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jueves, 28 marzo, 2024
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La inquietud de lo que nos preocupa

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO •

En una nota aparecida con fecha 04/04/17 en La Jornada Zacatecas, el dirigente del Spauaz, J. Crescenciano Sánchez, sostiene que lo que metió en problemas a la UAZ fue la “desmedida contratación de personal” habida durante la rectoría de F. J. Domínguez Garay, y que eso es lo que el sindicato denuncia, y añade: “…que los universitarios hayan robado, creo que no”. Por otra parte, pero en la misma línea ideológica, Arturo Burnes, ex secretario general del Spauaz, declara que desde su perspectiva la “crisis” de la universidad tiene, al menos, tres causas: el crecimiento espontáneo y no planificado, la “división en su interior generada por la grupocracia” y una correlación de fuerzas político-social favorable a la política restrictiva dirigida hacia la educación pública (La Jornada Zacatecas 14/04/17). Es muy interesante notar que el punto de vista de Burnes, aunque afín al de Sánchez, mantiene tiene diferencias claras, que son ilusorias. Una de ellas es que Sánchez cree que el crecimiento se debió a contrataciones realizadas por Domínguez Garay, pero Burnes asume que el crecimiento fue “espontáneo”. Quizá Burnes significa con la palabra “espontáneo” algo “no planeado” pero si es así es redundante porque añade que además de espontáneo el crecimiento fue no planificado. Así que con espontáneo quiere decir “que se produce aparentemente sin causa” que es una interpretación natural de esa palabra. Se aprecia el desacuerdo con Sánchez, pero esto es la superficie porque de fondo ambos, y toda una línea ideológica que se identifica con ellos, reinterpretan los hechos de acuerdo a las necesidades políticas que en el presente tiene el Grupo Universidad, del que son simpatizantes. Por lo pronto podemos notar que en ninguno de los alegatos se aducen datos empíricos, y la razón de ello es que el dato empírico duro es que durante el rectorado de Domínguez Garay se dio un “crecimiento acelerado” del personal de la universidad sin que haya habido un crecimiento concomitante de la matrícula. Se creció, además de sin planeación y sin dinero, sin sustento en la matrícula. Por otra parte, una hipótesis muy natural es que ese crecimiento se financió, todo o en parte, con las cuotas de seguridad social de los docentes. Tal acción se describe en lenguaje llano como “robo”, porque las cuotas de seguridad social son parte del salario de los universitarios. Burnes, además de exponer las causas de la crisis, agrega que las explicaciones de su origen son dos: los que alegan causas internas, a los que él considera “conservadores”, y los que sostienen que es “responsabilidad del Estado” identificándolos como “contestatarios. Para él esas posiciones carecen de propuesta, lo que es, quizá, falso; pero no lo es que las propuestas que pueden hacer son inútiles. Quienes aducen la responsabilidad estatal creen que el Estado debió haber aumentado el número de plazas, y que como no lo hizo, es responsable del desfinanciamiento. La propuesta de ellos es que se incremente el número de plazas. Los que alegan causas internas asumen que el desfinanciamiento se debió a la “política” de contrataciones de Domínguez, y que la solución es que todos esos contratados sean despedidos. Ambas propuestas son impracticables debido a situaciones típicas de las universidades públicas. El crecimiento de las plazas es resultado natural del proceso de crecimiento de la matrícula, o al menos lo es en más de un 90%, pero el crecimiento de la matrícula no depende de las autoridades universitarias sino de variables que no controlan como el crecimiento demográfico del Estado, que en el período de 2000-201 fue de 1.0%, y en el de 2010-2015 de 1.3% (INEGI), el crecimiento de la oferta en educación básica y superior y la migración, por lo que hacer una planeación creíble del crecimiento de la matrícula, con el necesario personal e infraestructura que ello implica, no es trivial, y en la UAZ no se hizo ni se hace. Así que ¿cómo se pide y justifica un incremento de plazas? Ahora bien, los despidos masivos de personal son impracticables porque ello altera la correlación de fuerzas internas de los grupos, que es el motivo clave por el que fueron contratados. No eran personal necesario para el desarrollo de las tareas de la UAZ, sino para el control de los espacios burocráticos y del presupuesto e imagen institucionales. Por lo que las soluciones que se siguen de esos diagnósticos son irrelevantes. Y lo son más porque se omite mencionar el desfinanciamiento por jubilaciones y pensiones. La conclusión objetiva es inquietante: sin planeación las necesidades de la UAZ son injustificables, pero la planeación demostraría que el diseño de la sociedad zacatecana no requiere de muchos profesionales, sino habilidades para la minería, el envasado de cerveza y cruzarse el río Bravo. En esa sociedad el crecimiento de la UAZ es innecesario, por lo que las autoridades universitarias y sus asesores, en lugar de tratar de dimensionar la universidad a las dimensiones de la realidad social, prefieren imaginarse una universidad de otro mundo, con tal de “bajar recursos”. Pero “Ni en Norteamérica ni en América latina logran los pobres igualdad a partir de escuelas obligatorias” (Ivan Ilich, “La Desescolarización de la sociedad” Barral (1974)). ■

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