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jueves, 18 abril, 2024
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El ‘Hard Boiled’ de Raymond Chandler I

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Por: CARLOS FLORES* •

La Gualdra 242 / Literatura

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Dentro del género de novela negra o el llamado Hard Boiled de la primera mitad del siglo XX, podemos encontrar una gran variedad de estilos que versan sobre la producción de literatura que se denomina novela policiaca, donde la gran mayoría de los autores buscan ganar algún dinero explotando el género al máximo, por lo que mucho de esa literatura simplemente no tiene gran valor literario. No sucede eso con Raymond Chandler, quien más allá de buscar unos cuantos dólares para subsistir, busca convertirse en un escritor serio, cosa que le costó, y aún le cuesta, mucho trabajo, pues la crítica lo ha estereotipado por su temática policiaca y no le ha dado el valor que merece.

La obra de Chandler consta de ocho novelas (El sueño eterno, 1939; Adiós muñeca, 1940; La ventana alta, 1942; La dama del lago, 1943; La hermana pequeña, 1949; El largo adiós, 1953; Playback, 1958; la incompleta La historia de Poodle Springs (debido a su muerte, sólo escribió los primeros cuatro capítulos en 1958); y una serie de cuentos que fueron publicados en Black Mask¸ publicación dirigida al sector popular en donde impera el estilo duro y en ebullición: aventura, misterio y violencia.

Chandler va más allá que sus colegas colaboradores de la mencionada publicación, no se conforma con escribir historias en donde el misterio sea el atractivo principal como lo hacía en sus narraciones cortas, por lo que decide superarse y comenzar a realizar novelas. Gran parte de ellas están construidas con sus relatos anteriores, o mejor dicho, en ellas pule sus trabajos anteriores, dotándoles, ya novelados, de un estilo único e insuperable en el género.

Su obra se centra en mostrar la decadencia moral de la época, reflejada en la podredumbre de la clase privilegiada, la injusticia social y la corrupción; sin duda. El punto que sirve de referente de esta realidad es la percepción de su personaje detective: Philip Marlowe.

Narradas en primera persona, sus novelas muestran una melancolía y una ironía aptas para la descripción del mundo que Chandler pretende presentar. El detective funciona como una figura narradora dotada de algo más que solamente experiencia, es un hombre culto y sensible, por lo que sirve como un filtro estético al narrar paisajes californianos y personajes nativos que, sometidos por sus ruines pasiones y reacios vicios, reflejan una mentalidad decadente.

No es casual que los personajes de Chandler pertenezcan a la clase poderosa, ese tipo de seres le sirven como medio para la crítica social que pretende reflejar: no una crítica de la clase poderosa, sino una crítica de lo humano y sus pasiones. Obviamente estas pasiones tienen la condición de no estar reprimidas debido a la condición que el dinero suele otorgar: la libertad plena de actuar.

Distinguimos entonces la descripción de los espacios, la cual está íntimamente ligada al personaje. Podemos ver que el departamento de Philip Marlowe está ligado a su condición, al igual que la descripción de su oficina. Los objetos que ahí están nos hablan de Marlowe, nos confiesan sus profundos secretos, su estado de ánimo, su sentir. De igual modo, la ciudad, y, sobre todo el clima que acompaña a ésta, influye en el estado de ánimo del detective. Sucede exactamente lo mismo con el resto de los personajes y el ambiente que los rodea, como veremos a continuación.

El general Sternwood es un aciano que contrata a Marlowe en la obra El sueño eterno con el pretexto de que realice el pago de un chantaje al que fue sometido, y el cual involucra a su hija menor, misma lleva una vida un tanto loca. El viejo es un tipo solitario ya casi en el umbral de la muerte, inmensamente rico, terco y, sobre todo, aferrado a sus anticuadas convicciones.

Al ser presentado el detective ante el general, el viejo se encuentra dentro de un invernadero de su propiedad, en el cual pasa gran parte del día: “[…] Las plantas llenaban el lugar formando un bosque, con feas hojas carnosas y tallos como los dedos de cadáveres recién lavados. Su perfume era tan irresistible como el alcohol hirviente debajo de una manta”.[1]

 

[1] CHANDLER, Raymond, El sueño eterno, en Obras completas, p. 6.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_242

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