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miércoles, 24 abril, 2024
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El extravío de la SEP

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Por: MARTÍN ESCOBEDO GUTIÉRREZ •

Llegó el receso escolar decembrino y con él la Reforma Educativa toma una pausa. Este receso brinda una oportunidad para hacer un alto y repensar el camino que ha tomado la implementación de la Reforma. A tres años de su aprobación por la Cámara de Diputados (20 de diciembre de 2012), el afán “innovador” del gobierno en materia educativa hoy se encuentra en una encrucijada: la aplicación irrestricta de la ley o el disimulo indulgente.

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Lejos quedaron los tiempos en que la SEP fue dirigida por grandes intelectuales que le dieron un rumbo definido. En un primer momento, allá por 1921, José Vasconcelos concibió a la educación como una herramienta fundamental cuya tarea fue la redención del pueblo. Conducida posteriormente por excelentes pensadores y humanistas como Narciso Bassols, Jaime Torres Bodet, Agustín Yáñez y Jesús Reyes Heroles, la SEP implementó una política donde la educación se convirtió en el detonante del desarrollo del país. Los Secretarios de Educación llevaron a cabo su labor de la mano de los maestros, quienes fueron aliados de la Secretaría, convirtiéndose en agentes de la política educativa en turno. Hasta en los peores momentos, cuando se modificó el artículo 3º constitucional dando paso a la educación socialista, los maestros impulsaron el derrotero que marcó la SEP, incluso a costa de sus propias vidas. La década de los treinta del pasado siglo, atestiguó cómo los maestros fueron expulsados de sus comunidades, algunos torturados y otros asesinados, por impulsar la política educativa emanada de la SEP.

A fines de 2015, la antigua y fundamental alianza entre la SEP y los maestros se encuentra profundamente fracturada. La mal llamada Reforma Educativa ha subrayado que el docente es el principal responsable de los resultados educativos. Ante un panorama generalizado de crisis de la educación donde la calidad se antoja distante, encontrar culpables y señalarlos con índice de fuego resulta lo más apropiado y fácil para la SEP. Los maestros, en cambio, afirman con razón que el logro educativo es un fenómeno multicausal, por lo que sólo se consideran una parte de la compleja ecuación.

Además del maestro, en la corresponsabilidad del logro educativo se encuentran las autoridades de los diferentes niveles de la SEP, la familia y la escuela, así como la sociedad en su conjunto. Por ahora, concretémonos a señalar algunas tareas incumplidas que le competen a las autoridades educativas. En el terreno de la transformación curricular, es decir, en lo concerniente a la definición de los Planes y Programas de Estudio, desde hace 25 años, se han cometido muchos yerros. En Educación Básica las reformas curriculares se han implementado sin consultar a los maestros, asimismo la capacitación magisterial ha sido anómala y se ha mudado de un plan a otro sin la evaluación correspondiente. Por si esto fuera poco, las instancias encargadas de la formación en el servicio han repetido funciones y las escuelas normales han tenido un funcionamiento anacrónico pues, mientras en Preescolar, Primaria y Secundaria se han dado dos reformas curriculares recientemente, en las escuelas formadoras de maestros la reestructuración está inconclusa, trabajando algunas con Planes y Programas que datan del siglo anterior. Estas inconsistencias que devienen en perjudiciales resultados, no son responsabilidad de los maestros, quienes sin embargo, pagan los platos rotos debido al linchamiento mediático desatado por la misma SEP. Desde la gestión del inefable Emilio Chuatffet y ahora con la labor del neófito pero nada inocente Aurelio Nuño, no sólo se ha culpado a los maestros de los malos resultados educativos, sino que se les ha criminalizado. Por su parte, los maestros resisten oponiéndose a lo que ellos consideran injusta y punitiva evaluación. El exitoso boicot a los exámenes docentes registrado en días pasados en Chiapas puso de manifiesto que la vieja alianza entre maestros y autoridades de la SEP está a punto de colapsar, lo que de acarrearía consecuencias sumamente perniciosas.    ​Entre acusaciones mutuas y declaraciones de ambas partes, la Reforma Educativa entra en su etapa definitoria. Si las Leyes Secundarias no se cumplen, como ocurrió con los 120,000 maestros de Chiapas que faltaron a sus escuelas cuatro días consecutivos sin justificación —lo cual implica un cese fulminante—, la Reforma se convertirá en letra muerta, aunque el propio Aurelio Nuño y funcionarios del INEE argumenten lo contrario.

Al regreso de vacaciones, en enero de 2016, la SEP debe rectificar el rumbo. Debe entender que sin la participación del magisterio, cualquier reforma, por buena que sea, está condenada al fracaso. Para recuperarse del extravío, y superar la aplicación a rajatabla de la ley o la simulación encubierta, la SEP debe ser inclusiva, debe procurar la pluralidad y, sobre todo, restablecer la vieja alianza con el magisterio para que, juntos, acometan los retos que enfrenta la delicada situación educativa del país. ■

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