Han sido siete artículos, y la importancia crucial del tema sigue reenviándonos en múltiples direcciones. La batalla legislativa avanza rápidamente; queda muy poco tiempo. Justamente cuando la “crisis de los derechos humanos” ha estallado, mostrándonos ese animal social-histórico, cuyos perfiles -prendidas todas las alarmas-, nos exigen: “aplicar los frenos de emergencia” y transformar la dinámica histórica actual en un proceso de “autoinstitución permanente y lúcida de la sociedad que somos”. (W.Benjamin/C.Castoriadis).
Algunas hipótesis, sobre ese reconocimiento frágil, problemático, en torno a la “crisis de los derechos humanos”. Sobre su fuente. Infinidad de agravios y niveles de barbarie acumulados, junto con la confluencia de diversas perspectivas críticas, después de Ayotzinapa, terminaron reventando la siniestra “burbuja” de horror construida a base de violencia, impunidad, corrupción, ríos de sangre, desapariciones y…“verdades históricas”.
La segunda hipótesis: esa monstruosa “fractura expuesta”, corre el riesgo de ser -una vez más- ocultada, tergiversada, por el transformismo estatal, y una retorcida neo-versión oficial, sistemáticamente implantada por los medios de comunicación –adictos al régimen-, vectores centrales de una “sociedad del olvido”.
El documento: “Elementos para la Ley General de Personas Desaparecidas” (LGPD)… plantea la exigencia al Estado, para que éste…
“Reconozca la problemática de las desapariciones en su verdadera dimensión: magnitud, causas estructurales y circunstancias, así como las limitaciones y vicios del quehacer institucional, que impiden emprender con debida diligencia las labores de búsqueda de personas desaparecidas”.
De jure y de facto, el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (MNDM), ha logrado elaborar con éste documento, una contribución jurídica, (y, también, ética y política) muy importante, sumándose a otras iniciativas ya existentes.
¿Cómo lograr .entre todas y todos- marcar la diferencia entre un antes y un después, en nuestro dolor/país?
Desde abajo: las resonancias de…¡Hasta encontrarlos!, ¡no más sangre!, ¡Estamos hasta la madre!, ¡Vivos se los llevaron y vivos los queremos!, ¡Sin las familias ¡No! Sólo podrán trascender si realizamos el “paso de la muerte” de las diferencias de los movimientos (-intermitentes-), a la creación política de un movimiento democrático vertebrado y potente.
¿Cómo escalar todo ese malestar, apoyándonos en esa fuerza moral, traduciéndola en estrategia común, frente a semejantes desafíos -y, adversarios-? Es urgente recrear los gérmenes de actitudes democráticas; re-articulándonos.
Especialmente cuando el análisis del contexto abierto por la “crisis de derechos humanos”, muestra las enormes dificultades que enfrentamos para emplazar al Estado a re-construir la maquinaria de administración de justicia, permitiendo que los familiares de las personas desaparecidas, organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales, académicos y expertos, participen a lo largo de los procesos de toma de decisiones vinculantes. Mecanismos de búsqueda y seguimiento de las investigaciones, registro nacional de personas desaparecidas, reconocimiento integral de los derechos de las víctimas, prevención, aplicación de sanciones a servidores públicos que alimenten el círculo mortífero de la impunidad y la violencia, etc.
La respuesta de Gobierno Federal, y funcionarios estatales, a la “crisis de los derechos humanos”, obliga a plantear otras hipótesis. El contenido y la implementación de la Ley General de Personas Desaparecidas (LGPD), no se realizarán con la sistémica profundidad exigida desde la experiencia acumulada por las familias-victimas.
¿Cómo cambiar el sistema de administración de justicia, ante los casos de desapariciones forzadas y desapariciones por particulares, y las estrategias equivocadas del régimen?
¿Cómo evitar cooptación, divisionismo, servidumbre voluntaria?… ¿Con cuáles estrategias comunes?
Estrategia básica: comunicación tecnopolítica, apropiación colectiva y debate de la propuesta (MNDM), junto con una activa movilización y alianza con iniciativas afines.
Ante el escenario de que…“todo cambie, para que todo siga igual”, necesitamos también un Plan B: ir más allá de la órbita estadocéntrica. ¿Emplazar al Estado? Sí; pero sobre todo, “em-plazarnos” desde abajo –horizontalmente- en un movimiento democrático-instituyente. Es preciso –a mi juicio- mantener una interface de conflictividad permanente, con soluciones innovadoras: litigio estratégico, saber-hacer tecnopolítico, reconocimiento, legitimidad, vocación y experiencia, credibilidad, desobediencia civil, escraches, sindicalismo social, alternativas municipalistas, etc. Apuntalando en los territorios, los escenarios de actuación diálogo y construcción, que proporcionen lo que no brinda el régimen: solidaridades imaginantes, compromiso, cooperación, participación vinculante… En suma: construir comunidad, partiendo de otro orden de sentido, abrazar la democracia como una forma de vida. Superando, de paso, los pesados obstáculos democrático-representativos. Pasando del mantra… “participación”, “participación”, a la experimentación política.
Resumiendo: visualizar la ruta de esta Ley (LGPD), dentro de una amplia/concreta “ruptura democrática” y como proceso constituyente abierto -interativo-, capaz de ir realizando efectivamente la justicia y la verdad, que los familiares de personas desaparecidas exigen. Desbordando la simulación instituida.
Agenda inmediata (a-partidista): 1).-Auto-formación, convenciéndonos reflexivamente. Constituyendo “grupos plurales de sobrevivientes”, desde el propio entorno. 2).-Avanzar ya, detonando una pedagógica concientización. Apropiándonos mediante el debate -crítico- de propuestas y aportaciones afines.
No son tareas menores…la invitación está abierta. ■
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