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martes, 19 marzo, 2024
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Fin del Tratado de Libre Comercio y el futuro de la integración económica México – Estados Unidos

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Por: Eliseo Díaz González •

El próximo 20 de enero tomará posesión Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América. Dos temas han ocupado la agenda de ambos países desde la súbita aparición de este personaje, el comercio y la migración entre México y Estados Unidos.

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Aquí se buscan analizar el futuro de la relación comercial de México con los EU en la nueva presidencia de ese país.

Fin del TLCAN

Una de las principales amenazas que se ciernen sobre México con la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos es el probable fin del tratado de Libre comercio de América del Norte conocido por sus siglas como TLCAN, puesto en vigor desde 1994.

El procedimiento de denuncia del TLCAN está establecido en el artículo 2205 y consiste simplemente en notificar a las partes esa decisión con seis meses de anticipación, tiempo en el cual el acuerdo continuará vigente. Si el próximo 20 de enero en su toma de posesión Trump anuncia que Estados Unido se retira del acuerdo y así lo notifica a México y Canadá, entonces para julio siguiente el TLCAN habrá llegado a su fin.

Ya se ha escrito mucho acerca de los impactos que tendría para el comercio México – Estados Unidos la anulación del TLCAN y la manera en que esto afectaría a la economía de nuestro país.

Se sabe que el 82% de las exportaciones mexicanas van para Estados Unidos. Esto ha sido así desde siempre, pero con el TLCAN el comercio entre ambos países aumentó considerablemente y también las exportaciones se concentraron más en este país.  Por ejemplo, en 1995 México exportaba un total de 75.5 miles de millones de dólares en diversos productos, de ese total, 66 mil 300 millones eran exportados a EEUU, es decir, el 83%. En 2015, las exportaciones mexicanas ascendieron a 380 mil 8 millones y el total exportado a EEUU alcanzó los 309 mil 100 millones, es decir, el 82%, según cifras de UNCTAD.

Los principales bienes exportados por México a los EEU son diversos productos de la industria automotriz, que incluye vehículos para pasajeros, autopartes y camiones, que sumaron en el 2015 65 mil 800 millones, o el 21% del total de productos de sus exportaciones a ese país. El otro gran componente de las exportaciones de México a los EEUU son los bienes fabricados por la industria maquiladora y que incluye equipo de telecomunicaciones, procesamiento de datos y televisores. En 2015 estos productos sumaron 46 mil 800 millones en exportaciones a los EEU, que representan el 15.2% del total exportado hacia este país. El grado de concentración de exportaciones a este país es mayor en el caso de los bienes maquilados, 85% del total, que los productos automotrices que se concentran en 82% en el mercado de EEUU.

En ambas familias de productos EEUU enfrenta un enorme déficit comercial, que es la preocupación principal que fue externada durante la campaña electoral que culminó con el triunfo de Trump. El saldo comercial en ambas familias de productos, los del sector automotriz y los bienes maquilados, es equivalente al total del déficit comercial que tiene EEUU con México, que se estima en 72.7 miles de millones de dólares, según la fuente ya referida. Este desbalance en el comercio de estos bienes es ligeramente mayor en el caso de los bienes de la industria maquiladora, en el que habría un menor comercio intraindustrial, que el del sector automotriz donde hay una mayor integración comercial entre ambos países y que se refleja en un mayor comercio intraindustrial.

Ambas familias de productos, entonces, representan el 37% del comercio de México con EEUU y por lo mismo constituyen la principal amenaza comercial que está en juego en la nueva relación que a partir del 20 de enero establecerán ambos países.

Al igual que la producción automotriz y sus exportaciones a Estados Unidos, las exportaciones maquiladoras se verían igualmente afectadas a pesar de que ahora paguen un gravamen con el TLC.  La exportación de bienes maquilados en México, que, en su mayoría, sino es que en su totalidad, tienen un bajo contenido local, está regida por las reglas de origen establecidas en el propio acuerdo –un variable 60% de contenido regional opera para las diferentes categorías–, que varían en los distintos niveles arancelarios en los que estos productos son identificados.

Un reportaje publicado en Expansión en el 2011 (http://expansion.mx/expansion/2011/09/14/tlc-y-maquiladoras) daba cuenta de los notables avances en la integración regional propiciada en la industria maquiladora de México, en la que proveedores asiáticos estarían desplazando plantas fabriles a México y Estados Unidos para abastecer desde ahí a las empresas maquiladoras localizadas en México y que producen televisores, computadoras y teléfonos celulares. Incluso firmas como Mitsubishi y Samsung habrían comprados fabricas ya existentes en el sur de Estados Unidos para producir partes y componentes ensamblados en México.

Esto es una evidencia de que aún la producción maquiladora en México esta impactando en la creación de puestos de trabajo en EEUU, y es seguro que esa tendencia se haya intensificado en los años recientes.

Sin embargo, la consulta de las cifras regionales del comercio México – Estados Unidos, en particular en el caso de la frontera norte, muestran que la formación de proveedores para la maquiladora ha sido insuficiente. Por ejemplo, en estados fronterizos con base económica asentada en la industria maquiladora, como Baja California y Chihuahua, el 90% de sus exportaciones van hacia Estados Unidos, pero 60% de sus importaciones provienen de Asia, en particular tres países: China, Japón y Corea.

Pero es importante insistir en que no hay diversificación del comercio posible, que compense los cerca de 309 mil millones de dólares que vende México a los Estados Unidos cada año y que se verían amenazados si EEUU decide retirarse del tratado, ni tampoco el recurso al mercado interno lograría amortiguar ese impacto.

El principal impacto será en una creciente volatilidad del peso por el riesgo que implicaría el probable incremento en el déficit en cuenta corriente y las dificultades para captar inversión extranjera directa (IED) y en cartera con el solo anuncio. Dado los niveles actuales de la deuda externa, que se aproxima paulatinamente al nivel crítico del 50% del PIB, que para el Fondo Monetario Internacional (FMI) constituye un umbral decisivo para las economías en desarrollo, y que ha obligado al gobierno a recortar su presupuesto, en el escenario sin tratado la restricción externa al crecimiento y el déficit fiscal serían aún más críticos.

OMC

Pero el hecho de desaparecer el TLCAN no implica que desaparezca el comercio entre México y Estados Unidos. Aunque Trump también amenazó con retirar a EEUU de la Organización Mundial de Comercio (OMC), una eventual anulación del TLCAN llevaría a que el comercio entre ambos países se rija de acuerdo a los términos de la OMC y en particular dos de sus reglas podrían ayudar a México. Una es la cláusula de no discriminación en el comercio y otra la cláusula de conceder ciertas preferencias a las economías en desarrollo, que implica recibir “un trato especial y diferenciado”. El actual TLCAN concede a las partes el beneficio de recibir trato no discriminatorio, el trato de nación más favorecida y el mejor de los tratos.

La relación México Estados Unidos quedaría sujeta a las reglas de la OMC. Esto significa que EU tendría que aplicar aranceles similares a los que reporta UNCTAD. No aplicaría el principio de nación más favorecida, pero si el trato no discriminatorio, que es una de la cláusula o principios que rige para los países miembros de la organización.

El arancel promedio aplicado por los países miembros de la OMC en 2013 fue de 9%, de acuerdo a la misma organización, aunque el nivel “consolidado” de aranceles, sustancialmente más alto a los aplicados, son parte de los compromisos que asume un país cuando ingresa a la organización. Esto significa que, en caso de retirarse del TLCAN, Estados Unidos podría aplicar el arancel promedio que aplica de acuerdo a esta organización, pero podría también aplicar el llamado arancel consolidado, que podría llegar a superar el 30%. Recordemos que Trump amenazó a la industria automotriz que trasladó puestos de trabajo a México con aplicarles un arancel del 35%, en términos del arancel consolidado reportado a la OMC podría perfectamente hacerlo sin recibir sanciones por ello, aunque estaría incurriendo en una práctica discriminatoria del comercio violando el acuerdo de adhesión a la OMC.

En conclusión

Hay mucha esperanza de que Trump no lleve a la práctica las políticas draconianas que anunció en su campaña electoral, porque responden a percepciones equivocadas acerca de lo que es el comercio internacional, la globalización y la integración económicas, no solo por el perjuicio innecesario que provocarían a un país vecino y con bajo nivel de desarrollo, sino también por la turbulencia económica internacional que ello generaría.

Sin embargo, hasta ahora, los pasos que ha dado en la organización del gabinete que lo acompañara en su gobierno, indican que van en serio a tratar de cumplir las insensatas ofertas que hizo  a sus electores.

Recordemos que el tratado comercial con México estuvo animado en la intención de frenar el flujo de migrantes mexicanos a los Estados Unidos y en la actualidad, es posible que resultado de una feliz coincidencia, la intensificación del comercio y la creación de empleos en México han contribuido a frenar la migración mexicana hacia ese país.

Además, la relocalización de empresas en otros países es una consecuencia natural del comercio internacional, que impulsan el interés de las empresas por reducir sus costos de frontera y transporte de productos, sino la gestión pre y posventa de sus productos. Ningún país está dispuesto a importar incesantemente productos de empresas de otros países, sin que imponga compromisos de localización interna al país.

El caso publicitado de la empresa Carrier demuestra el absurdo de las políticas mercantilistas ridículas del próximo ocupante de la Casa Blanca. Carrier necesita una planta en el norte de México porque esa región es un importante mercado para sus aparatos de refrigeración, en el norte de Estados Unidos lo que vende son aparatos de calefacción. La competencia con los fabricantes chinos es muy grande en las dos categorías de bienes y el norte de México es también un mercado atractivo para ellos.

 

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