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jueves, 28 marzo, 2024
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¿Dónde está la riqueza que por tantos años ha ofrecido la entidad al mundo?

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Por: ALMA RÍOS • admin-zenda • Admin •

■ Noria de Ángeles: pobreza y olvido donde otrora estuviera la mina más rica de plata en el mundo

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■ Difícil, sostener a la familia a pesar del esfuerzo que realizan los pocos mineros-agricultores

Es difícil encontrarlos. De aquellos que trabajaron durante el apogeo, unos se emplearon después en El Coronel (una mina ubicada en Ojocaliente), otros andan en el campo, en “el monte”, algunos más han emigrado. Son ellas entonces quienes dan voz a una historia evasiva, también, porque recientemente murió el cronista municipal. Son esposas, hijas, hermanas, nietas de mineros-agricultores. Saben de proveer, de alimentar, de sostener a los suyos, ya sea económica o emocionalmente, y del sufrimiento que causa la impotencia de no poder hacerlo.

En su discurso puede mezclarse el agradecimiento que raya en la lealtad, con el resentimiento, y aún el encono hacia la Minera Real de Ángeles (que explotara durante poco más de 10 años la veta de plata a tajo abierto más grande del mundo), pero también hacia los gobiernos que dejaron a la bonanza venir e irse por rutas de riqueza de las que no se encuentran aquí rastros, sino sólo silencio y ausencia.

Pareciera un “día feriado” en que luego de la fiesta deben los cuerpos reponerse, levantarse tarde para poder activar la vida. Pero son ya las tres de la tarde de un jueves y las cortinas de los comercios permanecen cerradas.

Hay algunas excepciones, las tiendas de abarrotes o de bebidas alcohólicas que, con sus pinturas exteriores recientes, rojo con blanco, y amarillo intenso con azul ultramarino, anuncian la omnipresencia del capital trasnacional. Su marcaje territorial, contrasta con una vista generalizada de pinturas deslavadas por el tiempo.

Se expresa asimismo el otro marcaje, de un territorio todavía mexicano, dicen, cada vez más pobre y necesariamente “atendido” por la política asistencial.

Hay locales de Leche Liconsa y Farmacias Sumar. Y otro más, de reciente utilidad: “MIGUEL ALONSO, GOBERNADOR. 6 AÑOS DE BUENOS RESULTADOS. ¡CUMPLIMOS! 7, 000 OBRAS EDUCATIVAS, 6 INFORME DE GOBIERNO”.

Nada más por contrariar a la propaganda gubernamental, los letreros de los comercios se expresan sólo como promesas de servicios y de clientes que los requieran: El Tenampa, Papelería Mafalda, Bonetería, Helados Pinwy, Nevería Dany, Farmacia y Consultorio Noria de Ángeles, último cuyos horarios de atención reiteran el escenario: miércoles de 3 a 5 pm, domingo de 11 am a 3 pm.

Es el centro de Noria de Ángeles, cabecera municipal cuyo caserío se extiende a las faldas de cerros artificiales de mineral de “baja ley”, por eso, dejados como enormes montículos cuya altura es difícil precisar pero que rivaliza con la de los naturales; se diferencian no obstante, porque los generados por la extracción de riqueza en plata, plomo y zinc entre los años 80 y 90 del pasado siglo, son ahora materia estéril, allí no nace verdor alguno. Contra el horizonte, expresan sus promontorios grises, cortados por una cima horizontal, una disonante orografía.

En ese centro (el otro, el que se originó en el siglo 18 se lo comió la nueva mina con todo y casas), se encuentran el templo y jardín principales, último en cuyas bancas no hay gente que converse ni perros paseando o niños jugando en torno de su kiosko; así puede prescindirse de letreros que adviertan “no pisar” el pasto; no hay quien lo haga.

La falta de vitalidad de las calles, conformadas en general por casas de un piso, de construcción austera uniformada en su estilo, algunas que conservan muros sin enjarre o tienen vecindajes con solares, contrasta con la actitud de la gente de La Noria, solícita y atenta, que busca auxiliar al extraño, darle señas y nombres, a veces intercalados con humor local:

-“¡No se pierdan en la gran metrópoli!”, recomienda un joven, luego suelta una carcajada.

Entre los pocos lugares abiertos se encuentra “Jugos Male”, donde Gloria Silva, en algún momento primera dama del municipio, vende jugos, gorditas, nachos, cueros, churros, dulces, refrescos; los domingos prepara menudo y atoles de piloncillo, guayaba o champurrado. Tiene también en el local de cuatro y medio por cinco metros, una tina con frijol para venta, del que aún cultiva su esposo.

Gloria recuerda el antes y el después de la actividad en la Minera Real de Ángeles en La Noria. Su voz firme y grave hace pausas en que se adivina que puede quebrarse, pero luego de los silencios opta por rematarla con mayor énfasis y logra atajar la emoción.

“Yo pienso que vivimos bien porque yo les voy a decir una cosa…”. Relata que junto con su esposo Fidencio Hernández Lozano, entonces agricultor, intentaban vender una bolsa de un maíz que se había helado, “que nadie nos la quiso comprar”.

“Y nosotros teníamos la niña grande, ya se le iba la cabecita para un lado y para otro, porque no teníamos para la leche, tenía tres días sin comer leche”.

Luego de una pausa en la narración, agrega, “así es, entonces digo…oiga, pues cómo va a decir uno…porque teníamos mucha hambre…”

Dice que no había entre las personas del poblado que entonces tenían dinero, quién les prestara porque esperaban ya el reproche, “¿y bueno tú, con qué me vas a pagar? (…) Así eran las cosas”.

Ese día la necesidad se arregló con la intervención fortuita de un amigo de la familia que llegó de la Ciudad de México y luego de preguntarles lo que andaban haciendo y obtener la respuesta, “el señor sacó 100 pesos y se los dio –a su esposo- y a mí eso no se me olvida…”.

La conversación agrega la observación de “en aquel tiempo la gente estábamos ignorantes de todas las cosas, ora ya no…ahora que cualquier cosita…no se vale”, dice para hablar de un pueblo que ha aprendido a exigirle a las autoridades que no se le deje en el abandono.

El negocio en que ahora se encuentra, lo abrió hace ocho años. En respuesta a cómo le va en las ventas contesta, “mire entre semana está mal, pero el sábado y el domingo vendo gorditas y el domingo menudo y sí vendo, ¿para qué se va a quejar uno?… ¿cómo ve?”

Un “¿cómo ve?” que suena golpeado y ante el que no hay una respuesta fácil, ahora el silencio viene de este lado.

En recuento de lo que materialmente le dejó la Minera Real de Ángeles, que se presumiera al mundo con spots en que una bella joven ataviada con casco minero remataba su paseo por las instalaciones donde se observaban enormes maquinarias trasportando inmensas cantidades de mineral con un: “Hermosa República mexicana, desde Noria de Ángeles, Zacatecas; Canal 2 te saluda”, Gloria refiere la formación de sus hijos, que se encontraban en la escuela todavía cuando cerró, en un año que no logra recordar.

“Yo tenía mis muchachos en la escuela y sí se le hacía a uno muy trabajoso. Pero nosotros le echábamos su comidita, sopita, frijolitos y lo que hubiera. Y mi padre dios nos dio licencia y ahí están logrados”.

Ya había pasado entonces, que su esposo trabajara en las primeras exploraciones donde se asentaría la minera desde 1974, que fuera contratado como vigilante, y luego subiera de categoría, que fuera elegido presidente municipal y luego recontratado por la empresa extractiva, y el cierre.

Luego vendrían a su busca nuevamente ingenieros mineros para que trabajara el señor Fidencio ahora en el canal de Panamá.

De la etapa del auge, vienen a la memoria de Gloria Silva, el cómo la gente iba adquiriendo sus muebles en Loreto, municipio cercano.

Dice que la mayoría de las casas, incluida la suya –que no el terreno-, fueron construidas con el reparto de utilidades que entregaba la empresa a los mineros, y que antes las construcciones que eran de adobe se caían, atacadas por los fenómenos climatológicos y el tiempo.

Gloria Silva se contiene de expresar críticas a la Minera Real de Ángeles, corta las frases, que deberán ser escritas añadiéndoles puntos suspensivos. Agrega sobre lo que pudiera reprochársele a la empresa, “sí pues, de todos modos se saben todas las cosas y ahora hasta el último que ya pasaron”.

Sólo supo de un caso, y que refiere como un “dicen”, del nacimiento de un bebé con anencefalia. Sobre otros daños por contaminación a las tierras, también los refiere como algo impreciso, pues las suyas no se encuentran cercanas a donde el viento sopla para bañarlas con el polvo de jales, que además comenta, ya fue controlado porque la presa fue cubierta hace años.

Francisca Martínez Lozano ofrece otra arista del relato, tiene 65 años y es otra esposa de minero-agricultor. El recuento de lo que dejó la relación de su familia con la Minera Real de Ángeles entre los años 80 y 90, se resume en un esposo con dificultades para caminar al que recuerda siempre llegar mojado a la casa por el agua del  “agua cochinota” de los jales.

El señor Tiburcio Villalpando Gallegos, nunca faltaba a sus labores, ni siquiera en días festivos como la Navidad o el Año Nuevo. Fue contratado ya alrededor de los 40 años, como auxiliar de limpieza, tuvo la categoría de “obrero”, y aunque se le dieron posteriormente encargos de mayor responsabilidad nunca obtuvo su promoción; su empeño era premiado con un baile a final de año en Las Trojes, en la cercana ciudad de Aguascalientes.

Luego de entre 15 a 17 años de laborar para la empresa extractiva, recibe una pensión de 200 pesos mensuales, que teme perder si intenta vías legales para incrementarla, por lo que desiste.

La señora Francisca tiene hoy como preocupación principal a un hijo adulto que tiene que cuidar, y llevar cada semana a hemodiálisis. Luego de sufrir un accidente en la mina cuando la pipa de agua que manejaba perdió los frenos en una maniobra, vinieron con los años la diabetes con todas sus secuelas, dice que él sí se pensionó “bien”, pero que fue difícil que la empresa asumiera la responsabilidad por el accidente de trabajo. Su hijo obtiene 2 mil pesos mensuales.

Cada semana, ella debe erogar alrededor de 800 pesos y viajar con él en camión hasta la capital del estado de Zacatecas para que lo atiendan en el IMSS.

La pensión mensual de 200 pesos de don Tiburcio debe complementarla vendiendo los nopales que él le trae del monte, también, se ayudan con la crianza de puercos que luego venden.

La mujer se duele de sus propios males de salud, la osteoporosis le afecta, pero también del poco auxilio que tiene como cuidadora de su hijo, pues los otros dos, han emigrado a trabajar fuera del país, uno, a otro estado el otro, mientras que el esposo sale diariamente al campo.

Dice también que no es beneficiaria de los programas sociales para ancianos porque no votó por el PRI, al menos ese es el reproche que las autoridades municipales le han hecho cuando argumentan sobre el porqué no le ayudan a su familia.

Las que relatan, al último también, don Tiburcio, que llega casi al finalizarse la entrevista, recuerdan que para la inauguración de la Minera Real de Ángeles vino en helicóptero el presidente, era José López Portillo, probablemente en su último año en el poder. Esa fue la única vez que un mandatario nacional ha estado en La Noria, los gobernadores son todavía más evasivos, el que ahora se va, nunca estuvo aquí, dicen.

Este 2016 se celebran 470 años del descubrimiento de las vetas minerales de Zacatecas por los españoles. Noria de Ángeles tuvo un primer momento de auge minero en el siglo 18. Entre los años 80 y 90 del siglo 20, fue el punto que inauguró en territorio zacatecano la explotación minera a cielo abierto que actualmente sigue realizándose en otros municipios. La empresa Minera Real de Ángeles que pasara en algún momento a manos de Carlos Slim, sigue en operación pero sólo con instalaciones para laboratorios. La experiencia de esta población y sus vaivenes con la minería, habla de un augurio, y refrenda una pregunta: ¿dónde está la riqueza que por tantos años ha ofrecido la entidad al mundo?

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