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martes, 19 marzo, 2024
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Una mirada crítica a la política de inmigración de Donald Trump

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Por: Raúl Delgado Wise •

Introducción

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La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos es producto y resultado de la profunda crisis política y económica por la que atraviesa el capitalismo contemporáneo y particularmente el imperialismo estadounidense. Más allá de las incertidumbres que el triunfo electoral de Trump plantea en relación con el escenario económico y geopolítico internacional, resulta importante reflexionar, aun sea brevemente, acerca del significado que tendrían tanto para Estados Unidos como para México dos de sus principales promesas de campaña: a) la deportación masiva de inmigrantes mexicanos indocumentados acompañada de la construcción de un muro fronterizo entre ambos países, el cual además ―según ha afirmado reiteradamente― será pagado por México (Trump, 2016a) y b) la cancelación o drástica renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) (Trump, 2016b). El propósito de este trabajo es ofrecer una explicación desmitificadora del significado e importancia estratégica que la migración y en particular la migración mexicana tienen para la economía y sociedad estadounidense. Nos proponemos asimismo discernir la manera como la trama migratoria y el TLCAN se inscriben en un proceso de integración asimétrica y subordinada de la economía mexicana con la estadounidense. Y, a partir de esta operación desmitificadora, plantear las potenciales consecuencias que las dos promesas de campaña del magnate neoyorkino tendrían tanto para Estados Unidos como para México y los desafíos que, en términos generales, plantean para la clase trabajadora y sus organizaciones.

La migración en el contexto del imperialismo estadounidense

Bajo la égida de la globalización neoliberal comandada por Estados Unidos, la migración figura como un elemento consustancial a la crisis civilizatoria en curso por la que atraviesa la humanidad entera. Si bien la migración opera como un elemento contrarrestante de la caída tendencial de la tasa de ganancia (al abaratar los costos de la fuerza de trabajo), se inserta también en la trama impulsada por el capital monopolista estadounidense en mancuerna con el Estado imperial para afianzar su poder económico, político, social, cultural y militar. Para comprender este fenómeno resulta fundamental tener presente la profunda reestructuración emprendida por el capital monopolista bajo el andamiaje neoliberal: a) el predominio del capital monopolista financiero, quien a través del control, emisión y circulación de capital ficticio y operando bajo condiciones de financiarización logra apropiarse de una enorme y desproporcionada porción de la riqueza social bajo la hegemonía del dólar (Bello, 206); b) la reestructuración de los sistemas de innovación a través de la cual las grandes corporaciones con epicentro en Silicon Valley logran poner a su servicio fuerza de trabajo altamente calificada proveniente de la periferia, reduciendo costos laborales, transfiriendo riesgos y responsabilidades y capitalizando los beneficios mediante la apropiación y concentración de patentes (Delgado Wise, Chávez y Rodríguez, 2016), y c) la configuración de redes globales de capital monopolista a través de las cuales las grandes corporaciones multinacionales expanden sus tentáculos hacia zonas periféricas en busca de fuerza de trabajo barata y recursos naturales, aprovechando los diferenciales salariales imperantes en el horizonte Norte-Sur, a través operaciones de subcontratación (outsourcing) y/o comercio intra-firma (maquilización) (Delgado Wise y Martin, 2015).

La migración y en particular la migración mexicana hacia los Estados Unidos se inscribe en esta trama, cuyo detonante ha sido la aplicación, a rajatabla, de los programa de ajuste estructural (fincados en la tríada: apertura, privatización y desregulación) cuyo impacto en nuestras economías ha sido devastador. Por un lado, estos programas tienen como cometido desmantelar el aparato productivo “nacional” y generar una desbordante masa de población redundante o desempleada (en el caso mexicano 60% de la PEA ha sido arrojada a las filas de la informalidad) y, por otro lado, han abierto el camino a la maquilización de nuestras economías (el 80% de las exportaciones del país provienen de las plantas de ensamble bajo el disfraz de exportaciones manufactureras) y, como contraparte, han generado una desbordante migración laboral que, en esencia, adquiere el estatuto de migración forzada. De esta manera, como se aprecia claramente en el siguiente gráfico, a raíz de la implantación de las políticas neoliberales en el país y la suscripción del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la migración mexicana hacia Estados Unidos se incrementa de manera exponencial hasta convertir al país en el principal exportador de migrantes del mundo.

Gráfico 1. Desbordamiento de la migración mexicana a Estados Unidos

Fuente: 'Compilation from Decennial Censuses, 1850-1990; Pew Hispanic Center, 1994-2010' (Passel & Cohn 2011). SIMDE-UAZ, de 2011 a 2015 con base la 'CPS supplement de march'.
Fuente: ‘Compilation from Decennial Censuses, 1850-1990; Pew Hispanic Center, 1994-2010’ (Passel & Cohn 2011). SIMDE-UAZ, de 2011 a 2015 con base la ‘CPS supplement de march’.

 

El panorama descrito quedaría incompleto si no se considera que a los 12 millones de mexicanos que radican en Estados Unidos hay que sumar una comunidad de origen mexicano de poco más de 30 millones. No puede ni debe omitirse tampoco, en tanto reflejo de las condiciones en las que se despliega la migración mexicana, que el país cuenta también con el mayor número de migrantes indocumentados del planeta y que se ha convertido también en el principal corredor de migración de tránsito del mundo, con todos los costos que ello implica en materia de inseguridad humana y desapariciones forzosas y muerte.

 

A lo anterior habría que agregar los profundos cambios cualitativos experimentados por la migración mexicana. Entre otros, de un patrón circular se ha transitado a uno de carácter más permanente; la participación femenina e indígena han crecido significativamente; el espectro de actividades laborales en el que se insertan los mexicanos se ha diversificado hacia el sector industrial y una variada constelación de servicios, no obstante que la agricultura estadounidense continúa mexicanizada y crecientemente indigenizada; el fenómeno se ha extendido a casi toda la geografía de los dos países, a lo que se suma la creciente selectividad  que acusa el fenómeno: los niveles de calificación laboral de los emigrantes mexicanos se incrementaron ostensiblemente y con ello su participación en las esferas de ciencia, tecnología e innovación de Estados Unidos.

 

Cabe subrayar que, a raíz de la crisis en Estados Unidos desencadenada en 2007, se ha producido una desaceleración de la migración mexicana, acompañada de deportaciones masivas de mexicanos a lo largo de la administración del presidente Barak Obama, las cuales ascienden a poco más de 2 millones, acompañada de un endurecimiento sin precedentes de las políticas migratorias y de control y militarización fronterizos. Esta situación seguramente adquirirá matices aún más dramáticos bajo la administración del Presidente Donald Trump.

 

A los datos referidos habría que agregar algunos indicadores ―por lo general invisibilizados y distorsionados― que revelan la importancia estratégica que la migración mexicana ha tenido y aún tiene para la economía y la sociedad estadounidense. Debido al envejecimiento de la población nativa y el crecimiento de la demanda laboral en ese país. Independientemente del traslado de partes del proceso productivo de las grandes corporaciones hacia el extranjero, multireferido y criticado por Trump, lo cierto es que una parte creciente de la demanda laboral en Estados Unidos ha debido ser cubierta por población inmigrante: 45.2% entre 2000 y 2015, de acuerdo con cifras oficiales de ese país, como se aprecia nítidamente en el gráfico 2. Cabe acotar que la fabulosa demanda de fuerza de trabajo inmigrante por la economía estadounidense no se corresponde ni por asomo con el número de visas efectivamente otorgadas por el gobierno de aquel país, lo que devela que la criminalización de vastos sectores de la población inmigrante, tildados de “ilegales”, no son otra cosa que fruto de una política de Estado encubierta que no solo Trump y sus seguidores, sino la mayoría de los analistas y ciudadanos estadounidenses, pasa por alto.

 

 

 

Grafico 2. Crecimiento de la demanda laboral en Estados Unidos 2000-2015

Fuente: SIMDE-UAZ. Estimación con base en CPS-ASEC, March supplements, 2000 y 2015.
Fuente: SIMDE-UAZ. Estimación con base en CPS-ASEC, March supplements, 2000 y 2015.

 

El aporte de los inmigrantes al crecimiento económico de la economía más grande del mundo constituye otro dato ignorado y obnubilado por la mayoría de los analistas del fenómeno migratorio. Con base en la estimación del valor del PIB generado por la fuerza de trabajo según su grupo étnico y origen migratorio, es posible calcular, con un alto grado de precisión, el inapreciable aporte que los inmigrantes, principalmente de origen mexicano, han hecho al crecimiento de la economía estadounidense. En efecto de 2000 a 2015 el 40.8% del crecimiento del PIB de la economía más grande del mundo obedeció a la contribución de los migrantes. Si a ello se agrega  a los mexicanos de segunda y tercera generación, el aporte total ascendería a 57.8% (véase gráfico 3). Salvo por la ignorancia del magnate estadounidense y de la mayoría de sus seguidores, resulta incomprensible la embestida que pretende hacer en contra de quienes han sido en las últimas décadas uno de los principales motores de la economía estadounidense.

 

Gráfico 3. Aporte de los inmigrantes al crecimiento del PIB de Estados Unidos

Fuente: SIMDE-UAZ. Estimación con base en U.S. Bureau of Economic Analysis, Gross Domestic Product by Industry Accounts, 2000 y 2015, y U.S. Census Bureau, CPS-ASEC, March supplement, 2000 y 2015.
Fuente: SIMDE-UAZ. Estimación con base en U.S. Bureau of Economic Analysis, Gross Domestic Product by Industry Accounts, 2000 y 2015, y U.S. Census Bureau, CPS-ASEC, March supplement, 2000 y 2015.

 

Más aún, al analizar la problemática inmigratoria por lo general se deja de lado un hecho fundamental: Estados Unidos concentra, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, el 30% de las patentes registradas en el mundo. De allí estriba la fortaleza de ese país en los acuerdos de “libre comercio” que ha suscrito con la mayoría de los países del mundo y que le han abierto la puerta a las grandes corporaciones multinacionales de origen estadounidense. Lo importante a destacar es que más de la mitad de las patentes en Estados Unidos son generadas por inmigrantes y de éstos los inmigrantes provenientes de países del sur o periféricos cumplen un papel cada vez significativo. De hecho, los primeros cinco países de inmigración calificada a Estados Unidos son India, México, Filipinas, China y Corea del Sur (en ese orden). Más aún, como se aprecia en el siguiente gráfico, resulta más impresionante aún el crecimiento de los posgraduados mexicanos en el vecino país del norte, los cuales ascendieron en los últimos 25 años del noveno al tercer lugar.

 

 

Gráfico 4. Incremento de la población con posgrado nacida en México y que reside en Estados Unidos

Fuente: SIMDE UAZ. Con base en 'U.S. Bureau of Census. Dataferret. Percent Samples' 1990 y 2000 y; 'American Community Survey' (ACS), 2010; (*) 'Current Population Survey march supplementary' (CPS) 2015.
Fuente: SIMDE UAZ. Con base en ‘U.S. Bureau of Census. Dataferret. Percent Samples’ 1990 y 2000 y; ‘American Community Survey’ (ACS), 2010; (*) ‘Current Population Survey march supplementary’ (CPS) 2015.

 

Finalmente, resulta fundamental cuestionar la visión dominante sobre la relación entre migración y desarrollo que prevalece en los principales foros multilaterales y agencias internacionales encabezadas por el Banco Mundial, i.e. el famoso mantra de las remesas (Stephen Castles y Raúl Delgado Wise, 2008). Al respecto cabe subrayar que los recursos que los migrantes envían a sus familias lejos de representar un subsidio Norte-Sur y una poderosa palanca para el desarrollo del país de origen, entrañan exactamente lo opuesto: una modalidad de intercambio desigual que implica un subsidio Sur-Norte. En efecto, haciendo una estimación conservadora del costo de la migración para México considerando el costo de reproducción social del migrante a la edad y con el nivel educativos con el que arribaron por vez primera a Estados Unidos (considerando únicamente la canasta de alimentación básica y el costo de la educación pública), es posible aseverar que el costo para México a lo largo del periodo del TLCAN duplica al menos el total acumulado de remesas recibidas en el mismo lapso (Delgado Wise, Márquez y Gaspar, 2015). Más aún, si esos migrantes hubieran nacido y sido educados en Estados Unidos su costo hubiese sido cinco veces superior. Ello demuestra fehacientemente que la migración, en las condiciones actuales, a contra sensu de lo que esgrime Trump, representa una modalidad de intercambio desigual que no solo rinde cuantiosos beneficios a la economía y sociedad estadounidense, sino que resulta indispensable para su crecimiento y dominación planetaria.
Los desafíos para Estados Unidos y México que plantean las promesas de campaña de Donald Trump

 

Por lo señalado en el punto anterior, la victoria de Trump, de seguir fiel a sus promesas de campaña, implicaría un duro golpe al imperialismo estadounidense. La demagogia, ignorancia, racismo, xenofobia, misoneísmo e inexperiencia política del magnate neoyorkino, en su afán de encontrar chivos expiatorios de la crisis por la que atraviesa Estados Unidos, amenaza no únicamente con la deportación a millones de migrantes mexicanos que cargan con el estigma de la “ilegalidad”, sino que conlleva también una amenaza al poder corporativo y financiero de la primera potencia del orbe. De cumplir Trump sus promesas de campaña erosionaría las bases sobre las que se finca el poder monopólico e imperialista del coloso del norte y arrastraría con ello lo que aún queda de la alicaída y desdibujada american way of life. Resulta evidente en este sentido que, en el fondo, Trump carece de un proyecto económico y geopolítico para superar la crisis global del capitalismo estadounidense y occidental.

 

El triunfo electoral de Trump da cuenta asimismo de un cuestionamiento profundo a la clase política estadounidense. En la contienda electoral, los dos partidos dominantes, demócratas y republicanos, evidenciaron la profunda crisis por la que atraviesan, ante el hartazgo y la desconfianza de la población con el establisment político. Más allá de la ignorancia de Trump y de los segmentos de la población que respaldaron su candidatura, lo cierto es uno de los saldos más importantes de la elección fue haber desmitificado la fortaleza y transparencia de la supuestamente paradigmática e infalible democracia estadounidense.

 

La elección de Trump afecta y deja huérfana a la clase política mexicana, profundamente subordinada frente a los intereses del país vecino del norte y que hoy enfrenta una crisis interna de dimensiones mayúsculas. El TLCAN ha sido un verdadero desastre para el país: en vez de reducir brechas con Estados Unidos y Canadá, nos ha distanciado aún más de ellos en prácticamente todos los indicadores sociales y económicos y, en cambio, nos ha acercado más a Guatemala, nos ha “guatemalizado”. La situación del pueblo mexicano no podía ser peor en términos de precarización laboral, explotación, pobreza, exclusión social, discriminación social, despojo y violencias sistémicas.

 

Bajo esta perspectiva, el modelo neoliberal que se implanta en México, particularmente en el contexto del TLCAN representa una negación categórica del precepto neoclásico-neoliberal que afirma que una apertura indiscriminada entre naciones bajo el “libre comercio”, generará para éstas beneficios mutuos importantes, independientemente de sus disímiles fuerzas relativas, historias, aparatos productivos y niveles de desarrollo. En el caso mexicano se instaura lo que en otros lugares hemos caracterizado como un modelo exportador de fuerza de trabajo barata y de saqueo de recursos naturales. Este modelo profundamente excluyente y expoliador se caracteriza por la articulación y combinación de cuatro mecanismos, a saber: la industria maquiladora, el sector de la maquila encubierta, la emigración de trabajadores mexicanos a Estados Unidos y un extractivismo altamente predatorio. Este modelo lejos de encarnar un caso exitoso de industrialización orientada al exterior, se caracteriza por configurar una forma regresiva, básica de “sub-primarización” y primarización de las exportaciones.  (Delgado Wise y Cypher, 2007  y Cypher y Delgado Wise, 2010).

 

La población migrante, forzada a salir masivamente del país, se enfrenta a una situación de doble migración forzada ante la amenaza de Donald Trump de llevar a cabo deportaciones masivas desde el primer día de su mandato. No cabe duda que este panorama resulta extremadamente crítico y a la vez desafiante. Por un lado, a través de él se vislumbra una profundización de la crisis sistémica por la que atraviesan México y Estados Unidos, haciendo resonar como nunca antes una de las estrofas del himno nacional mexicano: “… y retiemble en su centro la tierra…”. Por otro lado, la elección de Trump acabó por destapar la caja de pandora y colocar con firmeza en el tablero político la urgente necesidad de emprender procesos de transformación de gran calado tanto en Estados Unidos como (e incluso con mayor urgencia) en el caso de México. No se puede tapar el sol con un dedo y la ruta trazada hasta ahora por la desprestigiada y caduca clase política mexicana resulta a todas luces insostenible.

 

El panorama para la clase trabajadora y sus organización ¿Quo Vadis?

 

La incertidumbre provocada por la llegada de Trump a la Casa Blanca pone en tela de juicio al imperialismo estadounidense y acentúa, aún más, la crisis por la que atraviesa el sistema capitalista (Amin, 2013). En este contexto, la embestida neoliberal sobre la clase trabajadora ha sido brutal. Los migrantes constituyen, sin lugar a dudas, uno de sus segmentos más vulnerables. El desafío para ellos y particularmente para los que cargan con el estigma de “ilegales” es encontrar formas activas de resistencia y rebeldía que los vincule con la lucha anticapitalista que se despliega desde abajo a lo largo y ancho del planeta. No se trata de una ruta fácil ni que se encuentre a la vuelta de la esquina. Los movimientos indígenas y campesinos en América Latina han abierto nuevas y creativas avenidas para avanzar en esta dirección (Zibechi, 2016).

 

Y aunque coincido con muchos colegas en que el sistema capitalista atraviesa por una crisis terminal (Wallerstein, 1999) y que la llegada de Trump al poder no es más que un síntoma más de la profundidad de dicha crisis, lo cierto es que el sistema no se derrumbará por sí solo. La hidra capitalista (utilizando la extraordinaria metáfora zapatista) tiende a regenerar sus cabezas y seguirá sembrando caminos de destrucción y muerte mientras no seamos capaces de unificar y organizar a la clase trabajadora: obreros, campesinos, indígenas, migrantes y en general a los miles de millones de damnificados por el sistema capitalista en torno a un  proyecto o a una multiplicidad de proyectos (un mundo en el que quepan muchos mundos) capaces de trascender el orden o desorden imperialista y capitalista imperante.

 

Referencias

Amin, Samir (2013), Implosion of Capitalism, London: Pluto Press.

Bello, Walden (2006). “The Capitalist Conjuncture: Over-accumulation, Financial Crises, and the Threat from Globalisation,” Third Word Quarterly 8 (27): 1345-1368.

Castles, Stephen y Raúl Delgado Wise (2008), Migration and Development: Perspectives from the South, Ginebra: OIM.

Cypher, James y Raúl Delgado Wise (2010), México’s economic dilemma: The developmental failure of neoliberalism, Rowman & Littlefield Publishers.

Delgado Wise, Raúl, Mónica Chávez y Héctor Rodríguez (2016). “La Innovación y la Migración calificada en la Encrucijada: Reflexiones a partir de la Experiencia Mexicana”, Revista Interdisciplinar da Mobilidade Humana, 3(47): 153-174.

Delgado Wise, Raúl y David Martin (2015). “The political economy of global labour arbitrage” in Kees van der Pijl (editor), The International Political Economy of Production. Cheltenham: Edward Elgar, pp. 59-75.

Delgado Wise, Raúl, Humberto Márquez y Selene Gaspar (2015), “Ten Myths about Migration and Development: Revelations involving the México-United States Experience” en Diego Acosta and Anja Wiesbrock, eds., Global Migration: Myths and Realities. NewYork: Praeger: 103-138.

Delgado Wise, Raúl y James Cypher (2007) “The Strategic Role of Mexican Labor under NAFTA: Critical Perspectives on Current Economic Integration”, 610(1):119-142.

Trump, Donald (2016a), “Immigration reform that will make America great again”, consultado en https://assets.donaldjtrump.com/Immigration-Reform-Trump.pdf.

Trump, Donald (2016b), “Donald Trump’s Contract with the American Voter” conultado en https://assets.donaldjtrump.com/_landings/contract/O-TRU-102316-Contractv02.pdf.

Zibechi, Raúl (2016), Latiendo resistencia: Mundos nuevos y guerras de despojo, Málaga: Zambra/Baladre.

Wallerstein, Immanuel (1999), The end of the world as we know it: social science for the twenty-first century, Minneapolis and London: University of Minnesota Press.

 

Raúl Delgado Wise,

Estudios del Desarrollo UAZ

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