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jueves, 28 marzo, 2024
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La muerte de José Luis Cuevas es una lástima para el país: Manuel Felguérez

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Por: ALMA RÍOS •

■ El dibujante fue capaz de crear un personaje con mucho pegue: el joven rebelde, señala

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■ “Si hubo trascendencia la obra no muere, sigue viva; habrán más exposiciones de Cuevas”

“Siempre que muere un gran artista, no le hace de qué corriente sea, es una lástima para el país porque es una creación que deja de existir. Es uno menos”. Así fue la pérdida para el arte mexicano de José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros o Diego Rivera, quienes “al no tener ya que ver con el acontecer diario, pasaron a la historia”, dijo Manuel Felguérez en referencia al deceso este 3 de julio, de José Luis Cuevas.

“Además de ser un extraordinario dibujante, Cuevas fue capaz de crear un personaje que tuvo mucho pegue en su generación: el joven rebelde, el que está contra todo”.

El artista, que se ganó el mote de l’enfant terrible del arte mexicano, se creó a sí mismo como personaje a través de sus declaraciones, su facilidad como escritor y sus constantes apariciones en los medios de comunicación, dijo Felguérez.

“Es una creación de él, lo cual es muy admirable, que pudiera transformarse a través de su palabra”.

“Los que nos quedamos vivos todavía estamos jugando al mañana aunque sabemos que la muerte viene para todos y que al venir, ya lo que hiciste como individuo no tiene importancia. Si hubo trascendencia la obra no muere, sigue viva. Seguirá habiendo exposiciones de Cuevas, ilustraciones de Cuevas, y si quieres y si te gusta, te seguirá gustando”.

En entrevista vía telefónica el artista visual zacatecano recordó que conoció a Cuevas en 1956 cuando ambos fueron convocados por Mathias Goeritz para dar clases en la carrera de artes plásticas que abrió el alemán en la Universidad Iberoamericana.

“Él fue nombrado maestro de dibujo y yo de escultura, entonces desde esa época nos conocimos. Después, a lo largo de muchos años coincidimos en múltiples actividades comunes, una de ellas importante, lo que fueron los salones independientes, y muchas exposiciones internacionales”.

La muerte de José Luis Cuevas le remite a Manuel Felguérez a su propia trayectoria, “pues tuvimos muchas actividades conjuntas (…) por eso es que lo siento”.

Con el artista defeño lo unieron momentos de compañerismo y amistad, aunque no íntima, precisó.

“No fue mi amigo, tampoco mi enemigo. Siempre lo admiré. Siempre lo respeté. Puedo decir que fue un extraordinario dibujante, mejor que todos nosotros. O sea, que hay muchas cosas a favor pero no tengo anécdotas personales –que referir con él”-.

Cuevas era más joven y entonces más cercano, por ejemplo, a Rafael Coronel, mientras que Felguérez lo fue de Pedro Coronel, su hermano mayor.

Precisó asimismo que el autor de La Giganta perteneció “mucho a esta generación que llaman de Ruptura”, en la que frecuentemente se involucra al artista zacatecano, pero que él nunca ha aceptado.

“Yo siempre la negué. Siempre la he negado. A mí generación nos tocó hacer lo que se llama una apertura. Reconocer a todos los grandes pintores del arte moderno que aquí no se conocían, abrir los caminos, abrir la nueva visión. Nunca fue negativa, de negar a los viejos, sino de abrirse a nuevas posibilidades”.

Este movimiento fue cien por ciento generacional e involucró no sólo a los pintores sino a los escritores, cineastas y bailarines del México de los años 50 del siglo pasado, “todos juntos significamos otra manera de concebir el arte, que la manera como lo concebía la famosa Escuela mexicana”, expuso.

José Luis Cuevas en cambio, sí fue “un agente” que luchó fuertemente contra esa corriente, “sí fue. Por eso su famoso artículo de La cortina de nopal”, aparecido en 1951 en el suplemento México en la cultura, del periódico Novedades.

Pero ese no fue su caso, aclaró, “a mí siempre me encantó Diego Rivera, y me encantó Orozco y no fui contra, fui continuador, pero en cambio por haber estudiado fuera de México y vivido muchos años en Europa, abrí los ojos a muchos pintores que aquí no eran conocidos”.

Dijo entonces que pertenece a otro tipo de pensamiento y que la corriente artística que desarrolló Cuevas no fue nunca de su predilección, pues él se ha centrado en el arte abstracto.

No por ello deja de reconocer los aportes que implicó la “fuerte lucha” de José Luis Cuevas contra la Escuela mexicana.

Del también autodenominado Gato macho admiró sobre todo su faceta de dibujante. “A él nunca se le ocurrió pintar, no le salió, fue un extraordinario dibujante. En ese sentido lo reconozco plenamente. Y siempre diré, qué lástima que se murió un gran artista mexicano, porque sí fue un gran artista mexicano muy carismático para su generación”.

De su trabajo fundamental como dibujante, José Luis Cuevas no deja una obra emblemática como fue el caso de otro grande en ese ámbito, Pablo Picasso, quien heredó al mundo el mural Guernica, “su obra más significativa”.

“En ese sentido no hay una obra de Cuevas equivalente a ese tipo de promoción sobre una sola pieza. Entonces vamos a dejarlo en que fue un extraordinario dibujante y muy importante en su generación, posiblemente el más importante”.

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