Autor: Carlos Humberto Galindo Pelayo
Residencia: Zacatecas, Zacatecas, México
Sentado estaba Pancho Villa,
tomándose un buen aguardiente;
se aparece, de pronto, la Muerte en una silla,
y éste muere repentinamente.
Le dice: Vengo a llevarte a la fuerza,
y creo que ésa no es tu bebida favorita.
Tú sólo tomas oscura cerveza
y te me vas conmigo ahorita.
La Muerte le entrega sombrero y pistolas,
y él, llorando, le dice: me quiero quedar;
Villa no quiere dejar a sus mujeres solas,
y al averno no se las puede llevar.
A cientos de pelados has matado,
pero ahora se te va a juzgar.
Yo misma te llevaré encadenado,
y de ahí no te podrás escapar.
Al fin han llegado al inframundo;
la Muerte a la Catrina le presenta,
belleza inigualable en el mundo,
y al verla, Villa pierde la cabeza.
La Catrina, con su mano huesuda, lo sujeta,
no dejará que se vaya de su lado;
en su otra mano trae una escopeta,
y en la cintura un revólver cargado.
Y así termina esta triste historia.
Pobre Villa, se ha quedado en el averno;
en la tierra lo recuerdan con gloria,
pero su verdadero legado está en el infierno.