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viernes, 29 marzo, 2024
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El mandato del presidente se desmoronó igual que la verdad histórica: normalistas

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Por: ALMA RÍOS •

■ “Lo ocurrido el 26 y 27 de septiembre de 2014 es el pretexto adecuado para buscar justicia”

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■ A un año, reflexionan sobre el asesinato de seis personas y la desaparición forzada de otras 43

La verdad histórica sobre el caso Ayotzinapa, que “es una mentira creada por el gobierno (…) viene a decirnos que tal vez estén con vida. Es nuestra esperanza”, dicen normalistas en voz de Tadeo. Pero esta verdad histórica expuesta por José Murillo Karam, que se desmoronó luego de que el Grupo Independiente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos diera a conocer los resultados de su investigación, también apuntan, hizo lo propio con el mandato del presidente y la poca credibilidad que tenía el pueblo mexicano en él y su gabinete.

Después de esto “las palabras ya están de sobra (…) si el Presidente fuera una persona inteligente sabría que el pueblo no lo quiere. Ahora sí aplica el ya me cansé”, dicho ahora por los mexicanos hartos de todas las injusticias del gobierno, expresaron estudiantes de la Normal Rural San Marcos de Loreto, Zacatecas para Acentos.

En el programa de La Jornada Zacatecas TV, se propuso la reflexión acerca del año transcurrido luego del asesinato de seis personas y la desaparición forzada de otras 43, que conmocionó al país y al mundo al exponerse la participación en él de autoridades y el crimen organizado en colución.

“Durante todo un año hemos tenido este pensamiento: ni perdón ni olvido”, reiteran al hacer una revisión de los 365 días transcurridos desde aquel ataque que como “hermanos”, los mantiene en consternación pero sobre todo indignados y con miedo latente “de saber que no puedes salir a la calle y decir soy normalista rural y brindar tus ideales como lo haría otra persona, porque allí está el acoso del gobierno”.

El tránsito de camionetas de la Policía Federal o vehículos del Ejército en cercanías de la Normal Rural de San Marcos, los pone en inmediato “estado de alerta”, prosigue Tadeo, quien no obstante expresa: “Ahora que ya tenemos la verdad buscamos la justicia”.

Se refiere a los resultados irrefutables de la inexistencia de una incineración de cuerpos en el basurero de Cocula, la quema de las ropas de los normalistas de Ayotzinapa por personal de la PGR, y de videos, estos últimos porque una encargada “de cierta dependencia pública creyó que no eran importantes”.

Este año, agrega, “que se nos ha ido” en dar conferencias, asistir a foros y realizar pláticas en diferentes escuelas para difundir la verdad de lo ocurrido el 26 de septiembre, pero también, y frente a los señalamientos mediáticos de ser vándalos, “lo que en verdad hacemos nosotros: ir cambiando un poco las cosas. No hablemos de querer cambiar el mundo. Una persona en sí no puede cambiarlo, pero sí podemos transformar nuestro metro cuadrado, que es lo que intentamos hacer a través de esta conciencia que adquirimos en este tipo de escuelas”.

17 normales rurales son las que subsisten en el país, localizadas desde Sonora y hasta Campeche. En las que además de focalizarse este año el interés en obtener verdad y justicia para el caso de los estudiantes de la Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, y las seis víctimas, se reclaman por todas las agresiones que ha sufrido el pueblo mexicano: Atenco, Acteal, Aguas Blancas, El Charco, o la inseguridad vivida en estados como Tamaulipas, hace el recuento.

Lo que sigue para los normalistas es “antes que nada hacer lo que está en nuestras manos”.

Como docentes que se asumen también como luchadores sociales, buscan que la educación sea el punto de partida para lograr un México con un progreso vinculado a la equidad entendida en el contexto de un país megadiverso donde el desarrollo económico no sea nada más para los mexicanos que están en la lista de los más ricos del mundo, dice Tadeo.

Acerca de las lecciones que dejó la lucha por verdad y justicia que encabezaron los padres de los normalistas de Ayotzinapa y la comunidad estudiantil de la escuela guerrerense, Andrés, otro sanmarqueño entrevistado, expone: “es muy difícil dar nuestra opinión sentados aquí, otra cosa muy diferente es ir a pararnos allá a ver la verdadera situación”.

Quienes desde San Marcos viajaron los primeros meses luego del ataque a Ayotzinapa, pueden dar testimonio de las condiciones de vida de los normalistas de Guerrero como casos de pobreza extrema, dice.

“Los cuartos nosotros los tenemos aquí, podría decirse, que hasta lujosos a comparación de como los tienen allá los compañeros. Algunos ni siquiera cuentan con una cama, su colchón lo tienen tendido en el piso literalmente”.

Estas condiciones no son privativas de los normalistas rurales sino de la generalidad de la sociedad del estado del sur, pero justo a partir de estas experiencias de vida con las que aquellas personas no se conforman, “también aprendimos allá el verdadero valor de la lucha”, expone Andrés.

“Por algo ha habido tantos personajes importantes, y recordamos a Benito Juárez, él fue zapoteco. Si recordamos a Vicente Guerrero, bueno pues él nació allí a 20 minutos de la Normal de Ayotzinapa, y pues se da uno cuenta porqué esas personas piensan lo que piensan, y porqué creen lo que creen. Son personas que desde el momento en que han nacido han nacido sin nada. Y a ellos no les importa porque lo único que ellos quieren es superarse personalmente, espiritualmente. Son valores que difícilmente se podrían encontrar en una sociedad más avanzada, por así decirlo”.

En las normales rurales la ideología que se enseña propone tres competencias a desarrollar a partir del conocimiento que se obtiene: “el saber ser”, que tiene que ver con la actitud a tomar ante este conocimiento, “el saber hacer”, lo que se hará con ello “para transformar mi entorno” y “el saber convivir”, que es compartir lo que se sabe con los demás para avanzar juntos.

Lo ocurrido la madrugada de entre el 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, agregan otra vez en voz de Tadeo: “es el pretexto adecuado para buscar esa justicia y que el gobierno ahora sí nos esclarezca bien las cosas en todo, empezando por Ayotzinapa”.

El acontecimiento engloba todos los agravios contra el pueblo mexicano, observan, y es la punta de lanza para empezar un camino hacia “la verdadera libertad”, no aquella que dice “que somos libres hasta donde ellos quieren”.

A un año, se recupera lo vivido para no dejar que “se apague la llama de la justicia y la verdad”, reitera Tadeo.

En cita a la carta que dejara El Ché Guevara a sus hijos en Cuba para luego seguir su lucha por la liberación de Latinoamérica en Bolivia, refirieron que su búsqueda es el ser “capaces de sentir cualquier injusticia que sea cometida en cualquier parte del mundo, pues es la cualidad más linda de un revolucionario”.

Esta revolución no se hará como en 1910, dice Tadeo, sino trascenderá las armas y los golpes, y agrega Andrés, que será mediante la solidaridad de la sociedad, “necesitamos echarnos la mano unos a otros, ya vimos que por parte del gobierno no hay buenas respuestas, entonces no nos queda otra más que la organización social y salir adelante mediante nuestros propios méritos”.

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