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viernes, 29 marzo, 2024
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La dádiva oportuna

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Por: JORGE HUMBERTO ARELLANO • admin-zenda • Admin •

El debate se centra sobre la posibilidad de realizar el convivio para celebrar el Día del Maestro, de manera extemporánea, pero bajo la necesidad de aglutinar el equipo de la planta docente y poder convertir el festejo en el generador de armonía para transmitir el optimismo y la camaradería del colectivo profesional al alumnado. “Pero no hay recursos suficientes; sólo contamos con 3 mil pesos, y cuando menos se necesitan 10 mil”, dice el Secretario General de la Delegación Sindical, “y la cooperación que pedimos es un poco alta para todos los bolsillos, casi nadie ha aportado lo sugerido”, complementa. “No hay problema”, dice la representante de la “garantía de continuidad económica y social”, “ya hablé con el presidente municipal y se ha comprometido a aportar algunos platillos; aparte, el compañero prefecto se ha comunicado con la “candidata”, y le vamos a sacar el compromiso de que ponga la música”. El personal reunido en la biblioteca del centro escolar asume una actitud contemplativa, y antes de asentir, se da por terminada la reunión, en el entendido que es época electoral y serán bienvenidos los recursos de cualquier contendiente, y si se promueve la imagen del partido en el poder, mejor.

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Cosas de la “democracia mexicana”. Resolver los problemas coyunturales e intrascendentes resulta práctico cuando de conseguir votantes se trata; o en su defecto, se necesitará del silencio de los agasajados cuando “legitimar” el triunfo sea necesario. Al final de cuentas, en un sistema de gobierno democrático la soberanía y el poder residen y se sustentan en el pueblo, y si éste se siente feliz por un día, olvidando las condiciones sociales y económicas adversas del total de días que conforman el sexenio… ¡maravilloso!

La polémica sobre las bodegas con miles de despensas, dispuestas para llegar a los hogares de posibles votantes, puede seguir su curso; parece que no hay ley aplicable que termine con las prácticas de la “oferta y la demanda” que tradicionalmente ha sido aplicada por el partido tricolor, a lo largo de su historia, desde su denominación de Partido Nacional Revolucionario, allá por 1928. Se trata, al parecer, de simples visiones escrupulosas que satanizan el apoyo coyuntural que se hace a las clases desprotegidas, aplicadas en momentos puntuales que los “enemigos del paternalismo” eligen para dejar en claro quién vela por el bienestar de pueblo, aunque la ficción o la satisfacción de un momento se convierta en resaca intolerable, por casi seis años.

Coacción, clientelismo y abuso del poder son términos cotidianos que forman ya parte de la cultura del mexicano común. No faltan las voces que sugieren que se tome lo que se ofrece; al final el voto es secreto y seguramente no hay forma de garantizar el sufragio a favor del lisonjero, quien con dispendios en especie intenta ser favorecido con la preferencia del electorado. Pero la tecnología avanza y el corruptor ingenia formas de asegurar el favor recibido por el bien material entregado. El chantaje es casi inevitable.

Si bien los procesos electorales deben representar ejercicios de conciencia e información, e intelectualidad para elegir, aún persisten las tradiciones de incondicionalidad a quien ofrece y da. Los valores de la democracia tan sólo son decoraciones discursivas ocasionales, en momentos trascendentes, cuando la relevancia protagónica se la queda la dádiva oportuna. Mientras que el artículo 41 de la Constitución Mexicana establece que “… los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de estos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo…”, resulta más sencillo invertir “unos cuantos pesos”, generalmente del erario público, más allá de las prerrogativas, que concientizar y educar a la población rumbo a otras condiciones que permitan el acceso a mejores niveles de vida, en todos sus aspectos: económico, social, laboral, familiar, etc.

El artículo tercero constitucional sólo queda como una insignificante colección de palabras, semánticamente perfecto, aunque indiferente, cuando refiere la intensión de la educación: “el criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios…” además: “será democrático, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”. Los valores han sido denigrados y discriminados por el interés de sostener el poder a cualquier costo; y si éste es económico, ¿qué importa?… las pensiones y el pago institucional de seguros puede esperar… por encima del individuo están los intereses partidistas en la lucha por el poder. La dádiva oportuna y la desviación de recursos representan la “garantía” del estancamiento social prometido. ■

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