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jueves, 28 marzo, 2024
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De Dos versiones del libro que no escribí*

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Por: JOSÉ AGUSTÍN SOLÓRZANO • Araceli Rodarte •

La Gualdra 287 / Notas al margen

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he visto a las voces más brillantes de mi generación

sucumbir ante el negocio de lo cursi

he visto a la melosidad cantar en los bares, vestida de trova

y al resentimiento leer poemas en las facultades

he visto ráfagas de amor convertirse en negros libros

de desesperanza

he visto a esos hijos de puta matar a Kenny

una y mil veces

he visto una botarga bailando, emocionada

luego de leer a Walt Whitman

he visto el nombre de Dios enloquecido

cabalgando las nalgas de las prostitutas

he visto a las mejores mentes de mi generación con corbata

he visto a las mejores corbatas de mi generación con hambre

he leído Howl de Ginsberg y me ha parecido inmoral

aburrido y demasiado hebreo para mi gusto

he visto a las mentes más brillantes de mi generación

ser sustituidas por focos ahorradores de 12 watts

he visto emoticones y postpoesía y experimentos inútiles

tratar de revivir la belleza con electroshocks

he visto crecer la yerba de todos modos

y al sol salir sin haber pagado la factura de la luz eléctrica

veo las pantallas, mis dedos molidos sobre el smart phone

he visto sucumbir a mi mente, brillante

frente a la inteligencia, vital, de un asesino

miro la calle, las aceras, miro el viento invisible

del desasosiego, atravesar los pulmones heridos

de la madrugada

¿qué he visto? ¿Qué miro con los binoculares de poeta?

Que me hacen parecer antiguo, estúpido, anormal

no lo sé. Me he visto conservar la calma frente a un genocidio

y encender un cigarro, beberme un trago de rencor

frente a mis más queridos y embriagados amigos

nos he visto atravesar el umbral del hedor y rancios

caminar en zigzag entre la ciudad que rumia mis poemas

¿qué he visto? ¿Qué veo? Si mi iluminada idiotez

no me deja ver más allá de mí mismo

y canto y he visto cantar mejor a Whitman

que a cualquier banda de rock actual

no confío en las multitudes, ni en los solitarios

soy un perro solo que se acerca a beber de los charcos

no confío en los hombres por animales

y me acerco a los animales por humanos

he visto la marca de Caín en las mejores farras

y la huella dactilar de Abel en los crímenes perfectos

¿qué he visto? ¿Qué miro con este telescopio atómico?

Los electrones bailan el vals de la incertidumbre

un dos tres un dos tres: veo que el mundo es un ritmo

y que el ritmo es un tajante discernimiento

¿ser o no ser? ¿Será ésa la cuestión?

Kenny no era Hamlet pero se lo hubieran preguntado

antes de matarlo una y mil veces

hijos de puta.

autorretrato del poeta

quizá usted se asustaría de ver

lo terriblemente alegre que es mi vida

de no sólo encontrarse conmigo por la calle

y abordarme preguntando que qué tal me va

y que qué gusto saludarme

a mí al poeta que en dos o tres ocasiones

ha encontrado en lecturas o presentaciones públicas

quizás usted no se acercaría de verme

revolviendo papeles en el escritorio

latas en la despensa

entrañas con la punta de mis dedos

quizás entonces usted se alejaría

fingiría no verme

se cruzaría de acera

y silbaría para alegrar en lo posible

tan mal momento

pero no es necesario debo decirle

no me daría cuenta de su andar apresurado

yo ando casi siempre con la cara gacha

buscando no pisar mi sombra

para no ensuciar un poco más mi sucia alma

podría decirle

que no será necesario que se cruce de acera

que silbe para convocar a la alegría

la alegría de mis bolsos vacíos es suficiente

para asesinar a todos los pájaros del mundo

basta mi alegría necia

para enfurecer a cualquier sonriente de profesión

no se equivoque

si se cruza conmigo quizá

notará mis zapatos sucios

las arrugas de mi camisa

el aliento festivo que molesta a los viandantes

pero será difícil que note

se lo digo en serio

que mi alegría lleva días sin tomar la ducha

meses sin aparecer por la peluquería

quizás usted se entristecería de ver

lo alegremente terrible que es mi vida.

Pensándolo bien no quería ser poeta. Hace algunos años quise ser Jack Bauer, y antes Hannibal Lecter. No sé en qué punto se desvió mi vocación. A pesar de que intenté ir al gimnasio y planear el inhumano asesinato del odioso director de redacción del periódico donde trabajé, terminé haciendo poemas en casa, llegando tarde al trabajo, cobrando la quincena, bebiéndome la quincena. Y al final del día, ya borracho, soñaba, mientras escribía otra vez esos odiosos versos: que algún día sería Jack Bauer, Hannibal Lecter o, ya de menos, Juan del Diablo.

* El libro será publicado en las próximas semanas por la editorial Abismos, en la Ciudad de México.

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