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jueves, 18 abril, 2024
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Enrique Vila-Matas Permitírnoslo todo

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Por: Mauricio Flores •

La Gualdra 230 / Libros

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Alguien me preguntó qué libro de Vila-Matas leer. Sencillo. Le contesté. Cualquiera. El que tengas a la mano. Que ahora, producto de su merecidísimo premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, entregado en la pasada feria librera de Guadalajara en noviembre, se encuentran al alcance de cualquiera en las mesas de novedades. De Historia abreviada de la literatura portátil, que ahora propongo a los lectores de La Gualdra, muy bien editado por Almadía y la UNAM.

De Lejos de Veracruz a Kassel no invita a la lógica. Todos. Calculo medio centenar, al alcance en español, pero también en otras lenguas en tanto ser un autor muy sugerente para los públicos centroeuropeos. En cada uno de ellos se podrá comprobar la vitalidad de una obra que no disminuye en el tiempo. Por el contrario. Se perfecciona y mantiene fiel a sus postulados iniciales. Tales como la incorporación de otros autores y otras obras; también de diversas manifestaciones artísticas; y hasta de la presencia inequívoca de él. Enrique Vila-Matas, nacido en Barcelona, 1948.

Adentrarse en la narrativa de Vila-Matas, en cualquiera de sus versiones, es asomarse al universo de la literatura en su conjunto. Su conocimiento de ésta, donde como todo estudioso panorámico tiene sus sitios preferidos, aunado a los intereses particulares, da como resultado una narrativa de vasta originalidad. Obra de perfil inconfundible, como pocas en la narrativa hispanoamericana actual, la de Vila-Matas es una licencia propia que al leerse se convierte en colectiva. Un proceso que nos recuerda sin cansarnos, al menos a mí, de parafrasear y parafrasear tras el disfrute de su más reciente título, Marienbad eléctrico: de “eso sigue tratándose. De permitírnoslo todo”.

 

Saber exponerse

Quien lea Marienbad eléctrico no tardará mucho en descubrir en el cuerpo de la narrativa al propio novelista. Un Vila-Matas ahora setentón, debemos reconocer. Una exposición deliberada que sustituye (pese a todo) otras técnicas de narración más frecuentadas y que trae como resultado la denominada exposición. Exposición como en el arte visual, tema que despliega y con el que juega nuevamente el novelista. El desafío ahora es confundir obras con escenarios, amalgamar expresiones artísticas: exponerse. De ahí la confesión del narrador: “Al final me he quedado pensando en la necesidad de una escritura que sepa exponerse, en el sentido más literal de la palabra, tal como proponía Michel Leiris en Edad de hombre: “Exponerme cada vez que escribo, el deseo de exponerme en todas las acepciones del término…”.

¿No es ésta, el llamado riesgo del dejarse mirar, la mayor particularidad de los escritores de nuestros días?, pregunta el narrador de Marienbad eléctrico. A la que pareciera contestar con una nueva interrogante: “¿acaso escribir no consistirá en dar vueltas hasta el infinito a aquello de lo que realmente queremos hablar?”.

Preguntas y respuestas que se repiten en cada una de las obras de Vila-Matas. Siempre frente a su espejo. En continua reafirmación. Sin prejuicios ni temores. Como la artista plástica protagonista de esta nueva novela vila-matiana, Dominique Gonzalez-Foerster, quien prefiere “moverse en zona de riesgo y duda”. Gozosa de “situarse en la ambigüedad y no tener que implorar que le reconozcan que hace arte”. Desplazándose “por zonas nebulosas”.

 

 

Imagen de felicidad

Una habitación cerrada es posiblemente, como dice un amigo, el precio que hay que pagar llegar a ver la luminosidad. Y ha sido mi lugar preferido para encontrar mi vida dentro de los textos que leía. Y así, por ejemplo, hay una escena de Tolstoi que he interiorizado y en la que me veo a mí mismo leyendo: es aquella en la que un personaje está en un tren y tiene un libro en sus manos, y una luz en la cabina le ilumina su lectura. Para mí, ésta es una imagen de felicidad, y seguramente sólo la literatura puede darla […].

El mundo es un pasaje, y esta es nuestra vida, está en los libros. Sólo vivimos realmente a medida que leemos nuestra historia, trascendiéndola. Porque sólo la literatura es verdaderamente trascendente, nos descubre a los otros y hace que nos preguntemos cómo es posible que los signos sobre una tabla de arcilla, los signos de una pluma o de un lápiz puedan crear a una persona (un Quijote, un Gregor Samsa, una Beatrice, un Jakob von Gunten, un Falstaff, una Ana Karenina,) cuya sustancia excede en su realidad, en su longevidad personificada, la vida misma.

Enrique Vila-Matas,

Marienbad eléctrico (fragmento).

 

Enrique Vila-Matas, Marienbad eléctrico,

Almadía, México, 2015, 152 pp.

*[email protected]

Vila-Matas joven
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