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jueves, 25 abril, 2024
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Desde la contrariedad

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Por: ROLANDO ALVARADO • ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ •

En noviembre de 1931 aparece, en la página 51 del New York Times, un artículo de Hugh Jedell titulado “Advierte Alemania acerca de la sobre-educación: avizora desperdicio económico”, en donde puede leerse:“La ola creciente de estudiantes de ingeniería en las universidades alemanas, con la consecuente sobre-población en la profesión de la ingeniería,  ha llevado a varias organizaciones alemanas de comercio a lanzar una advertencia pública acerca de la creación de una estéril masa proletaria educada sin oportunidad de obtener un empleo bien remunerado mientras millones son desperdiciados en su educación”. Recordemos, sin embargo, que en la década de los 30’s del siglo pasado Alemania estaba en crisis económica, entre otras cosas, debido a las condiciones que se le impusieron en el tratado de Versalles, por lo que pensar en el crecimiento económico sostenido era una ilusión. Ya para los 60’s, bajo la ola de expansión capitalista que recorrió el mundo, el tema de la “sobre-educación” se olvidó y la generación de graduados universitarios se consideró como el incremento necesario en “capital humano” para sostener la expansión económica. En esta narrativa es claro que se puede ligar el crecimiento de la educación superior a la expansión económica, estando la “ideología” adaptada a la posición de una sociedad en el ciclo económico. Tal es la hipótesis básica del funcionalismo, como se explica en “La expansión mundial de la educación superior en el mundo en el siglo XX” de Evan Schofer y J. W. Meyer (American Sociological Review 70#6 (2005) pp. 898-920).También explican que esta hipótesis no se confirma empíricamente (op. cit. p. 900). Que no se confirma empíricamente es algo que se puede observar en el caso de la UAZ. El período reciente de su expansión más acelerada (2008-2012) no coincide con un período de crecimiento de la economía local, regional o nacional, de hecho coincide con un período de crisis global de la economía. Cierto, los efectos de esa crisis no tuvieron lugar inmediatamente, pero el punto es que estaban a la vista. La hipótesis que hemos manejado para explicar esa expansión consiste en varios factores que pueden resumirse en uno: la centralización de la toma de decisiones en la universidad, lo que permitió el control unipersonal de los factores de crecimiento con la consecuente disminución en la participación de los universitarios en los problemas de su universidad. Es claro porque disminuyó esa participación si tomamos en cuenta que los órganos de decisión colegiados forman la estructura organizacional de la UAZ, y para que proceda la centralización deben ser desmantelados, lo que resulta en una menor participación formal de los universitarios. Para que la ausencia de participación sea una realidad los universitarios deben asumir como normal que las decisiones se tomen al margen de ellos. Situación que está en curso. En este punto es importante resaltar una explicación que ofrecen Schofer y Meyer para el cambio de actitud respecto a la “sobre-educación”. Dicen:“Este cambio cultural tiene raíces históricas obvias. Los modelos corporativos cerrados y estatistas de la sociedad fueron estigmatizados como creadores de dos guerras mundiales desastrosas, una gran depresión  y los horrores del genocidio” (op. cit. p. 902).En la UAZ, y esta es otra hipótesis, el proceso parece llevar una dirección contraria: se está creado una universidad corporativa, cerrada y dependiente cada vez más, en sentido ideológico, de las determinaciones estatales. La hipótesis para la que Shofer y Meyer construyen un modelo lineal general modificado, porque la hipótesis de independencia de los errores no se satisface, es: “El cambio global a un modelo liberal, racionalista y centrado en el crecimiento económico de sociedad generó la expansión mundial de la educación superior”. La hipótesis que parece requerirse para la UAZ es: “el modelo corporativo, cerrado y dependiente de universidad generará una contracción de la democratización, de la materia laboral y del crecimiento de la universidad”. Definir operativamente el modelo implica establecer el conjunto de variables que van a someterse a prueba empírica. Como se puede ver el período de crecimiento acelerado de la universidad fue seguido por su inmediato desmantelamiento por carecer de soporte. Sin duda desde los cuarteles opositores a la “tecno-ciencia”, localizados en la Unidad de Docencia Superior, semejantes hipótesis y metodologías serán consideradas “profundamente equivocadas”; lo que está bien porque eso ánima el necesario debate entre los universitarios respecto a la universidad que sí queremos, porque la universidad corporativa y centralizada la quiere únicamente una cúpula que, desde el conjunto de analogías que pueden trazarse a partir de lo dicho en este artículo, tienen tendencias corporativas y anti-democráticas. La ilustración más palpable de esas tendencias es la frase: “la universidad tiene déficit financiero, pero superávit académico”, en la que se resume el cinismo absoluto de los dirigentes, quienes asumen haber administrado sumamente mal la universidad, pero aceptan que se sostiene por el trabajo de personas que con su esfuerzo individual lograron doctorarse, financiarse y producir, sin necesidad de la ayuda y contra los obstáculos de administradores ineptos. Por supuesto todas estas son hipótesis que buscan explicar una realidad. Pueden estar equivocadas. Si la realidad es otra y no la hemos visto, sin duda esperamos ser iluminados por quienes sí la han visto. ■

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