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miércoles, 24 abril, 2024
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Por: Ester Cárdenas • admin-zenda • Admin •

La Gualdra 240 / Literatura / Actualidad

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En febrero, mientras leía a Jussi Adler Olsen, colegí que en realidad antes de él, sólo había leído a otra escritora danesa: Isak Dinesen (seudónimo de Karen Blixen), cuyos Cuentos góticos, Memorias de África y El festín de Babette, son una verdadera delicia. Volviendo a Jussi Adler Olsen en la primera de sus novelas en que aparece el subcomisario Carl Mork: La mujer que arañaba las paredes, él y otros dos compañeros son abatidos mientras revisaban una escena de un crimen. Uno de sus compañeros murió, el otro quedó tetrapléjico y Carl con una herida leve y un hondo sentimiento de culpa por haber salido ileso. Cuando se reincorpora a la brigada de homicidios su jefe recibe la propuesta de crear un departamento para resolver sólo casos no resueltos, por lo cual recibirá una partida más que jugosa y decide poner al frente a Carl y utilizar la mayor parte de la partida en su departamento y al departamento Q que estará a cargo de Carl sólo proporcionarle lo más indispensable. Así pues el departamento Q es integrado por Carl; Assad, un extraño “ayudante de limpieza”; y Rose, una muy particular secretaria. En la segunda novela del departamento Q: Los chicos que cayeron en la trampa, Carl y su equipo investigan el caso de dos hermanos que años atrás fueron brutalmente asesinados y todas las pistas los llevan a un grupo de jóvenes, alumnos de un prestigiado colegio a quienes en su momento no se les pudo comprobar nada. Pasados los años estos jóvenes se convierten en exitosos profesionistas. Una de las primeras conclusiones del departamento Q es que estos jóvenes fueron protegidos por sus poderosas familias para no ahondar en la investigación y cerrar el caso.

Hace días viendo las noticias me enteré del caso de Daphne, una joven quinceañera, violada en la ciudad de Veracruz por un grupo de cuatro jóvenes: los Porkys (ya mayores de edad) y que a casi a un año de que se denunció el hecho los tipos nunca se les llamó a declarar y están libres para hacer más tropelías, al igual que los personajes de la novela de Jussi Adler Olsen; pero esto no es literatura, es una terrible realidad de un México en el que predomina la impunidad y la ley de los poderosos. No contamos con un inspector de policía como Kurt Wallander (personaje de Henning Mankell) o un subcomisario como Carl Mork. Sabemos que nuestros hijos salen de casa pero no sabemos si regresarán o cómo. ¿Qué hacer?

http://bit.ly/1V4oINH

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