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jueves, 28 marzo, 2024
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«Pues todavía aguanto»: Manuel Felguérez

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Por: ALMA RÍOS •

  • «Soy uno más allá en la bola que formamos Zacatecas», sostuvo el artista zacatecano, con motivo de la Medalla Bellas Artes que recibirá el próximo 20 de febrero
  • A 70 años de su labor, aún tiene una actividad fuerte que califica como “trabajo de obrero”

“Pues todavía aguanto”, dice con su habitual sencillez, el artista zacatecano Manuel Felguérez (Valparaíso, 1928), cuya extensa y destacada trayectoria será premiada el próximo 20 de febrero con la Medalla Bellas Artes.

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La expresión es precedida de otra, en la que manifiesta que sólo le falta tiempo y salud para seguir trabajando, buscando ir “siempre a más”, como dice pretenden hacer todos los individuos, “superarse en una lucha continua contra sí mismos”. Y si esto se hace dentro del arte, resuelve con una pregunta, “¿qué más quieres?”.

Manuel Felguérez dice trabajar “cada vez menos, porque como estoy cerca de los 100 años…” y actualmente empieza sus tareas a las 9 de la mañana para detenerse a las 2 de la tarde, “y vuelvo a agarrar a las 6 de la tarde hasta las 9 o 10 de la noche”.

A esta labor que califica como un trabajo de “obrero” con un horario entre ocho a nueve horas, se concatenan actividades en puerta que reseña en una verbalización ágil, “sigo trabajando plenamente, ahorita tengo en dos meses una exposición aquí en una galería, en siete meses tengo que exponer en otra en Estados Unidos, tengo obra pública realizando y en Zacatecas acabamos de montar el mural que está en la Alameda. En fin, todo el tiempo hay actividad fuerte”.

De esta “actividad fuerte” se ha construido una trayectoria artística de más de 70 años, que es justo la que premiará el Instituto Nacional de Bellas Artes en la Sala Manuel M. Ponce –que alude a otro célebre zacatecano- con la intervención del periodista y escritor Juan Villoro, el politólogo Luis Ignacio Sáinz y Magdalena Zavala, coordinadora nacional de Artes Visuales del INBA.

Los “éxitos” de su carrera -así puestos entre comillas por el propio artista visual-, han tenido durante todos estos años el respaldo de los mecanismos del propio Instituto Nacional de Bellas Artes, por lo que “entonces ellos me otorgan ahora una medalla, pues es por mi trayectoria en que también yo les daría una medalla a ellos”.

La reseña de esta simbiosis que ofrece vía telefónica, misma que también ha sido alternada por momentos de disenso, porque aunque agradecido con la institución también señala que desde sus primeros vínculos, “empecé a tener a Bellas Artes como un lugar al que había que reprochar lo que no nos pareciera”, alude principalmente a su respaldo en estos más de 70 años.

Así le “tocó vivir”, dice. Y en ese trayecto menciona su primer contacto con la institución en 1957 cuando ésta le compró un cuadro de dos por tres metros para uno de sus museos, que “para mí fue como un gran éxito” porque el maestro interpretó el gesto como una preocupación del INBA “por mi generación”.

Vinieron al paso de los años, apoyos “en mis más altos reconocimientos”. Recuerda el Premio Nacional de Ciencias y Artes que le fue otorgado en 1988, cuando acota, no existía ni Conaculta ni por su puesto la reciente Secretaría de Cultura, sino que le INBA era “el organismo rector en las artes plásticas”.

Y antes en 1975, fue también esta institución quien le respaldó para llevar una exposición a Brasil representando a México, que le significó obtener el Gran Premio de Honor en la 13  Bienal de Sao Paulo.

Se suman a esta asociación virtuosa, muchos viajes y exposiciones en el extranjero, y en el país muestras realizadas en los museos de Arte Moderno  y Tamayo, esta última con motivo de la celebración de sus 80 años, pero de todos los apoyos que ha recibido, resalta como “uno de los más importantes” el que le ha regalado a los zacatecanos, El Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez.

De éste dijo, si bien es cierto es del estado de Zacatecas, la colección que alberga en su gran mayoría pertenece al INBA con base en contratos de comodato, pero también la institución lo respalda con la restauración y pequeños subsidios y exposiciones. “Entonces ves que siempre sale – el Instituto Nacional de- Bellas Artes. Y sale y sale y sale…”.

En esta relación con el ente público, Manuel Felguérez ha entendido que aunque los apoyos se ganan en parte “a través de la calidad individual y del esfuerzo individual, siempre se necesita el reconocimiento del Estado”, uno del que muchas veces la institución “se desvía de lo que uno cree que debe ser, y en esos momentos también tiene que mantenerse viva la crítica”, apunta.

El tema surge cuando en la conversación se habla de la famosa Generación de la Ruptura donde se le ubica, y que señala, en su tiempo aquellos jóvenes artistas ni siquiera sabían lo que significaba siquiera la palabra “ruptura”.

“El nombre nos lo pusieron después, en su momento no teníamos nombre, éramos los jóvenes pintores y como todo joven pintor se necesita apoyo”.

Cuando Manuel Felguérez habla de que siempre “hay que estar en la lucha”, la expresión se actualiza con su reciente postura respecto a lo que ocurre hoy con el espacio escultórico que se encuentra en Ciudad Universitaria, del que dice fue creado conservando la flora y la fauna y por tanto apegado a una visión ecologista, usando materiales que no rompieran con la armonía del paisaje.

“Se hizo en un lugar un arte colectivo muy único en el mundo, de una dimensión extraordinaria. Esa gran creación la hicimos o la realizamos entre seis escultores, todos con relación con la universidad. Contando los años que cada quien había trabajado para la universidad entre el grupo hacíamos 104 años”.

Esta iniciativa apoyada inicialmente por las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de México, y su comunidad, ese esfuerzo dice, “de repente cambian las administraciones y a alguien se le ocurre hacer una torre para romper el paisaje”.

La edificación para cubículos, que pudo haberse levantado en por lo menos 40 lugares distintos de Ciudad Universitaria, a fin de no “meterse con una obra que tiene calidad artística y creada por la Universidad”, comenta, le parece venido desde la Máxima Casa de Estudios en el país, “por ser una casa de cultura, un salvajismo”.

Para los zacatecanos por último, a quienes dice no les dirige palabras sino les ofrece acciones, expresa con motivo de la entrega de la Medalla Bellas Artes, en la que pudieran verse identificados, “todo lo que yo pueda hacer por Zacatecas”.

Algo que dice, le sale de manera natural, porque “los zacatecanos tenemos esa mala costumbre de que nunca se nos olvida que somos de Zacatecas y cada vez nos volvemos más…más intensamente –remata estas últimas palabras con su risa-.

Ese “ir a más” que busca siempre, y que sitúa su objetivo en ofrecer su mejor creación artística, también se acompañará en este caso de procurar que estas acciones que obsequia, sean para “ayudar a los jóvenes, cooperar con obra, lo del museo”.

Para decir algo sobre este premio que celebra una vida dedicada al arte y la creación, agrega, “nada más que soy como todos. Soy uno más allá en la bola que formamos Zacatecas”, a donde concluye, siempre viene “con gran amor y gran cariño”.

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