■ Deben buscar colaborar en la construcción de “mundos alternativos” al capitalismo, afirma
“Todos bromeamos sobre la mercantilización de los aspectos de nuestra vida. La construcción de otros mundos depende entonces de responder colectivamente desde abajo, a la pregunta de quién controla la vida”, dijo David Barkin, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco (UAM-X).
Observó en su intervención Viejos paradigmas emergentes construyendo el postcapitalismo, que los economistas han creado “valores de cambio” conocidos como precios de mercado. Y refirió entonces, que a los estudiantes de economía se les propone en su primer libro de texto la paradoja: “los diamantes son muy caros y el agua muy barata”. A lo que añadió el comentario, “pero eso fue escrito antes del siglo 21, ahora es muy cara”.
Propuso que los investigadores deben preguntarse cuáles son los principios éticos que guían su trabajo académico y de qué manera éste contribuye a la vinculación con “nuestros interlocutores en el mundo real” para colaborar en la construcción de “los otros mundos que ellos quisieran que cupieran en este mundo”.
La frase recuperada del zapatismo, “un mundo donde quepan otros mundos”, refiere visiones alternativas a la hegemonía capitalista que ya se construyen en diferentes partes del país y del mundo, y en las que se involucran para el caso de México, dijo ya 15 millones de personas, desde las que refirió como nuevas “comunalidades”.
Bakin criticó los paradigmas de la economía política que se enseñan en la academia, pues dijo, “la historia nos ha enseñado que están peleados con lo social”.
En una reflexión sobre el derecho a la vida, que situó como un tema de valores, preguntó si este derecho es compatible con el concepto mercancía, y refirió entonces que la calidad de vida depende dentro del capitalismo del acceso a estos bienes y servicios.
Luego abordando el tema de la naturaleza trajo a colación los conceptos de valor de uso y valor de cambio, recordando que el primero está determinado por las funciones a que se destina una cosa y las prioridades, mientras que en el segundo caso su distribución obedece al criterio de generar una ganancia, una acumulación, que implica el control del acceso a los bienes y servicios y por tanto del bienestar de las personas. Por lo que preguntó, “¿se pueden combinar estas características?”.
Recientemente hay entre los teóricos económicos quienes proponen “gestionar la demanda” para presuntamente generar “una huella ecológica más pequeña” por la explotación de la naturaleza, el problema dijo, es que esta orientación sigue anclada en una visión que pone al individuo como el actor en sí.
Aquí comentó, “una alternativa que plantean mucho en ‘estos otros mundos’, es que sea la comunidad misma quien determine lo que se puede producir, el estilo de vida y sobre todo, plantea la subordinación del individuo a la comunidad”.
Mencionó el caso de un emigrante oaxaqueño que trabajó en los Estados Unidos, regresó después a su comunidad para apoyarla, y pidió permiso para establecer una pequeña tienda que luego de tres semanas se le exigió fuera cerrada, porque vendía productos chatarra, mismos que la comunidad veía dañinos para su consumo.
“El señor y su esposa se pusieron fúricos, o abría la tienda sin chatarra o salía de la comunidad. Hubo discusiones que duraron seis meses y se volvió a abrir la tienda sin los productos chatarra”.
Actualmente en esa tienda no se vende chatarra ni alcohol de marca, sí productos de la región, entre ellos “un excelente mezcal”, de tal manera que el ex migrante se ha convertido en un promotor de industrias locales que no tienen una “estructura proletaria”, esto es, no están establecidas mediante la relación patrones-asalariados, sino en formas diferentes de organización.
Este modelo ha sido copiado en otras comunidades en la Sierra de Oaxaca; en cada una de ellas, son sus habitantes quienes deciden lo que se vende.
“Yo no quiero decir que viven un mundo idílico o que no hay carencias, pero sí que en estas comunidades no hay desempleo y no hay pobreza en el sentido que se define en el mundo industrial. Allí no se permite que haya niños que vayan a la cama hambrientos”.
En este tipo de nuevas relaciones sociales se involucran personas que han logrado estudiar posgrados, “no estamos hablando de gente que se limita a los conocimientos tradicionales” y tampoco es “un mundo de machos”, mencionó un caso conocido de una egresada universitaria que se ha integrado a una cooperativa de mujeres.
Recomendó para conocer el concepto de subordinación individual a lo comunal a la que se refiere, leer al filósofo mexicano Luis Villoro, “que quizás es quien ha hecho la mayor aportación para entender qué implica una filosofía actual que aprovecha la herencia de las filosofías de antaño”.
David Barkin remitió asimismo a quien tenga dudas sobre estas filosofías indoamericanas de antaño, a la obra de Enrique Dussel publicada en editorial Siglo XXI.
Reiteró, que los economistas dan por supuestos los significados de muchos conceptos que en realidad requieren un mayor estudio, pues dijo, implican un problema ético-filosófico.
En esa lógica criticó lo que se ha propuesto como “desarrollo económico local”, porque éste “no es posible” en tanto que lo que ocurre en realidad es que el imperialismo gestiona “la totalidad de los aspectos de la vida y no el desarrollo”. Por ello propuso transformar “desarrollo” en una palabra obscena.
David Barkin del Departamento de Producción Económica de la UAM-X, participó ayer en la Mesa La transformación política: Propuestas anti-sistémicas, conjuntamente con los investigadores Raúl Delgado Wise de la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo, y Marieke Riethof de la Universidad de Liverpool, dentro del cuarto Seminario Internacional de Estudios Críticos del Desarrollo. Repensando el Desarrollo en América Latina: Hacia un nuevo paradigma para el siglo 21.
