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miércoles, 24 abril, 2024
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Rumbo al 2018: El arte de lo posible (Segunda parte)

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Por: Carlos E. Torres Muñoz •

El Gran Pacto por el Estado de Derecho debe comenzar rescatando el primer elemento, garantía del segundo, es decir, al Estado mismo, hoy disminuido no sólo en su tamaño (cuestión no necesariamente negativa), sino también en sus atribuciones, perdiendo en este terreno frente al mercado, y en su capacidad de control y mando, en este sentido mellado por los poderes salvajes, en términos del jurista italiano Luigi Ferrajoli.

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Soledad Loaeza, en un artículo reciente (La democracia mexicana y el mal gobierno, Nexos número 465), hace una inteligente defensa de este argumento. Escribe la historiadora del Colegio de México: “En el siglo XXI ha quedado establecido que sin Estado no hay democracia, porque el Estado es el garante del imperio de la ley, de las reglas de la convivencia social con la equidad, del freno a élites que pretende posesionarse del poder absoluto y a funcionarios públicos tentados por la corrupción”.

Hoy resulta inevitable aclarar que en una lógica diferente a lo que sucedió con el rescate que se pretendió con el Pacto por México –el cual asumo con toda responsabilidad, aplaudí y secundé-, el rescate del Estado debe implicar a la sociedad y no solo a los políticos, pero sin excluir a estos últimos, quiénes deben dirigir el proceso, con amplio margen de apertura a la participación de la sociedad civil en todos sus ámbitos.

En este sentido, y previendo que no habrá mayorías que permitan la imposición de una sola visión de Estado y que, en nuestro sistema democrático, habrá de mantenerse el equilibrio constitucional de poderes, la estrategia de gobernabilidad no será suficiente sino para que las decisiones políticas cuenten con legalidad, más no necesariamente con legitimidad, ésta última tendrá que construirse a partir del diálogo y el ejercicio pleno, amplio y plural de la política democrática, inclusiva a la sociedad, transparente y con participación de todos los sectores. Así y solo así, el esquema del Pacto por México –eficaz, moderno y democrático, pero anclado en un paradigma hoy superado-, podrá ser dejado atrás sin caer en la parálisis legislativa y seis años más de inmovilidad institucional.

En pleno ejercicio de una democracia, real, existente y tangible, pero aún en consolidación y con pendientes muy evidentes, el rescate del Estado debe contar con nuestra participación desde cualquier trinchera legítima: el propio Gobierno (en cualquier nivel), la oposición, el activismo ciudadano, la empresa, la escuela o la calle.  Porque solo con un Estado fuerte podremos enfrentar la desigualdad, la pobreza, la corrupción la impunidad, la inseguridad y la injusticia, que aunque suene trillado, debemos abatir o todas ellas nos abatirán, individual o colectivamente. Sí el Estado de derecho requiere primero al Estado.

Apunta atinadamente Loaeza: “Son tan malas nuestras condiciones en materia de diálogo político, de seguridad, de cohesión social, del futuro que ofrecemos a nuestros jóvenes que podemos hacer de la necesidad virtud y coincidir en que un cambio es necesario, urgente. Si es así, entonces la convocaría a un pacto nacional para fortalecer al Estado puede despertar el interés incluso de empresarios antiestatistas que  han saboreado la amargura de un mercado mal regulado, o cuyas inversiones han sido destruidas por las organizaciones de narcotraficantes que los extorsionan y asustan a los turistas”.

Las instituciones y no los personajes, son la verdadera esperanza. Rescatarlas es la misión más importante de cualquier proyecto de nación que no proyecte un mesianismo preocupante o una continuidad imposible de sostener. En este sentido, el arte de lo posible, del diálogo en pluralidad y del compromiso por el México que, en algún punto todos coincidimos, es la solución. La democracia necesita políticos y ciudadanos (abusando de esa diferenciación que no comparto, pero que es ampliamente aceptada y entendida), ni unos ni otros sobran, más bien hoy nos hacen falta ciudadanos políticos y políticos ciudadanos, que en conversación y acuerdo público y transparente, hagan posible lo que soñamos: prosperar en democracia. ■

 

@CarlosETorres_

www.deliberemos.blogspot.mx

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