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viernes, 29 marzo, 2024
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Cuando el equilibrio de poderes es una quimera

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

La clásica idea liberal del poder lo dice muy claro: el poder (identificado con el Estado) debe dividirse internamente para que no sea tiránico. De no ser así, se dejarán ver los síntomas de la tiranía, los conocidos efectos de la dominación y opresión: grupos sociales marginados de los derechos, personas sin oportunidad de realizarse como tales, o fuertes desigualdades al interior de una misma comunidad política. Y si hay los efectos, significa que hay su causa. Si hay desigualdad y marginación implica que existe algún tipo de tiranía que la provoca. Y a su vez, significa también que hay un Estado o poder político no equilibrado. En suma, hay una cadena causal en tres tiempos: equilibrio del poder, tiranía, marginación. La pregunta es, ¿tenemos presente o actualizado ese esquema en Zacatecas? Pues tenemos los efectos, sin duda alguna.

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El Poder Ejecutivo ejerce el monopolio del poder del Estado. Determina y manipula a los otros dos poderes: al Judicial y al Legislativo. El Poder Judicial es integrado por el Ejecutivo, él lo propone y lo pone y, con ello, lo mueve. En otros países a la cabeza del Poder Judicial la eligen para garantizar que su cargo no se manche con el mecanismo de la retribución. Aquí, la retribución es la fórmula para construir la estructura de todos los poderes. En el Legislativo se muestra con más nitidez la hegemonía del Poder Ejecutivo. Desde las candidaturas a diputados, se hace presente la determinación del gobernador, él palomea y decide. Así, desde antes de ocupar el puesto de legislador ya se está endeudado con el gran elector. Y su deuda va pagándose a lo largo de tres años, en cada votación decisiva con el precio de la lealtad. En una palabra: obediencia. El mediador que hace posible la eliminación de la autonomía del poder legislativo es el partido político del gobierno en cuestión: por la mediación partidaria se construyen los tratos de mando-obediencia entre gobernador y legisladores. Por ello, son justamente los diputados de su partido los que le garantizan “gobernabilidad”, en el lenguaje de la política mexicana significa “sumisión”.

En la propuesta para generar el equilibrio del poder para funciones específicas se inventaron los órganos autónomos. Organismos públicos generalmente descentralizados y con presupuesto propio que tienen en sus manos operar o vigilar funciones específicas del Estado: participación ciudadano-electoral, información demográfica confiable, o los derechos humanos. La Comisión de Derechos Humanos debe ser una instancia para vigilar y señalar los excesos o las faltas del poder, pero si a este último se le debe el puesto, se nubla de entrada toda su acción. Si se imponen magistrados, es el mismo efecto. Esta realidad la tenemos palmo a palmo en zacatecas: el gobernador acapara todo el poder del Estado y no se equilibra con nada. El efecto necesario de esta situación se describe al inicio. Mientras no se divida y equilibre el poder realmente no podemos esperar que el ejercicio de gobierno esté en la senda de la justicia. Mientras no hagamos una reforma del Estado que garantice el leitmotiv del liberalismo, no podemos esperar justicia social.

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