Un estado se compone de un territorio cuyos habitantes en algún momento aceptaron conducirse bajo algunas reglas, impuestas por algún personaje o grupo dominante, mas en diverso grado negociadas con los distintos núcleos de la población, constituidos por familias o individuos dispuestos a cumplir algunas obligaciones, a cambio de protección para sus personas y sus bienes.
Es así como cesa la guerra de todos contra todos y aparecen primero las civilizaciones y después los países; y como desaparecen cuando resultado de un deficiente, nulo o definitivamente perverso funcionamiento las instituciones del Estado, hay un retroceso a la barbarie.
Es en ese preciso punto que nos encontramos, según todos los indicadores a la mano, incluidos los discursos optimistas de los jerarcas, piezas maestras casi todos ellos de humor negro, no necesariamente involuntario, de acuerdo con los cuales desde hace por lo menos una década los delitos de alto impacto tienden a desaparecer, y los únicos con una genuina preocupación debieran ser los expendedores al detalle de alimentos chatarra.
Es por lo anterior que más que preocupación el comportamiento público de quienes pasando de un membrete a otro aspiran abiertamente a gobernarnos, los más de ellos personajes ampliamente conocidos, y no precisamente por sus virtudes, más que preocupante resulta verdaderamente alarmante.
Y es que como casi nadie ignora, el primer paso para resolver un problema determinado consiste en tener conciencia, vale decir admitir la existencia del problema en cuestión.
Por tanto, para quienes suelen pasar las noches de sábado no en amable velada sino rosario en mano, rogando al Altísimo que regresen sus hijos sanos y salvos; o quienes temen casi tanto a las ganancias como a las pérdidas, debido a los secuestros; o quienes transitan por las carreteras con más temor por los asaltos y “levantones” que por los accidentes, etcétera, debe resultar aterrador que NINGÚN aspirante al poder público hable del magno problema para resolver el cual fue creado el Estado, hace entre siete y cinco mil años.■
