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viernes, 29 marzo, 2024
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Por: FERNANDO SANTACRUZ MORENO •

En las tierras coloradas de Sombrerete y Guadalupe, entre otros muchos municipios zacatecanos, pero principalmente en esos dos, el fenómeno de la desertificación es cada vez más notorio y eso no lo digo yo, lo dicen los que aún son dueños de la tierra. Hace días usted y yo pudimos observar cómo el cielo zacatecano se vio obnubilado, una nube de polvo y arenilla se dejó sentir, provocando daños a las líneas eléctricas y a esas viviendas que son como las casas de cartón, humildes y ajenas a los programas gubernamentales.

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Esto y la velocidad del viento pueden pasar, no así ese movimiento de tierras que año con año son trasladadas por la fuerza del viento, a otros lugares y que causan un daño irreversible a miles de hectáreas destinadas a la producción de granos básicos, forrajes,  hortalizas y legumbres, superficies productivas que pronto dejarán de serlo, a pesar de esos “anuncios y esfuerzos” de la Secretaría del Campo, de Fito Bonilla, y de la Sagarpa, de Roberto Luévano Silva, del que los mismos productores lo catalogan como un costal de mañas para eso del manejo de los recursos que desde el centro se autorizan para la ejecución de programas.

Hay, desde muchas décadas atrás, productores que anhelan ser tomados en cuenta para que les ayuden a establecer sus empresas agropecuarias o agroindustriales, pero eso de llenar o cumplir con ciertos requisitos, los deja fuera de la jugada, o de cuadrarse ante los jefes con el clásico moche, les permitiría ahora sí, estar en la jugada, aunque sea repetitivo, pero no alcanzan ni para eso, aunque les llegue el recurso.

Después de la tormenta de tierra vinieron unas declaraciones que desde mi muy particular punto de vista están fuera de contexto, relativas al uso de tecnologías, los funcionarios mencionados, sustentan sus dichos en que “con el uso de tecnologías de vanguardia”, el campo zacatecano sí es negocio. ¿Recuerda usted la producción de guayaba y aquella planta que se estableció en Jalpa?, ¿recuerdan la vasta producción de hortalizas, especialmente brócoli en los terrenos de Luis Moya y Ojocaliente?, aquellos campos jerezanos, coloreados con las flores del durazno… ¿se acuerda del guayule, el ixtle, la candelilla y el orégano del semidesierto zacatecano?…

Tecnología para los que generalmente han sido “los ganones” de la dispersión de los recursos.

Recuerde que en la zona frijolera de Zacatecas, allá en Sombrerete, por ejemplo, se adquirieron equipos especializados para la cosecha del frijol, pero luego, estas dejaron sin empleo campesinos que quedaron desplazados y colocados prácticamente en los camiones que transportan a cientos de mojados, de indocumentados a las ciudades de la Unión Americana, a los que por cierto, ya se les acabó el sueño americano, lástima Margarito. Esto me hace recordar mis dos temporadas por aquellos lares, la primera en Los Ángeles y la segunda en la región del Mide West (Nebraska, Chicago).

Ahora se habla de cuartos fríos para almacenar ajo en Bañon y Calera, (ya existían, lo mismo que Los Lara y los Hernández Juárez), que con eso el precio de ajo se va a mejorar y que se podrán generar más empleos con salarios dignos. En Bañón, comunidad de Villa de Cos, puerta del semidesierto zacatecano, el secretario del Campo se pasó de lanza y dijo: “Vamos a hacer compromisos con la gente que quiera trabajar, que invierta e impulse proyectos que generen más empleo y más valor”, declaró lo anterior en un recorrido que hicieran él y Luévano Silva, por las instalaciones o cuartos fríos de los Lara González y Hernández Juárez (los primeros en Bañón y los segundos en Calera, reiteró) y reafirmó que “con esta infraestructura,  los productores de Zacatecas demuestran que el campo es negocio con el uso de tecnología de vanguardia”.

Algo debieron de haber ingerido los productores mencionados, porque en sus intervenciones, señalaron que “ahora se puede invertir debido a la estabilidad del país”, que el campo es una empresa, no han de pensar cientos y cientos de campesinos que los dejan fuera de programas y que no son aceptados sus proyectos para hacer del campo, eso, una empresa redituable. Por cierto, ¿que habrá pasado con VICOZAC?

Los funcionarios, el estatal y el federal, están haciendo un caldo gordo, ¿pero para quién?, es la cuestión, porque el delegado de la Sagarpa pronunció en ese recorrido que “estos son los primeros pasos en la estrategia de construir la infraestructura de cuartos fríos, que servirán para dar servicio a la red de exportadores a Estados Unidos; donde hay infraestructura se hace la ruta de exportación y se convierte en un gran negocio”, ¿y luego al presidente de Estados Unidos y sus “deseos” en donde lo dejan?, mejor deberían de presentar, antes de hablar de exportar, un plan de trabajo en ese sentido y decir quiénes están involucrados, eso sería más transparente y se podría ligar a eso que dicen todos los días, “trabajemos diferente”.

El campo zacatecano en general, necesita de inyecciones fuertes de recursos, pero más necesita de acciones sustantivas alejadas de corrupciones, impunidad y simulaciones, el campo ha sido utilizado para muchas cosas, menos para aumentar la producción con calidad, menos para darle valor agregado a los productos, ejemplo doloroso, las plantas procesadoras de frijol ubicadas en Sombrerete y Calera y la chatarra que queda de la productora nacional de semillas, convertida en almacén de oficinas del gobierno.

Hasta aquí mi comentario, nos veremos en la próxima entrega. ■

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