% a más del 47%.

Pareciera que al incorporar dentro de los objetivos de la renegociación temas como reglas de origen, la supresión del capítulo 19 y la creación de mecanismos contra la manipulación cambiaria, EEUU busca indirectamente poner un freno a las crecientes importaciones chinas, que se “cuelan” al mercado estadounidense de forma directa y de forma indirecta vía el creciente contenido chino en la producción para la exportación de mercancías ensambladas en México.

Ante el escenario descrito, destaca la pasividad de la contraparte mexicana, más allá de la preocupación por la insistencia de EEUU en reducir su déficit comercial (Guajardo dixit), no se han hecho públicos los objetivos de México en la renegociación del TLCAN y ello no sorprende, considerando que se carece de una evaluación pública del tratado.

La propaganda oficial mexicana señala que el TLCAN amplificó el comercio regional ejemplificándolo con la notable expansión de las exportaciones mexicanas de autopartes, automotriz y electrónica al mercado estadounidense. Efectivamente, en múltiples estudios se ha señalado que el TLCAN permitió el desarrollo y fortalecimiento de cadenas productivas regionales, vía comercio e inversión, particularmente en las manufacturas de autopartes-automotriz y la electrónica. Pero al mismo tiempo afectó a la agricultura y al grueso de industrias orientadas al mercado nacional, contribuyendo así a amplificar la brecha de desarrollo que separa a México de EEUU. Por otra parte, se ha sobredimensionado el papel de la industria automotriz que opera en México, pues un rasgo que ha tipificado a las exportaciones mexicanas, amén de su alta concentración, es su bajo contenido nacional, reflejado en su muy limitado efecto de arrastre sobre el aparato productivo nacional, que contrasta con otras industrias orientadas al mercado nacional, que han sufrido por la abrupta presencia de importaciones, pero que generan fuertes encadenamientos internos, v.gr., la industria del calzado.

Considerando estos aspectos, todo apunta a que los negociadores mexicanos se terminarán subordinando a los intereses de sus contrapartes en EEUU, pues les preocupa que la reducción del DC estadounidense pasa necesariamente por una reducción de las exportaciones y de la IED particularmente en la industria automotriz, la principal ganadora del TLCAN. Al respecto, valga recordar que la economía mexicana no es la industria automotriz, lo que es malo para una industria en particular no tiene necesariamente que ser malo para el resto del aparato productivo. En éste contexto, una respuesta progresista desde el gobierno mexicano debiera comenzar por modificar sustancialmente la política económica vigente, la cual jugaría en contra del TLCAN. Pero, ¿Cuál es el temor? ¿Acaso no se ha verificado que los periodos de relativa autonomía económica pueden ser benéficos para el desarrollo industrial?

 

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