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jueves, 28 marzo, 2024
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Un sujeto político central: madres y desaparición de personas (1/2)

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Por: RICARDO BERMEO • admin-zenda • Admin •

Un encuentro en México del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México, y la marcha del día siguiente el 10 de mayo, que llegó al Ángel de la Independencia (con diversas manifestaciones en todo el país)   nos permitieron  reflexionar -y participar en una acción colectiva-, que actualizan la información de que disponemos sobre la grave  situación que continuamos viviendo en México, en torno al delito de  desaparición y desaparición forzada.

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Ver en la reunión el lunes, y el martes en la glorieta del paseo de la Reforma, (cerca del campamento de los 43 de Ayotzinapa) en abrumadora mayoría a mujeres,  madres con hijos e hijas desaparecidas, aunque también estaban hijas (e hijos, junto a otros familiares) cuyas madres están desaparecidas,  venían de tantos  estados del país (¿20 o más, no lo sé?).

Esa distribución geográfica, es compleja. Me recuerda un ejercicio que hicimos el primer día, al final del encuentro, cuando compartíamos ideas para dar cuenta -y razón- de un mapa de nuestro país, en donde todos los asistentes habíamos pegado unas papeletas, con símbolos que representaban indicadores sobre la desaparición. Todo el mapa estaba –prácticamente- cubierto de ellos  (con excepción de parte del sur y del sureste). Los relacionados con las víctimas: Halladas Vivas, Halladas Muertas; otros relacionados con el marco legislativo estatal, Existe Ley de Victimas, Ley contra la desaparición forzada, entre otros. Un ejercicio que era  una “puesta en abismo” de la realidad, porque nos arranca de la rutina cotidiana, y dispara nuestras interrogaciones, sobre el género, -mujeres, hombres-, sus edades, años y lugares, quienes, cómo, y gracias a qué… fueron encontradas vivas; y así, para cada uno de los indicadores, con todos sus múltiples entrecruzamientos, incluyendo su anclaje especifico  -diferenciado- para cada porción del territorio, en cada municipio, en cada entidad federativa. Horror, dolor, indignación.

Nos obligaba también a “desdoblar” la información de que disponemos: tanto en términos de “datos duros” (estimaciones sobre las “cifras negras”, etc.), como, por otro lado, en términos subjetivos (a nivel de las percepciones, que tipo de representaciones sociales se construyen de este terrible flagelo, entre los diversos sectores sociales, rurales y urbanos,  por clases sociales, o entre  los agentes y funcionarios gubernamentales en los tres órdenes de gobiernos.

Las graves lagunas y/o deficiencias existentes,  nos exigen redoblar esfuerzos y exigencias en  este ámbito, tanto en términos del sistema de información para tener diagnósticos lo más exactos y precisos que seamos capaces de elaborar -colectivamente- para poder “tomarlo en serio y enfrentarlo con todos los recursos disponibles, o bien, dejar que sea  la simulación”, la que termine –monstruosamente-, convirtiéndose en la puerta falsa, que no alcanzará a cubrir nuestra vergüenza, incalificable “error social-histórico” ante  la emergencia nacional  que padecemos.

Los dos días, el encuentro y la marcha, nos llevan también a preguntarnos sobre otros aspectos, la proliferación de la violencia desatada por una estrategia equivocada: la “guerra contra el narcotráfico” que vivimos en México.

Por el lado de las madres (y de todas las víctimas) es importante, reflexionar sobre la impresionante experiencia tan dolorosamente acumulada, y sobre las formas en que se está constituyendo un sujeto, cuya importancia para la encrucijada que atraviesa nuestro dolor/país, debería ser pensada con mayor profundidad. Como escribe Diego Valeriano….

“no pararon, ni van a parar. No tienen nada que perder. Apenas les queda su cuerpo y seguro no les importa. Las victimas persiguen y consiguen, son a fuerza de tenacidad el único sujeto político de los últimos tiempos. Son imbatibles, incansables e inabarcables”

Es verdad, es algo que ya “conocemos”. Pero, deberíamos preguntarnos -todos-, si no nos hemos formado un panorama inadecuado -de esta tragedia persistente-, un panorama sesgado, incompleto, reduccionista y dicotómico: orden/desorden, buenos/malos,  Estado/delincuencia, amigo/enemigo, etc., que terminan por hacernos aceptar con un conformismo generalizado que nos permite seguir con nuestras vidas, mientras un mundo inhabitable  se despliega desembocando en esta pesadilla, cuyas cifras repetimos sin lograr dimensionarlas, 27,600 personas desaparecidas, y, cuya continuidad, amenaza con seguir indefinidamente (e, incluso crecer), cubriendo nuestro entero horizonte histórico convirtiéndolo -así- en un siniestro futuro.

Y ese pronóstico solo cambiará –sí y solo sí- cuando la sociedad en movimiento imponga con toda su fuerza, un vuelco en la política estatal, cuando la sociedad “desde abajo” partiendo del reconocimiento de los ingentes, doloroso, desesperados, valientes, esfuerzos de los propios familiares de personas desaparecidas.

Nuevamente nos lo han demostrado este 10 de mayo, dando  ejemplo, todas las madres (y familiares) que volvieron a tomar las calles, para convertir su día, en una jornada de protesta, de lucha,  de exigencia y, actualizaré en próxima entrega,  de propuesta, con un consistente y sólido documento, para conformar la Ley.

¿Continuar con la simulación estatal, o bien, obligar a que sea abandonada, acompañando a las madres en sus exigencias “hasta encontrarlos”? Depende enteramente de nosotros. ■

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