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jueves, 25 abril, 2024
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La Danza en la UAZ

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Por: REDACCIÓN •

  • “¿Bailarín, negro y hombre?, ¡no vas a tener alumnos nunca!”, me decían.

“Oye, ¿y aparte de danza, qué vas a estudiar?”

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“¿Cómo han sido estos 22 años? Te cuento: Antes de venir a Zacatecas, una persona me dijo ‘¡¿Y vas a ir a Zacatecas?!, ¿bailarín, negro y hombre?, ¡No vas a tener alumnos nunca!’ Así que yo tenía un temor muy grande de terminar frustrado. Bueno, no estoy frustrado, hoy en día me siento maravillosamente bien, porque tengo alumnos de sobra, y cada día hay más alumnos, esa es una gran satisfacción. Estoy muy agradecido, porque en cierta forma México es mi patria, y Zacatecas, bueno  yo vine directamente aquí, me ofrecieron en el año 1993 quedarme en el DF, pero nunca me fui, y ahora soy el primer negro zacatecano auténtico, rostro de cantera, corazón de plata y universitario al 100 por ciento.

“Estos 22 años también han sido de retos, de lucha, en el sentido de que siempre hemos querido que se le dé un poco más de valor, que se respete más en el sentido académico, que seamos más apoyados en ese sentido. Es cierto que el taller ha crecido mucho y en cuanto a infraestructura, ésta mejoró mucho, arquitectónicamente hablando, con la restauración del Teatro (Teatro Ferando Calderon). Los salones quedaron preciosos, el piso se puso como se necesita, con soportes de goma, faltan algunos espejos y todavía no podemos tener al piano que siempre he querido tener ‘allá arriba’, porque se necesita un piano para las clases, y un pianista.

“Con todo, también es muy satisfactorio ver que, gracias a este taller, la ciudad de Zacatecas hoy día está nutrida de academias de danza. Yo, antes decía: ‘No mira, en Roma tú sales y caminas por la calle principal, o en Checoslovaquia (hoy República Checa), caminas Wenceslao abajo (Plaza de Wenceslao, Praga)  y ves academia, academia, academia. Aquí no había tantas. Esto también es gratificante porque, vuelvo nuevamente atrás, mucha gente me decía: ‘No, es que esa no es una carrera’. No se veía a la danza como una carrera profesional, y todavía no del todo.

“Fíjate, los papás le dicen a las niñas: ‘Oye, y aparte de danza qué vas a estudiar’. ¡Pero si la danza también es una profesión! Fíjate, la mayoría de los alumnos que tienen una academia aquí en Zacatecas, que estudiaron conmigo, estudiaron una carrera paralela al ballet, carrera que no aplican. Aplican, quizá, en su vida de maestros de danza. Otros alumnos del Taller, al terminar, han tenido que irse, por ejemplo, a Cuba a estudiar la licenciatura, porque aquí nada más tenemos el taller, y todavía no se le da el valor que tiene la danza como profesión. Tú dices ‘cómo es posible’.

Qué le ofrece a una niña, a un niño este Taller de Danza Clásica. Entran pequeños y en qué momento usted dice ‘tú ya estás preparada para esto o aquello’, cómo es este proceso.

 

“Mira, independientemente de que no es una escuela profesional, yo siempre tengo un programa de trabajo, con una metodología, y este programa está subdividido en etapas, por eso tengo los grupos, los voy separando. ¿Cuándo me doy cuenta de que con algún alumno podemos hacer escuela? Esa decisión la tomo a partir del cuarto año de ballet. Si yo veo que quiere continuar, que le interesa y que tiene las condiciones, entonces ya yo hablo a la mamá o al papá: ‘¿la apoyas? o ¿lo apoyas?’ –porque hay mamás que no les interesa que la niña, o el niño, continúe–, yo les digo: ‘Mira la niña tiene condiciones, ella puede hacer esto, yo la puedo apoyar en esto y en esto’, y entonces sí ha habido resultados en ese sentido. Hay un periodo, que es el periodo del último año, que viene siendo el séptimo, en cuanto a ballet, donde ellos pueden determinar irse a seguir estudiando o a algún lugar dónde exista una Compañía de Danza, Zacatecas no tiene una compañía.

 

En este taller hasta francés les dan, verdad?

“Exacto, y todo eso lo tengo que hacer yo, casi todo. Cada año hablamos sobre la necesidad de tener un maestro de francés; como sabes, la nomenclatura del ballet es en francés, y por una ética profesional te ves obligado a explicarle a un alumno, cuando menos, qué quiere decir demi plie, qué quiere decir grand verse, qué quiere decir tendu; en los pasos qué significa pas de basque, saut de sissonne, porque es muy triste que esos alumnos terminen y vayan ahí, a dar clases y digan: ‘puntita adelante’ ‘puntita al lado’ ‘puntita detrás’ ‘saltito’ ‘saltito’, ¿no? Hay una nomenclatura dentro de la metodología, y esa es una labor que tienes que cumplir con cada grupo, ¡¡en una hora!! También en una hora tienes que meterte en el sentido musical, que los niños aprendan a darle continuidad a ese sentido musical, sobre todo porque ellos traen –por eso digo que el arte es un atavismo– esa vocación del sentido musical, de la rítmica, eso lo tenemos, ¿qué tenemos que hacer los maestros de danza?, darle continuidad.

 

Por eso, la primera parte, lo que es el preballet, consiste en darle continuidad a la vocación, a la fluidez y la frescura que tienen las niñas cuando bailan en sus casas y la abuelita les aplaude. Nosotros no podemos coartar eso, no podemos llegar y decirles: ‘¡no, ahora tú vas a entrar en primera posición!, sino que disfruten, por eso existen las clases de improvisación y todas esas cosas. Imagínate, y todo en una hora, que es lo que dura la clase.

 

Yo pienso que el taller de danza es importantísimo y maravilloso también en este sentido: no ha sido elitista. Las escuelas de arte profesional hoy día son más elitistas, son más selectivas, escogen a cada alumno por sus condiciones físicas. A diferencia de ellas, aquí hemos tenido alumnos hasta que les falta un dedito, o sea no ha habido problemas en ese sentido, porque va en beneficio de su salud.

 

Ha pasado con alumnas que tienen pie plano, o que tienen una escoliosis lateral izquierda, por ejemplo. La escoliosis es una desviación en la columna vertebral. Si tú tienes una escoliosis pequeña, mínima, no te aceptan en una escuela de ballet, si tú tienes el pie plano, no te aceptan en una escuela de ballet, si no tienes cuello, no te aceptan. ¿Qué hacemos nosotros?, mejoramos estas condiciones, mucha gente piensa que el cuello no puede crecer, pero el cuello puede alargarse, corrigiendo una mala postura.

 

“Entonces, ¿para qué han servido en este sentido los talleres?, para mejorar en cierta forma, situaciones como  estas situaciones, o para mejorar conductas: niñas que son tímidas, que tienen baja su autoestima. A mí me satisface mucho ver niñas que eran muy tímidas y ahora te platican y se ríen.  A lo mejor no van a llegar a ser primeras bailarinas, es un taller, pero sí se les ha ayudado mucho, y hay algunas que llegan a poner hasta su escuela.

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