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jueves, 28 marzo, 2024
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La educación está en la calle (2ª Parte)

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte • admin-zenda • Admin •

Al enriquecimiento de teorías y métodos ha correspondido, por desgracia, un empobrecimiento proporcional cada vez más evidente en los logros de la educación. Se ha enfatizado más en las estructuras políticas y administrativas y por fortuna un poco en las formas de enseñanza, pero se ha dejado a un lado lo que a juicio de este análisis es lo más importante: la cantidad y la calidad del conocimiento que la sociedad en su conjunto logre discernir, manifestar y utilizar para alcanzar su permanencia armónica en este planeta. En otras palabras, se ha sacrificado el principal objetivo que es el aprendizaje colectivo trascendental por la atención que se proporciona a las estructuras educativas y sus medios, lo mismo que a los que pretenden enseñar por medio de diversas formas de plantear el manejo del conocimiento.

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Como resultado de lo anterior se puede observar una permanente insatisfacción en todos los sectores que participan en el esfuerzo supremo de la educación: los gobiernos le destinan presupuestos raquíticos al proyecto educativo, si es que éste existe; las instituciones educativas por lo tanto, no disponen de los medios suficientes para completar sus expectativas más elementales; los sindicatos y otras agrupaciones de enseñantes se preocupan más por alcanzar logros que no siempre están ligados a su responsabilidad como mentores; los profesores de elite se preocupan por los medios más espectaculares para su lucimiento personal y los profesores pobres por conseguir mantenerse en el puesto y tener tiempo para desarrollar otras actividades que les permitan completar lo necesario para llevar una vida decorosa; las escuelas siempre manifiestan carencias físicas, didácticas y de apoyo y al final, están los estudiantes, quienes sólo parecen ser los recipientes de una miseria educativa general que los transforma en aprendices de migajas y más optimistamente en recolectores de retazos de lo que pudiera y debiera ser un proyecto educativo integral.

Resumiendo, se reitera lo dicho en la primera parte sin más sutilezas, que la educación “está en la calle”. Esto dicho metafóricamente; la pobreza de la educación no solo se manifiesta en el aspecto financiero, sino en el manejo del conocimiento. Pareciera que el analfabetismo social lejos de disminuir va en aumento y el analfabetismo funcional avanza irremediablemente, con lo que la sociedad primero y la humanidad por consecuencia han sido lanzadas a la calle, esta vez literalmente, a la búsqueda de patrones educativos que le permitan sobrevivir dignamente.

En definitiva, es innegable que es en la calle donde hay más cosas que aprender, solo que aquí se manifiesta un nuevo problema fundamental que consiste en no se puede estar seguro de aprender lo “correcto“ y lo “suficiente“ simplemente porque no hay en las calles quien lo enseñe. Es verdad que de la observación y la experiencia fuera del hogar y de los recintos educativos formales se aprenden infinidad de cosas, pero ¿cómo se puede discernir a primera vista si los nuevos conocimientos serán útiles para los individuos primero, la sociedad luego y la humanidad después? Hemos sustituido la mítica e intrincada selva de la ley del más fuerte por una de concreto y asfalto.

La presente propuesta plantea una posibilidad para sacar a la educación de su pobreza crónica, para rescatarla de la calle, literal y metafóricamente, al afirmar que para el logro de un manejo apropiado del conocimiento y un aporte al afianzamiento super estructural de cualquier proyecto de educación, solo se necesita de tres elementos básicos e indispensables para que se dé en una forma adecuada, enriquecedora y trascendente: una persona que enseñe, otra que aprenda y un espacio donde se pueda llevar a cabo este fenómeno.

Se renuncia de antemano, forzosamente, a los presupuestos espectaculares y a la alegoría cibernética; a la retórica excesiva y a los “apoyos” innecesarios. Por el contrario, se enfatiza en la relevancia del desempeño de quien enseña, de quien aprende y en lo adecuado del lugar en que se da esta confrontación.

Para tal efecto, se propone como punto de partida la adecuada relación entre maestro y alumno como el elemento imprescindible y fundamental de cualquier proyecto de enseñanza, por medio de procedimientos austeros en recursos físicos e instrumentales en el planteamiento de la enseñanza y el aprendizaje y dispone una búsqueda enriquecedora de temas y corrientes de conocimiento a través de la superación individual y colectiva de cada uno de los actores de este proceso sin más elementos que los que proporciona la estructura biológica, intelectual y del desempeño consciente de cada uno de los participantes en dicho proyecto, rescatando si acaso algunos elementos baratos y tradicionales para la exposición gráfica de bloques de conocimiento e información.

Dado que este esfuerzo está encaminado a rescatar lo esencialmente necesario para la supervivencia digna del proyecto educativo, apoyado sustancialmente en los principios del comportamiento humano sin otras armas que aquellas con que cuenten los organismos que en el participen, he denominado a esta propuesta como “La Escuela Pobre”, idea que al aplicarse con rumbos definidos, pudiera ayudar a sacar a la hoy mal llamada educación de su miseria crónica. ■

 

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Celular 492 109 4668.

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