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viernes, 29 marzo, 2024
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El sexenio de Alonso Reyes: rojos absolutos o un pantano en el desarrollo

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

Introducción Editorial

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Contrastar la propaganda gubernamental con estudios objetivos basados en indicadores rigurosamente construidos nos permite caer en la cuenta de que la publicidad que repite “Zacatecas va por buen camino” es vacía y abiertamente engañosa. En este número ofrecemos el análisis de diversos sectores de la realidad zacatecana que nos permitan tener una mirada objetiva de lo aportado al desarrollo en el sexenio (2010-2016) que recién termina.

La serie de indicadores trabajados por la Asociación “México, ¿cómo vamos?” alrededor crecimiento económico y generación de empleos formales, que sintetizan los resultados de los factores que los determinan, como productividad, pobreza e informalidad laboral, deuda pública, diversificación económica y desigualdad; muestra que los resultados son malos: se expresan en formato de semáforo (verde, amarillo y rojo), y es notorio cómo después del 2010 las cifras son un rojo absoluto. Las conclusiones de esos números las ofrecemos en un texto que describe las tablas que se muestran: sin productividad, alta pobreza laboral y persistente informalidad, hablan de que en el estado de Zacatecas no se trabajó con planeación estratégica que detonara la economía local. Entonces, ¿qué tipo de economía se configuró en esos años? La respuesta la sugiere Miguel Esparza, con un potente análisis económico, que correlaciona los ritmos del crecimiento (PIBE) y la creación de empleos. El llamado GAP (diferencia) entre estos dos pilares de la economía es muy interesante: el crecimiento no se corresponde a la creación de empleos. Lo cual significa que la riqueza que se produce no queda sembrada en nuestro territorio, sino que se fuga a otros países o a otros estados. Si aquí se quedara generaría diversificación y encadenamiento productivo y, por supuesto, los 14, 400 empleos que Zacatecas ocupa por año (en lo que coincide con los expertos de la Asociación citada al inicio). En suma, describe la edificación de una Economía Colonial: fuerza de trabajo y recursos naturales generan riqueza que se aprovecha fuera del estado.

Este marco económico sirve para visualizar el artículo de Rodrigo Reyes sobre el tema de la pobreza en la entidad. Describe una esencial persistencia del problema (vista en ciclos largos), y una ligera disminución (vista en ciclo corto). De 67 a 59 por ciento en el caso de la pobreza moderada o línea de bienestar; y de 29 a 26 por ciento en pobreza alimentaria o bienestar mínimo. Pero dado que esa ligera disminución no se acompaña con el fortalecimiento de la estructura económica (más y mejores empleos), significa que la disminución se debe al factor de distribución directa de recursos a dichas poblaciones. Especialmente en los rubros de pisos firmes y transferencias monetarias condicionadas. Lo cual significa que con la entrada del recorte de gasto público, es probable que esas cifras no se conviertan en tendencia. Pero tener una población con ingresos por debajo de la línea de bienestar rondando o variando alrededor del 60 por ciento, es una noticia nada positiva. El problema de pobreza se atiende por sus causas y se mide por medio de sus efectos, pero en la política del gobierno de Zacateas de atender el problema corrigiendo los efectos, ha mostrado que sólo mueve momentáneamente la cifra, pero no consolida una nueva realidad social en el estado.

Humberto de Luna muestra a un sector agropecuario comportándose en forma errática: su participación en el PIB estatal pasaba de 19 a 29, y a 8 por ciento en años continuos. Lo cual muestra que no hay una planta productiva sólida. Se concentraron en presas, bordos y pozos, se atendió a menos del 50 por ciento de las hectáreas existentes en el territorio estatal, y se dejó a la incertidumbre del clima la producción de alimentos. Las políticas de agricultura protegida, de la diversificación productiva y basada en enfoques de seguridad (a aún de soberanía) alimentaria fueron sólo discursos. La distribución de los apoyos al campo no ha podido superar un defecto de injusticia que repercute en la productividad: la regresividad de sus presupuestos. Esta suerte de estancamiento también se deja ver en la aportación de Manuel Ibarra sobre el sector educativo. En Zacatecas no se alcanzaron los objetivos del milenio (a 2015) en educación. Los indicadores de rezago escolar, analfabetismo funcional y brecha digital en las escuelas muestran el estancamiento en avance de las políticas educativas: “En Zacatecas el analfabetismo funcional y digital afecta, según estimaciones oficiales, a más del 70 por ciento de la población. Sólo el 30 por ciento de la ciudadanía tiene las posibilidades reales de acceder al uso de la interconectividad a internet (…) De acuerdo a cifras del Censo Nacional de Escuelas, Docentes y Alumnos, en Zacatecas solamente el 16.5 por ciento de los planteles de educación básica tienen acceso a internet, contra el 94.8% que registra La Ciudad de México, que es el más alto en la República”.

No podemos dejar de observar el tema que ha sido fuente de preocupación nacional en los últimos años: la seguridad. Y donde también se dieron los mayores debates en el sexenio anterior. La campaña del gobierno en el sentido que había dejado un estado tranquilo y seguro, contrasta con la realidad que grita a través de las cifras que expone Ricardo Bermeo: en homicidios dolosos, secuestros, extorsiones, robos, en procuración de justicia e impunidad; en todos, se observa que los 4 mil millones de pesos invertidos en este problema no surtieron efectos positivos. Fue dinero desperdiciado que no logró cambiar la situación. La realidad cae como agua helada en los spots oficiales que quisieron generar una artificial percepción ciudadana sobre el tema.

Por último, echamos una mirada a uno de los rasgos particulares del estado de Zacatecas: su condición de migrante. Fernando Robledo contrasta los programas y estrategias del sexenio antepasado y el pasado en torno a este aspecto. De los múltiples aspectos, destacamos el trato que se dio a los trabajadores ex-braceros, donde se eliminó el monto de 12 millones que se destinaba a este grupo de la población a través de un novedoso programa que se diseñó en Zacatecas, y marcó negativamente la política de Alonso Reyes en el tema migrante.

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