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sábado, 20 abril, 2024
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Frente Amplio Opositor, ¿más que un simple acuerdo electoral?

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Por: BASILIO HERNÁNDEZ •

El pasado 20 de mayo un anuncio político sacudió al país. Aunque algunos lo veíamos venir sorprendió a un sector bastante amplio de la población. Siendo honestos, en la política mexicana ya nada sorprende. Me refiero al llamado Frente Amplio Opositor (FAO), que presentaron en conjunto los dirigentes nacionales del PAN y del PRD. El objetivo es claro: sacar al PRI de Los Pinos en el 2018 y para ello han convocado a distintos partidos y actores académicos, políticos y sociales a unírseles, bajo la premisa de anteponer los intereses nacionales a los partidarios.

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En México el primer Frente Opositor surgió con Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Dicho Frente, a diferencia del actual, tenía las mismas convicciones ideológicas entre sus miembros y una fuerte credibilidad moral. Posteriormente surgieron las alianzas electorales cuyo único fin es ganar elecciones. La primera alianza exitosa se dio cuando Vicente Fox, abanderado por el PAN y el PVEM, logró de manera histórica, sacar al PRI de la presidencia. Ahora es raro no ver alianzas en cada elección de los distintos niveles de gobierno. Aunque a nivel estatal se ha demostrado que el agua y el aceite sí pueden mezclarse, de concretarse el FAO, sería la primera vez que dos partidos de diferente índole ideológica, y antiguamente acérrimos enemigos, van juntos en una elección presidencial.

Electoralmente podría decirse que el FAO puede ser el caballo ganador. El PAN gobierna diez estados, mientras que el PRD cinco. El presupuesto sumado en el presente año de estas dos fuerzas políticas rebasa los mil millones de pesos. Y la última encuesta de El Financiero da como virtual ganador a la alianza PAN/PRD con 36% de los votos. Aunado a lo anterior existe la posibilidad de que la FAO abra la puerta a los gobiernos de coalición, figura política que se estableció en la Constitución hace tres años y que sólo falta reglamentar.

Las alianzas han demostrado ser ganadoras, pero también han mostrado que no traen resultados. Esa falta de rendimiento, junto con la impunidad, inseguridad, corrupción y tantos males que afectan a nuestro país, han generado un profundo rechazo y hartazgo hacia el sistema político, que se reflejan en la crisis de representatividad. Ante esta moribunda democracia mexicana pareciera ser que hoy en día sólo hay un antídoto: el gobierno de coalición. Dicho gobierno de coalición no será factible si solamente se gana el poder ejecutivo. Se debe ganar la mayoría del poder legislativo para llegar a pactos que beneficien al país, no como el mal hecho Pacto por México, sino como los Pactos de la Moncloa, que lograron democratizar a España. En ese contexto es imperativo que el FAO sume a otros partidos que garanticen la gobernabilidad en el país, como Movimiento Ciudadano, y eso es necesario que se haga ya.

A diferencia de Morena, el FAO no tiene pies ni cabeza. Más allá de quién sea su candidato ya es tiempo de que construyan su proyecto de nación rumbo al 2018; un proyecto adecuado a las necesidades reales del país, no pensado para el desarrollo de las mayorías, sino para el de todo el país, que plantee soluciones a las crisis sociales, económicas y políticas que enfrentamos. Aquí las divergencias ideológicas del FAO son su principal fortaleza, pues en un país multi-cultural todas las agendas son requeridas para gobernar. Eso sí, al momento de elaborar la agenda debe haber piso parejo para todos los involucrados: especialistas, académicos, políticos y sociedad civil. Para que verdaderamente sea un Frente Democrático, cada partido que entre al FAO, por más chico que sea, debe tener equidad de opinión y de decisión al momento de su elaboración.

A muchos no termina de cuajarles y la verdad es difícil que el FAO tenga credibilidad cuando uno de sus promotores tuvo la oportunidad histórica de hacer un cambio y prefirió seguir con el modelo de corrupción y compadrazgo, además de que en sus siglas lleva derramada la sangre de más de 121,000 mexicanos que murieron por una pésima estrategia de seguridad; y, por otro lado, tenemos una antigua oposición que sucumbió al dinero y traicionó sus principios al aprobar reformas contrarias a ellos.

Para ser diferente, es vital que el FAO tenga el consenso de los ciudadanos y que impulse candidaturas ciudadanas, frescas y capaces, no a los mismos personajes, que por amistad o negocio, imponen de candidatos. Mientras no haya personas con la suficiente calidad moral para avalar su creación, éste no pasará de ser más de lo mismo. Intelectuales como Juan Ramón de la Fuente y Jorge Castañeda, activistas como el Padre Solalinde y Cuauhtémoc Cárdenas, políticos como Armando Ríos Piter y Pedro Kumamoto, pueden darle la legitimidad de la que carece el Frente y ayudar a construir una Agenda de Desarrollo Nacional que sí ponga los intereses ciudadanos sobre la mesa.

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